Foro Guayana Sustentable. Revista Informativa de Investigación Nº 19
Desafortunadamente, cuando trabajamos con la Panamazonia, hacer las cosas de
un día para otro no funciona, y de alguna manera esta cosa que traté de escribir aquí
de una forma un tanto poética, de alguna manera no es poética ni es técnica pero
bueno es una conspiración de todas estas cosas, no?, y la cosa comienza así : “es
evidente, es un mundo de agua, -ya ven la foto, esa foto forma parte justamente de
cuando fuimos con nuestros estudiantes a tomarnos las primeras fotos para hacer la
propuesta que luego ellos le harán, es evidente es un mundo de agua-, niños del agua
que juegan, que pescan, sienten la arena y el calor del suelo bajo sus pies, y
comparten con sus padres –cosas que a veces en nuestras sociedades pasa poco- y
abuelos, y aprenden de sus ancestros –ellos tienen la tendencia de tener una cultura
más oral, y que a veces la gente dice que es mala yo diría que no es mala, yo diría que
es muy buena- niños de curiara, que hacen las veces de carritos de niños de la ciudad,
niños que también van a la escuela, son niños de la Orinoquia, de la Panamazonia,
que experimentan día a día con lo vivo, con lo natural y saben que el rio, la orilla, las
crecientes, sus descensos, sus albores rivereños están allí, si, y los respetan, si,
interactúan con ellos, como si fueran sus congéneres, como cuando el cotoperí deja
caer sus frutos en el agua para alimentar los peces –ese árbol que está allí es un
cotoperí, okey?- gigantes arbolados propios de ecosistemas simbióticos, donde todos
se ayudan, las hojas caen al suelo, la humedad de la inundación anterior las
descompone, se convierten en nutrientes para volver otra vez como alimento al árbol y
dar vida nuevamente esperando la próxima crecida.
Ilustración 9.
Cotoperí dentro del agua del río Orinoco.