La humanidad se encuentra en la ciudad o Una revisión de la Historia del Capitalismo
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https://doi.org/10.62876/lr.vi36.4521Palabras clave:
Capitalismo, Talleres, IndustriasResumen
En la enseñanza de la historia se erigen muchos prejuicios que son trasmitidos a los estudiantes en los diferentes niveles de la enseñanza. Por ejemplo, se les inculca que el trueque desapareció cuando fue inventada la moneda. Otro mito muy frecuente reza que el capitalismo nació con la Revolución industrial a finales del siglo XVIII, que generalmente va acompañado de la creencia de que el feudalismo fue un sistema de producción que, por supuesto, fue sustituido por el capitalismo. También suele enseñarse que el ciclo económico es una condición inherente al mismo capitalismo, etc. Pero si se realiza una revisión concienzuda de algunas fuentes, surge una historia que tiene la suficiente ilación y que muestra que el verdadero camino de la historia es el de la colaboración y de la evolución, antes que el del conflicto y la revolución.
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A partir de Rousseau se tiene la creencia de que el hombre debe volver a la naturaleza, que la sociedad lo corrompe y envilece, que la naturaleza lo preserva en su bondad natural. Pero visto a la luz del análisis mengeriano, lo expuesto por Rousseau parece errado y contradictorio.
Carta de Marx a Pavel Vasilievich Annenkov, Cartas de C. Marx, Editorial El Perro y la Rana, 2007, p. 15.
El lema de la bolsa de valores de Londres que se adoptó en 1923 se inspira en este periodo en el cual la palabra era un acuerdo: Dictum meum pactum.
Hay que notar que Platón le dice a Glaucón con respecto al estudio de la matemática: “Sería, pues, conveniente, Glaucón, hacer obligatoria esa ciencia y convencer a los que han de intervenir en las más altas funciones del Estado de que emprendan su estudio y se apliquen a ella no de modo inadecuado, sino hasta que lleguen por la pura inteligencia a penetrar la naturaleza de los números, no sólo para servirse de ellos como los negociantes y mercaderes a las ventas y a las compras, sino para hacer aplicaciones a la guerra y para la facilidad del paso del alma del mundo sensible a la verdad y la esencia”. El párrafo da a entender que la guerra y el estudio actividades superiores al comercio, Diálogos IV República L. VII, § VIII, pág.148, o la explicación de que los que dedican sus fuerzas al trabajo; “que a causa de su mentalidad no son dignos para la comunidad, pero que por sus condiciones físicas de robustez tienen utilidad para los trabajos; ellos venden el empleo de su fuerza y, al llamar salario a esa su contribución, se llaman, yo creo, asalariados…” Ibid. L. II. §XII. De nuevo si hay habilidad para el trabajo, se es indigno.
Heródoto, Op. Cit., Libro IV, §196, p.480. Al respecto, es triste la ausencia de documentación fenicia, cosa que debemos a Alejandro en el caso de Tiro, y a los romanos en el caso de Cartago. Los principales competidores de los fenicios eran los griegos y esta competencia, en el caso de la civilización romana se transforma en la más abyecta enemistad. Hoy lo poco que conocemos de estos habitantes del Mediterráneo lo sabemos por intermedio de autores griegos y romanos, quienes tuvieron una visión sesgada de los cananeos. Pero sería excelente poder interpretar la historia desde la fuente original de los mismos fenicios.
Heródoto (2004 [c.s.V a.C.]): Historia, Cátedra Letras Universitarias. Madrid, Libro I, §94., p. 121
Hobsbawm. E. (1998) La era del capital 1848-1875. Barcelona. Critica, págs. 57-58
Hoy lo llamaríamos explotación infantil, pero era un hecho histórico totalmente aceptado, porque la práctica y los usos y costumbres eran de esa manera.
Kishlansky, M.A. (2001): Documentos Feudales (S. XI-S. XII), en Fuentes de la historia universal, Thomson Learning, México. T.I., p.. 204-208 En este documento se muestran cómo un abad entrega un territorio a un caballero medieval para que este, a cambio, defienda la abadía, y cómo se le impone de sus deberes, así como de sus derechos en dicho contrato. Este caballero quedaba sujeto a una relación de vasallaje con el abad; por su parte, el caballero sujetará a los siervos que atienden el cultivo del territorio cedido
Lachmann, L. (1977): Capital, Expectations, and the Market Process, Essays on The Theory of Market Economy, Kansas City, pá.161
Leonardo, y en uso de su patria potestad le entregó el hijo a Verrocchio como aprendiz. Incluso el biógrafo Giorgio Vasari cuenta que él había vendido algunas de las obras de Leonardo, por lo que vemos aquí como era la explotación del período medieval, que es la misma del mundo moderno. (Vasari, 1950: p. 224-225) Una relación que sólo puede ser entendida comprendiendo la cultura del tiempo, no tomando la cultura del presente para entender el pasado.
Los fenicios no tenían un sistema numérico diferente del de sus letras. El alfabeto que produjeron tenía 22 letras, y fue copiado por los griegos y por los hebreos, tanto en su utilización de las letras como de los números. De hecho, las letras tenían uso doble, sirviendo de símbolos fonéticos para escribir palabras, como de símbolos numéricos de un sistema decimal.
Petty, W. (2004 [1685]): Tratado de Impuestos y Contribuciones, ARGEMI, Lluis: en Liberalismo Mercantilista Un casi sistema, Editorial Síntesis, Madrid, pág. 190. En realidad, esta creencia es mucho anterior, Aristóteles en la Ética Nicomáquea afirma lo mismo. Ver Aristóteles: Op. Cit., pp. 106-108.
Marcus, Steven (2015 [1974]): Engels, Manchester and the Working Class, New Jersey, p. 30-39
Marx, K. Op. Cit., p. 157-168.
Marx, K. y F. Engels: (2007 [2002]): El Manifiesto Comunista, Fondo de Cultura Económica. Introducción y notas de Gareth Stedman Jones, p. 155
Marx K. y F. Engels, Op. Cit.. p. 156
Menger, C. (1997[1871]): Principios de Economía Política, Unión Editorial, Madrid, pp. 319-349
Meser Piero da Vinci afirmaba ser su tío, pero realmente era su padre; se trataba de un funcionario, notario de la ciudad de Florencia y dueño del pueblo de Vinci. Es decir, un señor feudal que trabajaba en la ciudad medieval como funcionario de la república y ejercía en la campiña como señor feudal. En uso de su señorío, tuvo con una campesina de Vinci a Venecia.
Mises, L.: (2004 [1966]): La acción…, p.400-402
Mises, L.: (2004 [1966]): La acción Humana. Tratado de Economía. Unión Editorial, Madrid, p. 479-482
Mises, L (2004 [1966]) Op. Cit., p.314
Mises, Op. Cit., p. 507-509
Murray N. Rothbard. "A History of Money and Banking in the United States: The Colonial Era to World War II" (pdf),
The War of 1812 and its Aftermath, p.145, 153-156.
Parte de los prejuicios que aplicamos a la historia antigua se enfrentan al anacronismo de entender la actividad guerrera como una actividad del Estado, y puede serlo, pero los soldados de la Antigüedad iban a la guerra con sus armas personales, por eso los más ricos llevaban caballos y los menos a pie. Las naves son las mismas que se usaban para el comercio y que eran aportadas por los comerciantes, que no eran menos ciudadanos, a pesar de los comentarios de Platón.
Polibio, Historia. Vol I Cap 20, versión electrónica en
http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Polybius/1*.html#20 [descargado el 27/12/2015]
Rothbard afirma que los artesanos judíos habían desarrollado máquinas para producir textiles, pero quienes tomaron el manejo de los talleres (fábricas), no conocían las tecnologías y no las desarrollaron; por eso se perdió el conocimiento y eso impidió el despliegue denominado Revolución Industrial.
Puede revisarse para comprender el problema de la Standard Oil la siguiente bibliografía: Gary Galles: 100 Years of Myths about Standard Oil, May 2011 en la siguiente dirección: http://mises.org/daily/5274 y D.T. Armentano: A Politically Incorrect Guide to Antitrust Policy: Some Classic Cases, September 2007, en la siguiente dirección: http://mises.org/daily/2694#4 y para la historia del negocio Hidy, Ralph; Hidy, Muriel (1955), Pioneering in Big Business, 1882-1911, (History of Standard Oil Company New Jersey), New York, NY: Harper and Brothers. También el problema de la Standard Oil es la prueba de que el gobierno norteamericano estaba influido por ideas intervencionistas y de corte socializante, que subyacen desde Theodore Roosevelt, por lo que como afirman algunos autores, no hubo nunca una diferencia entre las políticas aplicadas por Herbert Hoover y por Franklin Delano Roosevelt. Ver Rothbard La gran recesión y Axel Keyser: La miseria del historicismo, (1929-2008), Unión Editorial, Madrid, p. 61-91
Rothbard Ibidem.
Rothbard: M.N. (1995): An Austrian Perspective on History of Economic Thougth., Ludwig con Mises Institute, Auburn, Two Volumes, Vol I., págs. 214-216 (Hay versión en castellano: Rothbard: M.N. (200x [1995]): Historia del Pensamiento Económico. Unión editorial. Madrid, T. I pp. 250-251)
Rothbard: op. cit., pp. 277-303, en la versión castellana pp. 256-267. Hay que tomar en cuenta que la actividad empresarial es colaborativa, y por tanto los empresarios difunden lo bien que se sienten en territorio inglés y eso atraerá más empresarios a Inglaterra.
Se puede revisar la legislación aprobada en esos tiempos en la siguiente dirección: http://www.historyofparliamentonline.org/periods/tudors/elizabethan-social-and-economic-legislation [descargado el 20/4/2016]
Se utiliza el término historicista o historicismo para referirse al pensamiento y los pensadores de la Escuela Histórica Alemana, quienes centralizaron el pensamiento económico de habla alemana y tienen una ascendencia importante en el pensamiento económico del siglo XX.
Sombart, W. (1946 [1902]): El Apogeo del Capitalismo, Fondo de Cultura Económica, México. Traducción de José Ubrano Guerrero. Dos tomos., p. 28
Ver para ello en Platón también cuando afirma: “Es necesario que un Estado de esas condiciones sea no uno, sino dos: el de los pobres y el de los ricos, que habitan el mismo suelo y siempre conspiran los unos contra los otros.” Diálogos IV República L. VIII § VII.
Ver Say, J. B.(1821): Tratado de Economía Política o Exposición Sencilla del modo con el que se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas. Primera Edición. Traducida al castellano por Juan Sánchez Rivera. Imprenta de Fermín Villapando. Madrid. (2 tomos), T I, p. 125-127
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