En la última década, la disponibilidad del agua ha
disminuido
considerablemente
producto
al
cambio
climático,
al
vertido
sin
apropiado
tratamiento
de
las
aguas
residuales
[1]
y
a
la
presión
sobre
los
recursos
hídricos
por
el
incremento de la población mundial, por lo que el agua,
en un futuro, será un recurso escaso,
de costo elevado y o y difícil de obtener [2]. Debido a esto, el modelo tradicional de gestión del agua ya no es sostenible [2], conllevando al desarrollo
de
técnicas
y
métodos
para
la
optimización de su manejo, entre ellas el reúso o reutilización, que permite el uso de las aguas residuales como una nueva f a fuente de e de agua [1]. A través de ella, es posible reducir el consumo de
agua
potable
en
diferentes
aplicaciones,
tales como la descarga de inodoros (excusados o pocetas o pocetas), actividad que puede representar
hasta
un
40%
del
consumo
de
agua
de
una
vivienda según la OMS (2003) [3]. Las
aguas
residuales
o
servidas
pueden
ser
separadas y procesadas según su fuente, para la
recuperación
de
agua,
energía
y
nutrientes
[4], ya q a que presentan diferencias en as en términos de volumen y composición. Las aguas relacionadas a los desechos orgánicos (excretas y orina) son denominadas como aguas negras mientras que las aguas relacionadas con la higiene, limpieza e
inclusive
la
preparación
de
alimentos
como
aguas
grises.
Los
sistemas
de
reutilización
pueden
ser
de
aguas
negras,
grises
o
ambas,
pero
ya
sea
por
separado
o
combinados,
sus
exigencias varían según el tipo de agua residual y su di su disposición final. En el reúso doméstico de aguas grises, se han creado