
INPARQUES, y a la pesca artesanal, permitida
solo en la denominada Zona de Ambiente
Natural Manejado y en las temporadas
previamente definidas [10]. Entre los peces de
interés comercial artesanal se tienen tiburones
(Carcharhinidae) y las rayas (Dasyatichae),
anchoa “rabo amarillo” (Engraulidae), jureles
(Carangidae), carites (Scombridae), el pargo
rabirrubia (Ocyurus Chrysurus), y otras
especies protegidas como el botuto (Strombus
gigas), la langosta espinosa (Panulirus argus)
[5]. Para el año 2002, alrededor de 100
personas se dedicaban a la pesca como
actividad económica [6], pero uno de los
problemas es que a pesar que es obligatorio
reportar la producción pesquera ante la
Autoridad Única, no toda esta pesca se reporta
ya que una parte es comercializada
ilegalmente hacia otros países de la región
caribeña. El organismo que registra el volumen
de pesca anual, clasificada por especie, es el
Instituto Socialista de la Pesca y la Acuicultura
(INSOPESCA), pero a la fecha de la presente
investigación, la página oficial de este
organismo no se encontraba habilitada, por lo
que no se tiene cifra actualizada del volumen
de pesca anual en el PNALR. Según
conversación con un pescador local, el rango
de precios de pescado oscila entre 1/2 dólar
hasta $ 6 el kilogramo, el mero y pargo son los
más caros y entre $ 3 y $ 4 cuestan la
barracuda, dorado, carite, atún y constituyen
una de las principales fuentes de ingreso de
los roqueños.
En la Isla Gran Roque, el uso de la tierra
preponderante es el residencial alternando con
el turístico representado por hoteles y
posadas, actualmente, 63 están en concesión
y 55 activas que se ubican al Sur de la isla (Sr.
Angelo Legori, comunicación personal, junio
2021). El uso recreativo concentra las
actividades económicas que se desarrollan en
las islas y cayos que conforman el archipiélago
e incluyen balnearios de playa, contemplación,
pesca deportiva, snorkeling, navegación a vela
y remo, entre otros. De igual forma, el uso
comercial agrupa los establecimientos
destinados a la venta de alimentos e insumos
de índole diversa para pobladores locales y
población flotante, y comparte espacios con el
área residencial y de los servicios salud y
educación [5]. Con respecto a la construcción
de infraestructuras para viviendas
unifamiliares, comerciales y turísticas, sólo
dentro de la zona de servicios de la isla El
Gran Roque, se permiten nuevas
construcciones e instalaciones para turismo,
educación, sanidad, transporte, actividades
deportivas y culturales [9]. En el Plan de
Ordenamiento y Reglamento de Uso del
PNALR, se establece que en las denominadas
Zona de Ambiente Natural Manejado y Zona
de Recreación, se permite la construcción de
infraestructura rústica necesaria para la
ejecución de las actividades de recreación,
educación y guardería ambiental, tales como:
refugios, miradores, muelles, comedores
campestres, sanitarios, campamentos y obras
similares, bajo las condiciones establecidas en
dicha normativa.
C. SITUACIÓN ACTUAL
Desde hace muchos años se han venido
reportando amenazas a los ecosistemas de
alta sensibilidad como los existentes en el
PNALR. Según [6], las principales amenazas
para dicho año eran la falta de personal e
infraestructura adecuados para la guardería
ambiental, la contaminación con desechos
sólidos, el manejo de aguas servidas y la
pesca ilegal y el crecimiento tanto de la
industria turística como de la población del
Gran Roque, lo que podría llegar a ser una
amenaza seria para la integridad biológica de
este parque que fue catalogado como
vulnerable.
En el año 2015, en [8] Capítulo IV, se
presentaron dos proyectos para posadas
turísticas en los Cayos Crasqui y Madrisqui,
cuya ejecución podría representar una
amenaza para el ecosistema marino, además
de no estar incorporados los usos propuestos,