Las legaciones testamentarias de Orígenes
DOI:
https://doi.org/10.62876/baciyelmo.vi2.5402Resumen
Según palabras de Julio Cortázar, “Leer a Lezama es una de las tareas más arduas y con frecuencia más irritantes que puedan darse”. Ciertamente, Lezama no es un autor cómodo; sin embargo, su verbo barroco y hermético pudo sobrevivir en la Cuba post-revolucionaria, donde el arte debía estar sujeto a lo social y al compromiso militante.
Alrededor de José Lezama Lima, fundador de la revista Orígenes en 1944, se congregaron poetas, músicos y pintores en torno a un proyecto poético que tenía como objetivo crear una teleología insular, crear una tradición histórica del pueblo cubano que se centrara en la poesía, y que tuviera la potencia de proyectarse hacia el futuro para dejar un legado a las generaciones venideras. En efecto, la huella del grupo Orígenes siguió resonando en la vida cultural cubana y llegó a traspasar las barreras de la Revolución de 1959.
Lezama Lima, quien inicialmente acogió con entusiasmo el proceso revolucionario, ocupó importantes cargos en los organismos culturales del régimen castrista y vivió en Cuba hasta el final de sus días. Sin embargo, murió en una soledad aterradora, a las sombras del olvido oficial. Su obra y su figura generaron polémica entre los medios intelectuales cubanos post-revolucionarios. Su poética, que jamás pudo alinearse con el discurso de los artistas comprometidos, osciló entre la incomprensión de quienes rechazaban los postulados origenistas, y la reivindicación institucional que trataron de imponer algunos de sus antiguos seguidores como Cintio Vitier.
Palabras claves: Literatura cubana, grupo Orígenes, José Lezama Lima, Heberto Padilla, Cintio Vitier, Revolución Cubana, creación literaria y compromiso político.