Entre la teoría y la Praxis. La estética de la condición humana desde la ética aristotélica hasta el pensamiento de Benedetto Croce

Autores/as

  • Cristina Morales Saro Departamento de Filosofía, Universidad de Oviedo

DOI:

https://doi.org/10.62876/lr.v0i29-30.3373

Palabras clave:

Estética, acción, teoría, praxis, belleza, logos, formas de vida

Resumen

Queremos aquí reconsiderar la continuidad entre lo que tradicionalmente ha constituido la filosofía práctica (ética y política) y la estética, con el objetivo de plantear, a partir de una reformulación de los conceptos estéticos, la posibilidad de cerrar la herida instaurada desde la condena de Sócrates entre la vida activa y la vida contemplativa, lo que significa a su vez la reducción de la polis al oikos y la consecuente alienación del mundo específicamente humano.

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“(…) mas dejando por ahora el examen de si tal unificación es posible y en qué sentido es posible, admitiendo que la investigación conduzca a resultados provechosos, es evidente, que el unificar dos conceptos en un tercero equivale, ante todo, a asentar una diferencia entre los dos primeros; aquí es importante esta diferencia y le damos relieve.” Ibid., p.91.

Arendt, Hannah: La condición humana, Op. Cit., p. 39. A pesar de que esta distinción aristotélica de los modos de vida esté evidentemente influenciada por el ideal de la contemplación, podemos reconocer aún en ella las experiencias de un pasado previo a la experiencia de la muerte de Sócrates, y por lo tanto previo al ideal contemplativo del filósofo que orienta jerárquicamente la distinción de los bioi. Nos interesa subrayar aquí que lo bello, como principio distinto tanto de la necesidad como de

la utilidad, está justamente por ello vinculado esencialmente a la libertad.

Arendt, Hannah: La condición humana, Op. Cit., p. 225.

Aristóteles: Ética Eudemia, Op. Cit., p. 45. (1214b)

Aristóteles: Ética Eudemia, Trad., Carlos Megino Rodríguez, Madrid, Alianza Editorial, 2002, p. 43. (1214a)

Aristóteles: Política, Trad., Julián Marías y María Araujo, Madrid, Centro de estudios constitucionales, 1983, p. 85. (1280b – 1281a)

Benedetto Croce: Breviario de estética, Trad. José Sánchez Rojas, 8ª ed., Madrid, Espasa Calpe, 1979, p. 117-118.

Benedetto Croce: Estética, Op. Cit., p. 89.

Beneddetto Croce: Il carattere della filosofía moderna, Bari, Gius. Laterza & figli, 3ª edic., 1963, p. 87.

Croce es consciente de que esta concepción de no es la tradicional y de que, aunque en la vida ordinaria la intuición es aceptada, en el campo de la teoría y de la filosofía, se la rechaza: “Pero a este amplio prestigio de que goza el conocimiento intuitivo en la vida ordinaria, no corresponde un similar y adecuado reconocimiento en el campo de la teoría y de la filosofía.” Croce, Benedetto: Estética, Op. Cit., p. 85. Y, por lo tanto, es fácil que se piense “¿Qué es el conocimiento intuitivo sin la luz del conocimiento lógico? Es un servidor sin amo, y si a éste le hace falta aquel, no es menos necesario el esclavo al señor para su mantenimiento. La intuición es ciega; el intelecto le presta los ojos”. Ibid., p. 86. Recuérdese la sentencia kantiana de los prolegómenos: "intuición sin concepto es ciega, concepto sin intuición está vacío", y que se repite en la primera crítica: “los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin concepto son ciegas(...) Las dos facultades o capacidades no pueden intercambiar sus funciones. Ni el entendimiento puede intuir nada, ni los sentidos pueden pensar nada.” Immanuel Kant: La crítica de la razón pura, Trad., Pedro Ribas, Madrid, Alfaguara, 1998, p. 93. (A51- B75). En la noción kantiana, pues, intuición y concepto son los elementos de la única síntesis cognoscitiva, en su formulación, ambas facultades aparecen como interdependientes, intuición sin concepto es ciega, concepto sin intuición está vacío, en esta relación, intuición y concepto se determinan mutuamente como contenido y forma en la síntesis del conocimiento. Sin embargo, para Croce, es esencial determinar desde el principio la independencia de la forma productora de imágenes con respecto a cualquier otra, porque ésta no necesita que “le presten los ojos”, sino que constituye una forma de conocimiento en sí misma. Así pues, la relación de dependencia no será como en Kant biunívoca. Mientras que la producción de conceptos necesita de la producción de imágenes, no se cumple la condición en la otra dirección, es decir, la producción de imágenes no depende de la producción de conceptos.

De modo que las acciones que eran fines en sí mismas se descoyuntan hasta ser idénticas a la actividad dividida del oikos: “en efecto el que es capaz de prever con la mente es un jefe por naturaleza y un señor natural, y el que puede con su cuerpo realizar estas cosas es súbdito y esclavo por naturaleza” Aristóteles: Política, Op. Cit., p. 2. (1252a)

“De todas las actividades necesarias y presentes en las comunidades humanas, sólo dos se consideraron políticas y aptas para constituir lo que Aristóteles llamó bios politikos, es decir, la acción (praxis) y el discurso (lexis), de los que surge la esfera de los asuntos humanos (ta tôn anthrôpôn pragmata, como solía llamarlo Platón), de la que todo lo

meramente necesario o útil queda excluido de manera absoluta.” Arendt, Hannah: La condición humana, Op. Cit., p.53.

En este sentido, bien podría Croce estar abriendo el camino de lo que Lluis Álvarez llama “la corrección estética de la filosofía” en Lluis Álvarez: La estética del rey Midas. Arte, sociedad y poder, Barcelona, Península, 1992, p. 115.

“En la intuición, no nos contraponemos como seres empíricos a la realidad externa, sino que objetivamos simplemente nuestras impresiones, cualesquiera que sean. Parecería, pues, que se acercan más a la verdad los que consideran la intuición como la sensación formada y ordenada simplemente con arreglo a las categorías del espacio y del tiempo. “Espacio y tiempo —dicen— son las forma de la intuición” la actividad intuitiva consistiría entonces en la función de espacialidad y temporalidad. Pero nosotros tenemos intuiciones sin espacio y sin tiempo”. Croce, Benedetto: Estética, Op. Cit., p. 88. Espacio y tiempo están en las intuiciones en todo caso como materiales y no como formales, como ingredientes de la intuición y no como ordenadoras. Son producto de la “interrupción de la contemplación” que produce el acto reflexivo. Como es sabido, el espacio y el tiempo, como formas a priori de la sensibilidad, signan, en Kant, las condiciones mismas de posibilidad de la intuición. Para Croce la intuición en sentido crítico, ya no puede identificarse con la sensibilidad kantiana, ni se rige por sus formas a priori.

“Entre los que así la reconocen, o, al menos, no la hacen explícitamente dependiente de la intelección, aparece otro error que ofusca y confunde la índole propia de la intuición. Por ella se entiende, con frecuencia, la percepción, o sea el conocimiento de la realidad acaecida, la aprehensión de algo como real. Ciertamente la percepción es intuición: (…) Pero es parejamente intuición, la imagen que ahora cruza por mi cabeza de un yo que escribe en otra habitación, en otra ciudad, (…) Lo que quiere decir que la distinción entre realidad y no realidad es extraña a la índole privativa de la intuición, y secundaria”. Benedetto Croce: Estética, Op. Cit., p. 87. Nótese que no es otra cosa lo que permite

a Marcuse exponer el sentido revolucionario del arte, que puede "liberarse" de las formas "objetivas", esto es, del monopolio de los que establecen lo que es real, precisamente porque no está determinada por la distinción real-irreal. Así, el arte, aquí, la producción de imágenes, no tiene por qué ser una representación de la realidad, y en este sentido se extiende la crítica de Marcuse a la sobredeterminación económica del arte en la estética marxista. "el arte se encuentra bajo la soberanía de lo dado, si bien transgrediendo constantemente esa ley". Herbert Marcuse: La dimensión estética, Trad., José-Francisco Ivars, Barcelona, Materiales, 1978, p. 72.

“Es curioso y característico de la condición de nuestros tiempos que se ignore o se niegue con facilidad precisamente esta forma, precisamente la actividad del espíritu, precisamente lo que es nosotros mismos.” Benedetto Croce: Estética, Trad., Ángel Vegue y Goldoni, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1969, p. 90. Por lo que tenemos que contar con que lo que está en juego en la investigación que acomete Croce sobre “la

forma estética”, es “nosotros mismos”, esto es, la “actividad del espíritu” que se distingue fundamentalmente del mecanismo, que se adscribe a la pasividad de la naturaleza. “Hay quien confunde la actividad espiritual del hombre con la metafórica y mitológica actividad de la llamadanaturaleza, que es mecanismo y que no se asemeja a la actividad humana.” Ibid., p. 90.

“Es la materia, es el contenido lo que diferencia una intuición nuestra de otra intuición nuestra, la forma es constante: la actividad espiritual; la materia es mudable y sin ella, la actividad espiritual, no saldría de su abstracción para convertirse en actividad concreta y real, en este o aquel contenido espiritual, en esta o en aquella intuición determinada." Ibid., p. 90.

Giorgio Agamben: Mezzi senza fine. Note sulla politica, Torino, Bollati Boringhieri, 1996, p. 14.

Hannah Arendt: ¿Qué es la política?, Trad. Fina Birulés, Barcelona, Paidós, 1997, p. 58. “La mayor parte de la acción y del discurso atañe a este intermediario, que varía según cada grupo de personas, de modo que la mayoría de las palabras y actos se refieren a alguna objetiva realidad mundana, además de ser una revelación del agente que actúa y habla” Arendt, Hannah: La condición humana, Op. Cit., p. 211. “Pero sólo el hombre puede expresar esta distinción y distinguirse, y sólo él puede comunicar su propio yo y no solamente algo: sed, hambre, afecto, hostilidad y temor.” Ibid., p. 206.

Hannah Arendt: The human condition, Chicago, Oxford University Press, 1958. En este texto se usará la traducción española siguiente, Hannah Arendt: La condición humana, Trad. Ramón Gil Novales, Barcelona, Paidós, 2005 (1993).

Ibid., p. 21-22.

Ibid., p. 35.

Ibid., p. 45. (1214b)

Ibid., p. 48. (1215b)

Ibid., p. 52.

Ibid., p. 60.

Ibid., p. 83. (1280a)

Ibid., p. 89-90.

Ibid., p. 92.

Ibid., p. 93.

Ibid., p. 96.

Ibid., p. 97.

Ibid., p. 99.

Ibid., p. 106.

Ibid., p. 108.

Ibid., p 206.

Ibid., Op., Cit., p. 108.

Ibid., Op., Cit., p. 111.

Juan Plazaola Artola: Introducción a la Estética, Bilbao, Publicaciones de la universidad de Deusto, 4º Edic., 2012, p. 21.

“La teoría del arte se libera de un gran yugo cuando se sacude el concepto de la imitación de una realidad externa, ya sea entendida como realidad empírica y material (imitación de la naturaleza), o como realidad ideal y espiritual (imitación de la belleza natural o del ideal)”. Benedetto Croce: Nuovi saggi di estetica, Bari, Gius. Laterza & figli, 5ª Edic., 1968 (1920), p. 149. (Traducción mía.) El problema es que, precisamente cuando se considera la realidad como trascendente, la facultad artística adquiere un carácter pasivo de receptividad, “El arte sería considerado así, un oficio mecánico consistente en lograr la copia de un original; y mecánico sería tanto si se retrotrayese a la realidad inmediata de los sentimientos (realismo estético) como si se redujese al ideal (idealismo estético) porque esta reducción sería también extrínseca, como si se redujese una cosa a otra cosa, una cosa de un orden, a otra cosa de otro orden diferente”. Ibid., Op. Cit., p. 149.

“Para Sócrates, el hombre no es todavía un “animal racional”, un ser dotado de la facultad de razón, sino un ser pensante cuyo pensamiento se manifiesta en la forma del discurso. Hasta cierto punto esta preocupación por el discurso estaba ya presente en la filosofía presocrática, y la identidad de discurso y pensamiento, que juntos forman el logos, es quizás una de las características sobresalientes de la cultura griega” Hannah Arendt: La promesa de la política, Trad., Eduardo Cañas, Barcelona, Paidós, 2008, p. 61.

Para ver con profundidad el asunto de las descoyunturas que los asuntos humanos sufren a partir de la condena de Sócrates, además del estudio arendtiano puede verse el artículo siguiente Cristina Morales Saro: “La herida entre ciudad y filosofía. Sobre las posibilidades de la filosofía en la ciudad o el concernir a lo bello de los asuntos humanos”, pp. 121-131, Eikasia. Revista de filosofía, nº 52, Oviedo, Eikasia Ediciones, Septiembre, 2013.

Publicado

2017-07-14

Cómo citar

Morales Saro, C. (2017). Entre la teoría y la Praxis. La estética de la condición humana desde la ética aristotélica hasta el pensamiento de Benedetto Croce. Lógoi. Revista De Filosofía, (29-30), 66–84. https://doi.org/10.62876/lr.v0i29-30.3373