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Gobernabilidad y Democracia
Alejandro Oropeza
Bueno, en primer lugar, un agradecimiento a los organizadores por invitarme a
compartir en este foro, siempre es grato reencontrarme con esta casa de estudios, no
solamente por lo bonito del campus, sino también por la calidez de la gente y la
posibilidad de compartir con colegas de Guayana.
El tema que me ocupa se refiere a Gobernabilidad y Democracia. Cabe destacar
que en el Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello de
Caracas, un grupo de académicos investigadores estamos llevando adelante una
propuesta de gobernabilidad en entornos dificultosos, por decirlo de una manera
resumida.
Esta propuesta de investigación en proceso, tiene por objetivo coadyuvar con el
ejercicio de la función pública en aras de lograr una viabilización de las posibilidades de
ejercicio de poder en los ámbitos locales y regionales, sobre la base de un entorno
altamente conflictivo, por una parte y, por otra, incidir en espacios en los que se aprecien
elementos que trastornan la vigencia de los modelos racionales que se puedan
estructurar para entender y comprender la realidad, dado que una variable está
impactando de manera decisiva en estos últimos años dentro del comportamiento de
evaluación prospectiva de tales modelos: variable que no es otra que el elemento caótico.
El caos, en donde algunos elementos que lo definen, pudiésemos entenderlos
muy rápidamente como una relativización de los conceptos que proporcionan el piso
social y sociopolítico a las relaciones Gobierno - Sociedad por una parte y, por otra, se
desdibujan las variables que definen la conformación de los modelos.
Por lo tanto, el análisis racional de la realidad sobre la base de una imposibilidad
de predecir o construir prospectivas con sustento en esos modelos, son elementos que
están decidiendo, delineando y articulando una variable de caos que impacta
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decisivamente sobre las relaciones entre Estado y Gobierno por una parte y por la otra,
que desconfiguran las posibilidades ciertas de construcción de la gobernabilidad y su
viabilización.
Sobre esta parte, entendemos que la gobernabilidad es un elemento
primordialmente inherente al ejercicio democrático y a la existencia de una democracia
en una sociedad, dentro de un contexto sociopolítico de ejercicio del poder. ¿Por qué?
Porque solamente en democracia, la gobernabilidad es una variable inherente a sistemas
democráticos; únicamente en sistemas democráticos podemos hablar de gobernabilidad.
¿Por qué? Porque la gobernabilidad es una visión y una percepción crítica de la sociedad
y del propio poder con respecto a los mecanismos de acción política y decisoria que
emanan del poder. Cuando decimos decisorias nos estamos refiriendo a las políticas
públicas que pretenden impactar sobre determinada problemática de la realidad social o
de la realidad sociopolítica.
¿Por qué decimos que en sociedad? Primero porque la gobernabilidad es
inherente a la democracia y, segundo, porque siguiendo a Norberto Bovio, el valor de
valores o el valor por excelencia de la democracia, es la tolerancia. Bovio nos dice que
está más allá del conjunto de contenidos materiales de la democracia, que todos
conocemos: estado de derecho, elección de autoridades por medio del voto,
alternabilidad, división de poderes, entre otros.
Independientemente de que en una sociedad existan como elementos del régimen
político que la sustentan estos contenidos materiales, no es menos cierto que también
deben y tienen que existir como fundamento de la democracia una serie de contenidos
formales, es decir, de valores democráticos presentes en la sociedad. Entre esos valores
Bovio identifica como valor de valores la tolerancia, pero no la tolerancia entendida como
decía el padre Luis Ugalde: Que la tolerancia no puede ser entendida como una dádiva
del ciudadano hacia el resto de los ciudadanos distintos, sino que la tolerancia debe ser
entendida como un valor inherente asumido, diluido en la propia condición de ciudadano,
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que le permita entonces compartir y entender a las minorías o a los distintos, como un
elemento que es decisivo para la conformación y el ejercicio de la democracia.
Una de las propuestas que nosotros estamos llevando adelante en esta
investigación, es que precisamente, al lado de los valores o de los contenidos formales
clásicos de la democracia, están la tolerancia, la libertad, la fraternidad, la igualdad, la
ciudadanía y la educación cívica, entre otros. Al lado de esos valores debemos colocar
el valor de la gobernabilidad, entendida como atributo valorativo del sistema democrático.
¿Por qué decimos que es un valor atributivo del sistema democrático?, porque solamente
en democracia se puede entender la satisfacción de las necesidades del ciudadano
común, por parte o asumida, como una responsabilidad del Gobierno como valor
inherente a la función pública.
En democracia, el problema, la necesidad, las expectativas del ciudadano, están
o deberían estar en el centro de la decisión pública.
Si estamos en Estados donde se vive una erosión de la democracia, como dice
Rafael del Ávila, una regresión en negativo de los procesos democráticos, para decir una
estigmación de los valores de la democracia, tanto materiales como formales, no puede
haber existencia de gobernabilidad como valor; porque el valor del Gobierno en ejercicio
de esa pseudodemocracia sobre la cual se dice sustentar, va orientado más hacia el
mantenimiento y construcción de alternativas pseudojurídicas para mantenerse en el
poder, que en la satisfacción de las necesidades, demanda y construcción de
expectativas de ciudadanía, es decir, el valor de la democracia se fractura y se
transforma en un valor inherentemente autoritario que persigue la preservación del
poder, en otras palabras, solamente podemos hablar de gobernabilidad en democracia,
con sus atributos materiales y con sus atributos formales.
¿Esto qué significa? Que las relaciones entre Estado y Sociedad se dan desde
una perspectiva de equilibrio dinámico en oportunidades, digamos como que muy
relativo, porque nunca es un equilibrio que se comporta de manera igual a lo largo del
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tiempo, es un equilibrio hasta cierto punto peligroso, es un equilibrio donde el Estado
lógicamente pretende de una u otra manera incorporar espacios de la sociedad al Estado
y por otra parte la Sociedad pretende igualmente ir, digamos; como que ocupando esos
espacios del Estado.
¿Qué pasa si el Estado ocupa la totalidad del espacio de la Sociedad? Pues en
un primer momento nos encontramos ante regímenes autoritarios, que pretenden
imponer la voluntad del régimen sobre la voluntad social, pero si ese espacio del Estado
ocupa de manera absoluta el espacio de nuestra Sociedad en los términos de la
pensadora alemana Hannah Arendt, podemos entender entonces que se inician los
procesos para la instauración de un totalitarismo en determinado régimen porque el
Estado ocupa el espacio de la Sociedad; entonces diluimos esos rminos, diluimos
Estado con Gobierno, con Partido Político y con Sociedad. Cuando esos cuatro
conceptos se encuentran diluidos en un solo crisol, estamos en presencia de un
totalitarismo, vale decir la Alemania de Hitler, la Unión Soviética de Stalin, que son los
dos totalitarismos que Hannah Arendt, en su obra Orígenes del Totalitarismo, expone
como aquellos totalitarismos doctrinalmente puros, que existieron en la humanidad en el
siglo XX.
Bien, siendo esto así entonces, la sociedad como sociedad tiene una tarea y a la
vez una posibilidad de expresión, que no es otra que la permanente formulación de
demanda, la transmisión de necesidades, la exigencia de posibilidades de construcción
de expectativas viabilizadas a través del Estado.
Entonces, de la Sociedad emanan un conjunto de demandas que son presentadas
al Estado y este responde parte de esas demandas a través de decisiones estatales que
no son otras que políticas públicas, es decir, decisiones del Estado, de manera tal que,
la sociedad demanda decisiones y allí vemos que aparece entonces el concepto de
Gobernabilidad, entendiéndola como bien lo proponemos acá, como una interacción,
permanente, múltiple, dinámica, por decirlo de alguna manera, en donde Estado y
Sociedad tienen un permanente, dicho en términos coloquiales, tejemaneje; en donde la
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Sociedad propone, el Estado responde, la Sociedad reclama, la Sociedad protesta, en
función que el Estado responda necesidades que no está tomando en consideración y,
en definitiva que la Sociedad se expresa de una manera y el Estado se expresa también
de otra y la forma en que Estado y Sociedad se expresan son, para hacerlo más
comprensible, dos mecanismos:
Por parte de la sociedad, tenemos que de ella emerge una agenda social y en esa
agenda social están presentes, delimitadas y jerarquizadas el conjunto de necesidades
públicas que posee la sociedad, esa agenda social puede ser nacional, que son las
agendas de todo un Estado; pueden ser regionales, que son la agenda de determinadas
regiones, como es el caso del estado Bolívar y pueden ser igualmente locales en el caso
de las municipales, pero también podemos ir a agendas comunitarias, las agendas
sociales de determinados elementos o grupos de interés, como por ejemplo los médicos
o en un ámbito geográfico, igualmente, como puede ser, por ejemplo, un condominio.
Entonces tenemos que la sociedad conforma permanentemente una agenda
social dinámica, jerarquizada, porque el conjunto de problemas, necesidades y
demandas de la sociedad los ubica con base a sus necesidades dentro de determinada
jerarquía.
Siempre va a haber un punto inicial, más relevante en este caso, en estos últimos
tiempos, como todos sabemos, el tema del abastecimiento y del desabastecimiento, que
ocupa un primer lugar de la agenda de la sociedad venezolana, seguido de la
inseguridad, de la inflación de todos esos cinco elementos que a lo largo de estos últimos
años se han mantenido permanentemente estables; estables en el sentido del presente
dentro de la agenda social de la comunidad venezolana, de la sociedad venezolana, pero
por otra parte tenemos entonces la expresión del Gobierno.
¿Cuál es la expresión del Gobierno? La agenda del Gobierno, que contiene el
conjunto de decisiones y planificaciones para el cumplimiento de los fines propios de un
Estado, el mantenimiento de la soberanía territorial, el ejercicio del poder público con
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base en las atribuciones devenidas de la Constitución Nacional. En el caso de las
relaciones internacionales, el mantenimiento de una fuerza pública, de una fuerza
armada nacional que garanticen la soberanía del territorio, el mantenimiento y
preservación del Estado de Derecho, la administración de justicia, entre otros.
Pero también en esa agenda social entra un conjunto de políticas públicas, de
decisiones por parte del Estado, que tiene que atender la agenda social y allí es donde
vemos como necesariamente entre agenda social y agenda de gobierno debe crearse
un equilibrio mínimo en donde la agenda de gobierno de alguna manera tiene que
atender la agenda social, de manera tal que aquellos satisfactores de problemáticas,
necesidades y construcción de expectativas presentes en la sociedad, sea objeto de
atención por parte del Estado.
¿Qué tenemos entonces? ¿Cuál es el punto a través del cual la agenda social y
agenda de gobierno se entrelazan? Vemos como efectivamente tenemos no dos
opuestos porque es una relación dialéctica, permanente, dinámica, no opuesta, en
oportunidades, opuesta entre Estado y Sociedad, pero no es el común denominador que
las relaciones entre gobernados y poder sean necesariamente opuestas.
Lo que pasa en el caso venezolano, es que en estos últimos años hemos visto
cómo necesariamente, para que parte de la agenda social sea atendida como parte de
la agenda de gobierno, uno tiene que tirarse a la calle. O vemos como permanentemente
en las grandes ciudades del país cada vez que un conductor de un transporte público es
asesinado o es asaltado, entonces viene la reacción de los compañeros del fallecido o
del sujeto pasivo, por decirlo de alguna manera, entonces revierte en una problemática
social de calle, pero la problemática de calle no necesariamente siempre tiene que estar
caracterizada por un elemento de confrontabilidad entre Sociedad y Estado, aunque en
los últimos tiempos, en Venezuela hemos visto que esto es así.
¿Por qué? Porque la agenda de gobierno al parecer andar por un lado y la agenda
de la sociedad por otro. Entonces vemos como el problema del desabastecimiento que
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ocupa el primer lugar en las últimas mediciones que se han hecho en estos últimos
meses, el gobierno lo que hace es declarar que eso es consecuencia de una guerra
económica, que todavía no hemos visto donde se libran esas batallas. O que el
componente de inflación, que nos sitúa entre las más altas del mundo, según las últimas
mediciones no del Banco de Venezuela, que tiene como aguantadas las cifras, pero al
parecer en Venezuela estamos ahorita en una inflación que bien puede estar tocando ya
el sesenta por ciento (60%), lo que ahora efectivamente nos coloca como la primera
inflación del mundo e igualmente se dan otras razones, pero no se ataca el problema de
manera contundente.
Entonces vemos cómo entre gobernantes y gobierno existe, no una dicotomía
pero una relación dialéctica, como lo decía antes. Por una parte, están los intereses
de la sociedad, de los grupos de interés; por otra parte tenemos las capacidades de
incidencia que esa sociedad pueda tener sobre la conformación de la agenda de
gobierno y entonces allí viene un tejemaneje permanentemente válido, que es que la
sociedad negocia con el Estado, trata de influenciar sobre el Estado a través de su
órgano de gobierno, para que sus intereses entren dentro de las posibilidades de
conformación de la agenda de gobierno no de manera exclusiva pero si de manera
complementaria.
Y entonces, esa negociación política supone permanentemente por parte del
Estado, una organización de la estructura del Estado y del gobierno, y por supuesto las
posibilidades de tener una capacidad de respuesta eficiente sobre esos planteamientos
hechos por la sociedad. ¿A través de qué? A través del diseño de políticas públicas que
son las decisiones del Estado.
Ahora bien, entonces ese elemento que nosotros entendemos como
gobernabilidad es un proceso de equilibrio de intereses entre actores claves, en este
caso sociedad o gobierno, como dos grandes bloques, en donde ese equilibrio lo
podemos interpretar a través de uno de los fundamentos claves de la teoría del juego,
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como lo es el equilibrio de John Nash, que no es otra cosa que una viabilización y una
negociación permanente de los intereses de ambos grupos.
Si de ese equilibrio emerge entonces el concepto, la visión o una idea de
gobernabilidad entonces vamos llegando ya a varias conclusiones. En primer lugar la
gobernabilidad, entonces, necesariamente, supone una relación entre dos actores:
Sociedad y Gobierno. En segundo lugar, las formas de expresiones válidas o inmediatas
de esos dos actores son, en un primer momento, la agenda social por parte de la
sociedad y en segundo lugar, la agenda de gobierno por parte de quien ostenta el poder.
Sabemos cuáles son los componentes de la agenda social que son las
necesidades, los reclamos, posibilidades de construcción de expectativas, entre otros y
sabemos cuáles son los componentes de la agenda de gobierno, las decisiones y por
supuesto, las políticas públicas como expresión de estas decisiones.
Como expresión que necesariamente supone tres elementos claves:
Incidencia a través de la efectividad de las decisiones.
Capacidad de buena administración a través de la eficiencia de esas
decisiones.
Ética en la distribución de los recursos humanos y financieros que supone la
implementación de políticas públicas en el marco de las negociaciones y
relaciones entre Sociedad y Estado.
¿Qué tenemos entonces? De allí, a concluir que la gobernabilidad es una
percepción, estamos a un paso. Porque en primer lugar entendemos entonces a la
gobernabilidad como un valor democrático y solo allí puede estar vigente un concepto de
gobernabilidad.
La gobernabilidad es una forma de expresión del pensamiento ciudadano en una
capacidad analítica por parte del individuo o los grupos en una sociedad, de las
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posibilidades que tienen las políticas públicas sobre los problemas que emergen en una
sociedad.
En autoritarismo no. En ese caso usted tiene una percepción sobre la libertad que
tiene una política pública de manera crítica y a usted inmediatamente lo despaturran, le
echan quinientas mil bombas lacrimógenas de gas del bueno y del malo”, entonces se
da un ejercicio represor por parte del Estado en su capacidad de un ejercicio libre que
usted tenga, pueda tener o pueda construir de la percepción individual del impacto que
tiene de una política pública sobre las problemáticas reales de una sociedad. A través de
un análisis de su eficacia, de su efectividad y de la ética a través de la cual el Estado
distribuye o ejerce los recursos.
¿Por qué digo ética? Para hacer simplemente un paréntesis muy breve. Porque
el Estado tiene que ser ético en uno de los componentes que vamos a analizar hoy aquí,
que es el de la vigencia y permanencia de un estado de derecho como lo es un estado
democrático.
Una de las cosas que traduce el estado de derecho es la abstracticidad en el
ejercicio de la justicia. De la administración de justicia por parte del Estado. Entonces,
¿por qué decimos ética? Porque no es posible que a dos alcaldes los destituya la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia constituida en Tribunal Penal y estos dos
alcaldes no reciban ningún beneficio porque son terriblemente peligrosos para la
sociedad y a los días vemos cómo un alcalde juzgado por crímenes que suponen delitos
de corrupción, sea liberado en una medida humanitaria como lo fue el alcalde ese que
liberaron en Valencia.
Entonces ¿hay más ciudadanos que otros? No. Hay un ejercicio absolutamente
carente de ética por parte de la administración de justicia del Estado. Entonces ese
elemento de la ética definitivamente impacta de manera directa sobre la percepción de
gobernabilidad que tiene la sociedad dentro del componente de ejecución, de aplicación
y de implementación de la agenda de gobierno por parte del Estado.
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¿Es tan sencillo entender entonces, la gobernabilidad como un equilibrio entre
agenda de gobierno y agenda social? Definitivamente no. Si fuese tan sencillo como
entender un equilibrio entre agenda de gobierno y agenda social pues esto sería “coser
y cantar”. El Estado manipularía los elementos que constituyen la agenda social de
manera tal de adecuarlo a la agenda de gobierno. ¿Eso les parece a ustedes lógico?
¿Una manipulación de la agenda social, con miras a adecuarla a una agenda de gobierno
para hacerla parecer más ética, o más eficiente, o más eficaz a ojos de la sociedad? ¿Es
posible hacerlo? Claro que es posible hacerlo.
Para poner un ejemplo histórico del siglo XX y para no meternos en camisas de
once varas, vamos a volver a la administración política del Tercer Reich. Cuando Hitler
llega al poder en enero de 1933, lo primero que se le ocurre es mandar a un tonto
holandés a incendiar el Tercer Reich y se atribuye entonces una ley habilitante para la
protección y seguridad del Estado y la sociedad alemana. Y a partir de ese momento, el
Tercer Reich, por medio de la Cancillería a cargo de Adolf Hitler, se identifica un enemigo
externo: el bolchevismo estalinista. El enemigo interno serían los judíos. Quienes fueron
unos de los responsables de aquella puñalada por la espalda que llevó a aquella
capitulación por parte de Alemania, en Versalles en 1918. Sobre esta idea, entonces, el
Tercer Reich construye una agenda de gobierno que se adecúa a una agenda social,
pero viabilizada y matizada a través de esos dos enemigos.
Ustedes pueden aquí imaginarse quienes son el enemigo externo nuestro. Los
gringos malditos que permanentemente no nos han dejado levantar cabeza a lo largo de
toda la historia de la República de Venezuela, elemento que ha sido traído muchas veces
dentro del contexto de la administración pública por parte de gobiernos anteriores pero
también ahora tenemos un enemigo interno, además bicéfalo. Tenemos al enemigo
interno de la oligarquía desgraciada vende-patria, y por otra parte a los argumentos
opositores que son los que permanentemente nos están saboteando el cuento. Tenemos
servida la mesa.
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Dicho esto, entonces nos damos cuenta que la construcción o el alcance de una
visión de gobernabilidad va más allá, por supuesto, de una comparación muy fría y muy
simple entre agenda de gobierno y agenda social.
Me imagino que cada uno de ustedes está familiarizado con la premisa que “Y” es
igual a la función de “X”. En donde “Y” es una variable dependiente de una “X”, que
dependiendo cómo se comporte la “X”, se comportará la “Y”. En un plano, tenemos una
“X” que es horizontal, es la gestión pública y la eficiencia, eficacia y efectividad, que lleva
a la mano el ejercicio del poder, por parte del gobierno. Esa es nuestra variable “X”. Es
decir, la que influye sobre los grados de satisfacción social o el nivel de satisfacción social
va a depender de la capacidad de la gestión pública y su eficiencia.
De manera tal que, si nosotros cruzamos las dos curvas que representan tanto
agenda de gobierno como la agenda social, el punto donde se cruzan es un punto de
gobernabilidad y equilibrio que está totalmente determinada por un conjunto de factores
ajenos a ella. Por lo tanto, también hay en la definición de las curvas, un conjunto o
cantidad de “X” y en este caso la “Y” va a ser cada una de las dos agendas. Este punto
de equilibrio, supone igualmente, por una parte un punto de gobernabilidad y equilibrio y
una satisfacción por parte de la sociedad de equilibrio. De manera tal que en ese punto
que tenemos nosotros allí existe esa percepción sobre la gestión pública efectiva en ese
nivel que se encuentra en el cuadrante “D” y supone una satisfacción por debajo del
promedio o de la mitad del 50% de esa satisfacción de equilibrio.
Y eso está determinado igualmente por la cantidad de recursos que el Estado
disponga. Si nosotros movemos la línea recta, que es constante, y que son los recursos
del Estado, y el Estado tiene mayores recursos, con la misma estructura de la agenda
social, necesariamente el nivel de satisfacción crece.
Igualmente tenemos esta otra visión: permanentemente las agendas sociales
tienden a expandirse. Es decir, cada vez va a ser mayor el grado de exigibilidad de la
sociedad sobre el Estado. ¿Por qué? Porque permanentemente las sociedades van
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creciendo y se van complejizando, y el Estado, necesariamente, tiene que tratar de
expandir la agenda de gobierno para paulatinamente satisfacer la agenda social.
En ese equilibrio dinámico de relaciones entre Estado y Sociedad es necesario,
lógicamente, una mayor capacidad de administración y generación de recursos para
hacer frente a la agenda social por parte del gobierno.
En definitiva, las relaciones entre Estado y Sociedad se pueden llevar, como dicen
los economistas ceteris paribus, a una visión de relaciones dinámicas permanentes entre
agenda de gobierno y agenda social. Pero una variable inmediata tiene que ser
incorporada a esa relación que es la de disposición de recursos por parte del Estado.
¿Qué nos lleva eso a concluir? Que en el caso de Venezuela, necesariamente,
las posibilidades de relaciones entre agenda social y agenda de gobierno tienen que ser
revisadas porque una variable externa está impactando esas relaciones, y no es otra que
el caos. Entonces los modelos de fractura y los conceptos se relativizan.
Es impacto del caos sobre las relaciones entre las dos agendas suponen la
incorporación, al modelo, de otro elemento. Y ese otro elemento son los programas de
acción directa, así conocidos en los programas políticos. En el caso de Venezuela, las
misiones.
Gracias, buenos días.