Es importante destacar que la censura ejerce un efecto corrosivo. En
los
medios, porque intimida y distorsiona el periodismo responsable y crítico. En
los
usuarios de los medios, porque hace más complicado acceder a la
información
veraz y oportuna. Y en el conjunto de la sociedad, porque se continúan
demoliendo
los derechos democráticos. "Censura que algo queda", parece ser la orden. Y lo
que queda se acumula en perjuicio de los
venezolanos.
En ambos casos, el elemento común es el miedo inducido desde los
múltiples
frentes emisores, ubicados en cada uno de los poderes
públicos.
En este sentido, la libertad de prensa es un concepto
cuantificable. En
Venezuela se mide en 300 juicios, 100 de ellos en el último año, contra
periodistas
o medios; 84 alertas de atentados contra la libertad de prensa ocurridos en
los
últimos 36 meses; 80
procedimientos
abiertos contra un solo canal de televisión
y
otros contra televisaras y emisoras de radio; periodistas con 3, 4 y hasta 10
juicios
en proceso, 6 asesinados,
caricaturistas
perseguidos, más de 1.200
agresiones
a periodistas y medios, y 1 canal de televisión
cerrado.
Esta realidad exige repensar la democracia a través de la labor de los medios
y
de los periodistas. Ante ese par de mensajes, ante la polarización más
perniciosa
que recuerde la historia del país, no se puede ser imparcial y menos en el
ejercicio
del
periodismo.
Ese ejercicio debe perrnitir las misrnas
oportunidades
para que todos
los
actores puedan expresar sus puntos de vista y aportar, desde su posición,
las
necesarias y variadas visiones que exige toda democracia; especialmente
cuando
se trata de sustituirla. Es decir, el periodismo a través del contraste equilibrado de
ideas debe ser garante de la pluralidad política, como sustento de la
democracia.
El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el
artículo
13 de la Convención Americana de Derechos Humanos, los artículos 57, 58 y
108
de la Constitución, la Ley de Ejercicio del Periodismo y el Código de Ética
del
Periodista, hacen hincapié en la necesidad de que los principios de
imparcialidad,
equilibrio y pluralidad, sean el norte del periodismo en momentos de crisis, en la
cobertura de temas
conflictivos.