resolver la crisis. Como se dijo anteriormente, si la humanidad es capaz en
este tiempo de colaborar con la recomposición de la casa común, es deber
reconocer, en honor a la verdad, que individuos y colectivos, religiosos y no,
científicos, filósofos, teólogos y asociaciones variopintas han dado un
valiosísimo esfuerzo en esta línea (n. 7. 62).
Pretendo con este escrito glosar la aportación del Papa jesuita, de
manera que, exponiendo sus convicciones sobre la cuestión ecológica, pueda
resaltar cómo su contribución empalma buenamente con la tradición del
Magisterio Social, al tiempo que lo supera, pues todo abordaje debe
considerar incluso aquello que, volente o nolente, resulte incómodo por revelar
la propia participación en ello, especialmente en su dimensión pecaminosa.
Porque también deseo dar a conocer el escrito pontificio, respeto la
distribución original, de manera que quien desee volver sobre la encíclica, se
ubique con mayor facilidad. Al final, se ofrecen unas sencillas consideraciones
como colofón de mi participación.
Lo que le está pasando a nuestra casa
En consonancia con Juan Pablo II, que en 1992 zanjó la separación entre
fe y ciencia, emblemáticamente simbolizada en la persona de Galileo Galilei,
Francisco toma en consideración los descubrimientos científicos más
recientes en cuestión ambiental como forma concreta de oír el gemido de la
tierra, para «convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así
reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar» (n. 19). Con
otras palabras: sabiéndose hombre de fe, que habla en primer lugar a fieles
creyentes, su cristianismo no lo inhabilita para que asuma las bondades de
las ciencias en este aspecto, sino que, dándolas por supuesto, y apoyándose
en ellas, proponga la personalización de la crisis global como paso inicial a la
búsqueda de soluciones a todo lo que a continuación se tematizará.
Cambio climático: «es un problema global con graves dimensiones
ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de
los principales desafíos actuales para la humanidad» (n. 25). Si «el clima es