Digital: ISSN 2790 5039 Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 Depósito legal impreso: PP201202DC4092
GUAYANA MODERNA
https://revistasenlinea.saber.ucab.edu.ve/index.php/guayanamoderna/index
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
Ensayos
Fecha de recepción: 04-09-2024
Fecha de aceptación: 19-10-2024
pp.: 127-140
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus
implicaciones en la democracia y la educación
Interculturality and relationality: a reflection on their implications for democracy and education
Wilfredo Rafael González Rodríguez
Universidad Católica Andrés Bello
Ciudad Guayana, Venezuela
Correo: wgonzale@ucab.edu.ve
Orcid: https://orcid.org/0009-0004-0123-6223
Resumen
En lo que sigue se considera fundamental para la Interculturalidad el concepto de Relacionalidad. Sin ella
la viabilidad de la interculturalidad no es posible. La relacionalidad, no solo entre individuos sino también
entre culturas, puede conducir a la reciprocidad de dones culturales, lo que llevaría a un sentido de unidad
e identidad compartida, hoy tan necesarias. Asimismo, se examina el concepto de interculturalidad y sus
implicaciones para la democracia y la educación y se apunta la necesidad de tomar en cuenta la controversia
ético-política subyacente a la interculturalidad en América Latina, y la influencia de la globalización
económica y la tecnología digital en la interdependencia de las sociedades contemporáneas. Se insiste en la
importancia de la educación en el fomento del diálogo intercultural. La educación es crucial para la relación
entre la democracia y la interculturalidad. Al reflexionar sobre la relación entre interculturalidad y
democracia, se indica que combinarlos requiere problematización y se apunta que la lucha por el
reconocimiento basada en la relacionalidad, base de la interculturalidad, es en última instancia la fuerza
impulsora de la democracia. El rol de la educación en la interculturalidad y la democracia necesita un
enfoque crítico de la educación intercultural, uno que reconozca las dimensiones políticas y sociales y vaya
más allá de las nociones culturalistas. Finalmente, se apuntan los desafíos y oportunidades de la
interculturalidad en un mundo globalizado, y su relación con los derechos humanos y la sostenibilidad.
Palabras clave: Relacionalidad, Interculturalidad, Democracia, Educación, Globalización.
Abstract
In what follows, the concept of Relationality is considered fundamental for Interculturality. Without it the
viability of interculturality is not possible. Relationality, not only between individuals but also between
cultures, can lead to the reciprocity of cultural gifts, which would lead to a sense of unity and shared identity,
so necessary today. It also examines the concept of interculturality and its implications for democracy and
education and points out the need to take into account the ethical-political controversy underlying
interculturality in Latin America, and the influence of economic globalization and digital technology on the
interdependence of contemporary societies. The importance of education in fostering intercultural dialogue
is emphasized. Education is crucial to the relationship between democracy and interculturality. In reflecting
on the relationship between interculturality and democracy, it is pointed out that combining the two requires
problematization and that the struggle for recognition based on relationality, the basis of interculturality, is
ultimately the driving force of democracy. The role of education in interculturality and democracy requires
a critical approach to intercultural education, one that recognizes the political and social dimensions and
goes beyond culturalist notions. Finally, the challenges and opportunities of interculturality in a globalized
world, and its relation to human rights and sustainability, are pointed out.
Keywords: Relationality, Interculturality, Democracy, Education, Globalization.
Digital: ISSN 2790 5039 Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
12
8
Introducción
En lo que sigue nos aproximamos a una
visión crítica sobre la noción y práctica de la
interculturalidad, destacando la necesidad de
su fundamentación en la relacionalidad. Se
señala que, a pesar de su popularidad, la
interculturalidad requiere un examen s
profundo en términos de su fundamentación,
expresión, comprensión y uso. Además, se
reflexiona sobre la subyacente polémica
ética-política que la atraviesa en
Latinoamérica, la influencia de la
globalización económica y la tecnología
digital en la interdependencia de las
sociedades contemporáneas, en el marco de
las transformaciones culturales (Floridi,
2014) que están dándose en estos tiempos.
La educación y su llamado al diálogo
intercultural, es fundamental en la relación
entre democracia e interculturalidad. Lo cual
hace necesario un examen de ciertas
perspectivas ideológicas que deben discutirse
en provecho de tantos esfuerzos por validar
esta perspectiva.
La relacionalidad
Nuestro punto de partida es la enorme
dificultad de que haya reconocimiento, es
decir, un encuentro con el otro que pertenece
a lo que somos, no estratégico que tiene como
finalidad el dominio, sino auténtico que
presupone que las formas de ser del otro
tienen valor, (que configuran posibilidades
reales de mutuo enriquecimiento), sin
relacionalidad. Si la relación es lo que
constituye a las personas, entonces, puede ser
el fundamento de la interculturalidad. Por
tanto, sin relacionalidad no hay
interculturalidad sostenible (Sepúlveda,
2021) en la Tierra. Dicho positivamente, la
relacionalidad, no solo entre personas, sino
entre culturas, puede hacer que los otros, sean
estos indígenas de la Amazonía o habitantes
de las periferias de las grandes ciudades
(Trigo, 2013), lleguen a la mutua afección, a
la reciprocidad afectiva, de tal modo que se
consigan sentirse parte uno de otro en una
proteica relación de reciprocidad.
El reconocimiento mutuo y la
comunicación constituidos en la
relacionalidad dejarían de ser meramente
reivindicativas o importantes intercambios
regulados, para convertirse en nutrientes de la
vida compartida. Se entiende que, por
ejemplo, el marco del Estado de derecho es
necesario, sobre todo para controlar los
abusos, no por la fuerza, sino por la ley; pero
no es suficiente. Porque las Constituciones,
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
12
9
las Leyes y sus instituciones también son
construcciones culturales cargadas con
sentidos y significados no siempre fáciles de
asimilar. Así se entiende que no alcancen a
fundamentar la convivencia entre1 las
distintas comunidades culturales, fueren de la
Amazonía, (ancestrales cuidadores del
ecosistema) o de zonas suburbanas (Espinosa
y Bolívar, 2012).
La relacionalidad, en cambio, permitiría
pasar de la relación asimétrica a la relación
constitutiva del nos-otros”. Al final, en este
proceso dinámico de la constitución
relacional de las personas, en la que nadie
deja de ser la que es y sigue haciéndose, se
decide el derrotero de la propuesta
intercultural frente a las injusticias, las
desigualdades y los desconocimientos entre
los seres humanos de las diversas culturas.
Esta relacionalidad proteica, abierta e
incierta, está en el cauce del tiempo. Esto es
importante porque la simultaneidad, por
ejemplo, que propician las nuevas
tecnologías, a diferencia de la relacionalidad
intercultural, no es equivalente a los tiempos
de los procesos históricos y culturales de las
naciones y países que conforman el centro
geopolítico vigente. Los usos de dispositivos
que permiten “hablarse y verse en vivo”
resultan engañosos si no se cae en la cuenta
de que la temporalidad (cotidianidad) está
arraigada en contextos particulares que se
inscriben en horizontes históricos y culturales
distintos (Asia, África o Latinoamérica). No
son meras diferencias del huso horario.
También hay que tomar en cuenta que los
dispositivos digitales no surgieron por
generación espontánea, sino que,
precisamente, tienen la lógica del paradigma
científico-técnico, por tanto, de la cultura en
la que nacieron.
Una característica de los dispositivos al
corriente es la caducidad. Su tiempo está
calculado. Están diseñados para ser usados y
desechados en un tiempo determinado. En
cambio, el tiempo de las comunidades
culturales (el del trabajo, la fiesta, las
ceremonias, entre otros) es distinto al de los
artefactos, porque se despliega en pasado,
presente y futuro, y en él tienen lugar
procesos abiertos de desarrollo y crecimiento
propios de las relaciones entre seres
humanos. Luego, la fascinante simultaneidad
de la globalización que propicia la
tecnología, y la caducidad de los artefactos
cuya reproducción parece no tener límites,
debe examinarse en cuanto afectan las
tradiciones y costumbres de quienes los usan
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
0
cotidianamente. Sin demonizarlos ni
endiosarlos, sino sabiendo que apropiarse
positivamente de ellos requiere conciencia de
las coordenadas histórico-culturales de las
diversas regiones del planeta.
Al respecto es notable lo que sucede con
las TIC (Tecnologías de la Información y la
Comunicación) que, por un lado, ofrecen
numerosas ventajas como mayor acceso a la
información, reducción de costes en el sector
laboral, mayor conectividad entre las
personas, etc. Pero que, por otro lado, la
digitalización no se está dando por igual en
todo el mundo. Porque, también en esto,
existe un desequilibrio, esto es, una brecha
digital. Su superación exige, más allá de la
simultaneidad y la sincronía virtual, un nuevo
entendimiento de la realidad intercultural.
De modo que, la necesidad de reconocer
y valorar la diversidad cultural en un mundo
globalizado, interconectado e interdepen-
diente, pasa por la comunicación intercultural
basada, no en el encanto de la virtualidad ni
en comparaciones sesgadas y etnocéntricas
(“adelantados” y “atrasados”), sino en la
relacionalidad plasmada en interrelaciones
horizontales que se resisten a la pérdida del
contacto presencial. Esto es, en una
interculturalidad entendida como un proceso
fluido y continuo de las culturas que incluye
la identidad, la corporalidad y el lenguaje,
cuyo sentido no está en mediar un consenso
racional abstracto, sino en volver a mediar un
consentimiento de valores como puente entre
culturas.
Interculturalidad y democracia
La popularidad de la idea de
interculturalidad en diferentes partes del
mundo significa que existen muchos
significados y formas diferentes en que se
entiende, representa y expresa la noción. En
contraste con la polisemia de lo intercultural,
la democracia a menudo parece entenderse
superficialmente a través de
conceptualizaciones universalistas y/o
absolutistas. Combinar interculturalidad y
democracia requiere, por tanto,
problematización.
Tal problematización requiere un
abordaje ético-político que lo distinga, tanto
de la idea del destino (fatum), del
providencialismo, de la pretendida
superioridad de la razón ilustrada frente a
cosmovisiones orales, míticas o ancestrales,
consideradas buenas para los museos y los
simposios, pero no para el desarrollo y el
progreso, también que sepa lidiar con las
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
1
concepciones de la historia movida por
antagonismos irreconciliables, que integre y
no fragmente.
¿Cómo se construye la noción de
intercultural de abajo hacia arriba? ¿Desde el
demos hacia las instituciones que regulen la
convivencia entre los que son distintos? Hay
que des-cubrir el desempeño de ideologías en
competencia que se encuentran encubiertas
en los paradigmas educativos vigentes.
Algunas de las ideologías encontradas
marcan claramente discursos eurocéntricos y
una estigmatización del otro. Además, la
forma en que se depura lo político puede
engendrar un lenguaje de despolitización y
obediencia.
Desde esta perspectiva intercultural
crítica se problematiza la relación entre
democracia y cultura. Consideramos que la
lucha por el reconocimiento basado en la
relacionalidad, fundamento de la
interculturalidad, es finalmente el dinamismo
último de la democracia. Esto es,
reconocimiento, relacionalidad y democracia
van de la mano. Esto permite el sano
cuestionamiento de los términos, conceptos y
nociones (Estado, Constitución, Territorio,
Nación, País, Autonomía, Soberanía,
Individuo, Sociedad Civil y Ciudadano) que
se inscriben en la larga lucha por instaurar la
democracia. Ninguno de estos términos se ha
convertido en realidad sin tensiones y
conflictos, y más cuando están sesgados
ideológicamente. Hoy se sabe que la razón de
la conflictividad no se explica únicamente
por la lucha antagónica e irreconciliable de
intereses de clases (marxismo), ni por la
minoría de edad (Racionalismo ilustrado), ni
por determinismos geográficos
(Positivismo), sino por dinamismos de
dominación subyacentes en los distintos
procesos civilizatorios. Entre ellos la
pretendida superioridad de la cultura
occidental y cristiana.
Entonces, si la democracia es entendida
como gobierno del pueblo, es necesario que
se aclare qué se entiende por pueblo y quiénes
lo conforman. La historia de las culturas de
los países periféricos (Latinoamérica o
África) da cuenta de una larga y sostenida
exclusión de los vencidos en las guerras de
conquista y colonización. La herida que
quedó en los perdedores ya tarda en sanar en
medio de propensiones, tendencias,
propósitos, de repetidos inicios de acciones
colectivas que se frustran antes de llegar a su
término y vuelven a empezar. La constitución
del sujeto político, del demos de la
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
2
democracia, pasa por la expresa inclusión de
los otros siempre relegados a las periferias
internas o externas, bajo figuras de minoría
de edad, barbarie, atraso y subdesarrollo, por
consiguiente, despojados de real
subjetualidad y ciudadanía. Por tanto, la
instauración de la democracia exige liberar
las nociones de justicia, libertad, igualdad y
fraternidad de los usos y abusos
ideologizados. La democracia que se quiera
establecer tiene que basarse en la historia y la
memoria de los pueblos y países que son
multiétnicos y pluriculturales. Reconocerse
relacionándose de otros modos.
La apuesta por la democracia desde la
interculturalidad se hace cada vez más
desafiante. Ahora, sin victimismos ni
heroísmos que encubren y desvirtúan la
realidad histórica, frente a cierta ceguera de
los enfoques liberales y consensuales
actuales que tienden a desconocer el fluir de
las diversas corrientes que forman la
identidad, para que se realice la democracia
se tienen que asumir y articular las distintas
voces de la única humanidad que somos. De
modo que las nuevas reglas de juego
democrático surjan de la dinámica de la
convivencia intercultural y cristalicen dando
lugar a la diversidad más allá de
declaraciones formales.
Una democracia así tendrá anticuerpos
para enfrentar el peligro de discursos
comparativos que promueven la
autosuficiencia (self made), la acriticidad de
los satisfechos con el actual estado de cosas y
la indiferencia e indolencia ante los asuntos
públicos. Esto es, la conciencia de que otra
democracia es posible si se superan la
pretensión de inmunidad de ciertos
esencialismos culturales que marginan y
discriminan a otros países, pueblos y
naciones.
Hay que insistir en la co-construcción de
la democracia y lo intercultural porque pocas
veces se piensa en la interculturalidad para
elaborar políticas de justicia y gobernanza.
No se trata, como dicen las empresas
consultoras, de hacer control de daños ante
las viejas y nuevas corrientes identitarias,
sino desmontar el paradigma que considera a
las identidades como esencias puras,
naturales e inmutables, y dar paso a uno
democrático, dinámico e histórico. Por tanto,
hay que hacerse cargo y dar cuenta de cómo
las cosmovisiones, paradigmas e imaginarios
son co-construidos, negociados y ejecutados
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
3
por los diversos interlocutores de la
interculturalidad.
Interculturalidad, democracia y educación
La relación entre la interculturalidad y la
democracia es compleja y multifacética. Un
factor relevante es la educación. Esto es
especialmente importante en sociedades
marcadas por la desigualdad y la inequidad,
donde la educación puede ser una
herramienta para establecer una verdadera
convivencia democrática. Sin embargo, la
construcción de una educación intercultural
puede ser problemática porque ha estado
marcada por discursos eurocéntricos que
estigmatizan al otro, lo que puede ha llevado
la despolitización, la obediencia y el conflicto
latente. Por lo tanto, se requiere un enfoque
crítico de la educación intercultural, uno que
reconozca las dimensiones políticas y
sociales y vaya más al de las nociones
culturalistas.
La relación simbiótica entre la educación
intercultural y la vida democrática es
fundamental, ya que aunque muchos sistemas
políticos se autodenominan democráticos, a
menudo su gobernanza no refleja principios
democráticos. Esto se debe, en parte, a que
tanto en la educación como en la política,
frecuentemente prevalece un autoritarismo
que obstaculiza el reconocimiento mutuo en
cuestiones de interés público. La formación
de ciudadanos preparados para una nueva
dinámica política es esencial. Por lo tanto, la
democracia requiere de una pedagogía
específica y de instituciones que se
construyan desde la base hacia la cúspide, es
decir, necesita de una cultura democrática
que fomente sujetos con la capacidad de
influir en la creación de identidades abiertas
y normas de interacción social, así como en
el desarrollo de prácticas de participación y
colaboración, y en la promoción de un
lenguaje y comunicación que equilibren la
libertad con la responsabilidad. La educación
intercultural debe ser un motor que impulse
la democracia y garantice la constante
renovación del sistema político.
Por eso, es necesario llevar a cabo una
renovación en los programas curriculares
para insertar un nuevo modelo que permita no
solo abordar el conocimiento, sino también
promover la integración y la igualdad como
valores pilares dentro de una convivencia
democrática. El paradigma educativo
intercultural debe fomentar la conformación
de un sujeto político que cristalice en una
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
4
ciudadanía que vele por la libertad, la justicia
y la equidad, y, por tanto, respetuosa de la
diversidad cultural. De tal modo que sean
ellos los futuros ciudadanos que transformen
esta sociedad que todavía sigue con el virus
de la discriminación y la inequidad. Algunas
de las tareas de este desafío serían:
Ante el antagonismo entre grupos sociales y
la supremacía cultural (Tuñoque y otros,
2021)
La hostilidad entre diferentes grupos
sociales se debe a la creencia en la
superioridad cultural. Esta disputa se centra
en las diferencias culturales. Sin embargo,
esta cuestión se ha abordado legalmente,
estableciendo la inclusión como un derecho
social que busca fortalecer la convivencia
social. Para lograrlo, la educación desempeña
un papel fundamental.
Tensiones culturales y educación
A pesar de los esfuerzos, las tensiones
culturales aún no se han resuelto por
completo. La educación, a través de
proyectos bien formulados, puede promover
el intercambio cultural en un país diverso.
Esto no solo fomenta la convivencia
democrática, sino también contribuye a la
identidad nacional, redescubriéndose en la
relación con otros.
La educación en y desde la
interculturalidad exige que la sociedad se
convenza del insustituible aporte de las
humanidades. No habrá democracia sin
sujetos críticos, virtuosos y libres que se
encarguen de la complejidad de la sociedad
del conocimiento, los impactos de la cultura
digital, el calentamiento global, las
migraciones, el neo-fundamentalismo de
cuño religioso, los nacionalismos, los
reclamos identitarios y las guerras.
Nuevamente, porque los que se forman
enfocados únicamente para satisfacer las
demandas del mercado de trabajo, reducen
sus posibilidades de ser innovadores y
creativos, se desinteresan de los reclamos de
la vida pública, no cultivan relaciones
humanizadoras (sino el costo de las
relaciones), se aíslan en burbujas
autorreferenciales, absolutizan el presente.
La consecuencia de todo esto es la pérdida del
sentido de comunidad2.
Convivir y reconocer la diversidad
Convivir implica reconocer la diversidad
sin hacer distinciones basadas en raza,
origen, religión, discapacidad, idioma o
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
5
género. Esto requiere prácticas de tolerancia
y respeto absoluto por los Derechos
Humanos y las libertades individuales. En
última instancia, la convivencia democrática
solo es posible si se basa en estos valores
fundamentales, considerando nuestra
diversidad cultural.
Sheila Aikman (1997) se pregunta, lo que
también valdría para muchos países de
Latinoamérica, ¿qué significan en el contexto
del Estado peruano conceptos fundamentales
para la interculturalidad como la democracia
y la igualdad, la sociedad civil y el
movimiento indígena? ¿Puede una
interculturalidad basada en llamados
apolíticos al diálogo y al respeto por la
pluralidad cultural y lingüística satisfacer las
necesidades de los pueblos indígenas y sus
enfrentamientos diarios con relaciones
interculturales opresivas y desiguales?
Creemos que no y que mientras no se
profundicen las relaciones personales,
sociales y comunitarias, más allá de un
determinado marco legal, siempre quedarán
sin superarse los conflictos y las heridas
tantas veces denunciadas y pocas veces
sanadas.
La educación para la interculturalidad, la
ciudadanía y la democracia (Schmelkes,
2009), tanto en su sentido amplio como
plural, sigue siendo de gran importancia.
Creemos firmemente que la diversidad,
cuando es reconocida y fortalecida, refleja la
diversidad y complejidad de los imaginarios
de los pueblos que, con sus conflictos y
procesos en marcha, buscan una alternativa
superadora. Estas distintas formas de
comprender el mundo y su evolución
desafían profundamente las concepciones
establecidas de la interculturalidad, la
democracia, la ciudadanía y la educación
necesaria para promoverlas.
Como resultado, entendemos la
interculturalidad como una forma de ir más
allá de las nociones culturalistas egocéntricas
de lo intercultural, argumentando que lo
político y lo social no pueden separarse de lo
intercultural cuando se habla de democracia
a riesgo de continuar la erosión de los
avances en la interculturalidad por la
descomposición económica, regional y
mundial (Simpson y Dervin, 2019).
De modo que, la interculturalidad y la
democracia están estrechamente
relacionadas. Aquí la educación desempeña
un papel fundamental en su desarrollo. Es
importante abordar críticamente la
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
6
interculturalidad para lograr una convivencia
democrática genuina.
Desafíos y oportunidades en un mundo
globalizado
La interculturalidad se define como el
respeto y la promoción de la diversidad
cultural, bajo el reconocimiento común de los
derechos humanos y la dignidad de cada
persona, independientemente de su origen.
En el contexto latinoamericano, la
interculturalidad adquiere una relevancia
particular debido a la rica diversidad cultural
resultante de la historia colonial, la migración
y la interacción entre diferentes pueblos y
etnias a lo largo de los siglos.
La interculturalidad promueve la
interacción positiva entre culturas,
fomentando el entendimiento mutuo, la
empatía y las aspiraciones compartidas. Se
opone al multiculturalismo que se cierra y
protege sus logros ante los migrantes,
desplazados y refugiados, creando zonas
grises de aislamiento en lugar de puentes de
diálogo.
En la sociedad contemporánea, marcada
por una creciente interconexión global, la
interculturalidad se convierte en una
herramienta esencial para el desarrollo
integral de las personas y las comunidades.
Sin embargo, actualmente enfrentamos un
mundo donde el multiculturalismo defensivo
prevalece, impidiendo un verdadero diálogo
intercultural y promoviendo la convivencia
sin integración auténtica.
América Latina se caracteriza por su
pluriculturalidad, resultado de una historia de
colonización, migración y resistencia
cultural. Las culturas indígenas y
afrodescendientes han mantenido vivas sus
tradiciones y han resistido a la imposición de
modelos culturales dominantes. Sin embargo,
la colonialidad del poder sigue siendo un
obstáculo importante, perpetuando relaciones
de dominación y exclusión.
Por tanto, la interculturalidad en América
Latina enfrenta varios desafíos, entre ellos la
desigualdad estructural, la marginación
política y los proyectos extractivos que
afectan a las comunidades indígenas y
afrodescendientes. Además, la influencia de
la ilustración y la modernidad ha generado
tensiones con las culturas autóctonas,
promoviendo una homogeneización cultural
que margina y desvaloriza sus saberes y
formas de vida.
La relación entre interculturalidad y
democracia en América Latina es compleja.
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
7
A pesar de los avances en derechos indígenas
y reconocimiento de la diversidad cultural, la
desigualdad estructural y la marginación
política limitan la participación efectiva de
las comunidades indígenas y
afrodescendientes en los procesos
democráticos. Para fortalecer esta relación, es
necesario promover un diálogo intercultural
basado en el respeto mutuo y la igualdad de
derechos.
Interculturalidad y Derechos Humanos
La interculturalidad está estrechamente
relacionada con los Derechos Humanos, ya
que ambos buscan promover la dignidad y el
respeto de la diversidad cultural. El
reconocimiento y respeto de la identidad
cultural de cada persona y comunidad son
fundamentales para garantizar sus derechos
humanos. Promover la inclusión y la no
discriminación es esencial para asegurar que
todas las personas tengan igual acceso a sus
derechos fundamentales. La concepción de
humanidad debe estar en el centro de los
distintos intentos normativos de las
sociedades contemporáneas. No dar por
sentado, sin más, que efectivamente
consideran a todos como humanos y no a
unos más humanos (civilizados) que otros y
que, por tanto, tendrían más derechos que los
otros; esto ocurre en la práctica, aunque no se
declare así. Precisamente porque no se
constituyen en la relacionalidad concreta
entre los seres humanos.
Interculturalidad y Sustentabilidad
La interculturalidad también juega un
papel crucial en la reflexión sobre la
sustentabilidad. Los modos de vida
insostenibles de nuestra civilización
requieren una revisión radical a la luz de una
lectura intercultural. La construcción de
conocimiento en las universidades desde una
perspectiva intercultural puede contribuir a la
recuperación y construcción de un nuevo
gran relato de co-pertenencia entre los
distintos seres que habitan la Tierra.
En un mundo cada vez más
interconectado y diverso, la interculturalidad
en América Latina enfrenta desafíos
significativos, pero también ofrece
oportunidades únicas para el entendimiento y
la convivencia pacífica entre culturas.
Promover un diálogo intercultural basado en
el respeto mutuo, la inclusión y la igualdad de
derechos es esencial para construir una
sociedad justa y equitativa. La
interculturalidad no solo es un objetivo
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
8
deseable, sino una necesidad urgente para
enfrentar los retos de la globalización y la
sostenibilidad en el siglo XXI.
La interculturalidad en América Latina
representa un mosaico de experiencias,
saberes y perspectivas que se entrelazan para
formar una proteica vida social y política.
Estas reflexiones son un llamado a la acción
para repensar las relaciones entre las diversas
culturas que coexisten en la región. La
interculturalidad no es solo un concepto
teórico; es una práctica viva que se manifiesta
en las calles, barrios y ciudades, en las
políticas públicas, en las artes y en las
interacciones cotidianas. Es un desafío
constante que invita a las sociedades a
construir espacios de encuentro y
reconocimiento mutuo, donde cada voz tiene
el derecho de ser escuchada y valorada.
En el ámbito político, la interculturalidad
se convierte en una herramienta para la
inclusión y la equidad, promoviendo políticas
que respeten la diversidad y fomenten la
participación de todos los sectores de la
sociedad. En el plano filosófico, nos invita a
reflexionar sobre nuestra propia identidad y
la de los demás, a cuestionar nuestras
preconcepciones y abrirnos a nuevas formas
de entender el mundo. La interculturalidad
es, por tanto, un proceso dinámico que
requiere de un compromiso genuino con el
diálogo y la transformación social.
La interculturalidad también plantea retos
significativos. La resistencia al cambio, la
persistencia de estructuras de poder
desiguales y la falta de voluntad política
pueden obstaculizar su desarrollo. Además,
la interculturalidad puede ser
malinterpretada, idealizada o edulcorada
como una simple tolerancia de la diferencia,
cuando en realidad es una búsqueda activa de
la justicia y la igualdad. Por ello, es crucial
que la interculturalidad se acompañe de una
crítica constante y una voluntad de actuar
para que no se quede en meras palabras o
buenas intenciones.
En conclusión, la interculturalidad en
América Latina es una invitación a repensar
nuestras relaciones con los demás y con
nosotros mismos. Es un camino hacia una
sociedad más justa, inclusiva y vibrante,
donde la diversidad sea vista no como un
obstáculo, sino como una fuente de fortaleza
y enriquecimiento. A través de la
interculturalidad, podremos construir un
futuro en el que todos tengan la oportunidad
de contribuir y prosperar en un continente
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
13
9
caracterizado por su diversidad y su potencial
transformador.
Quedan como tarea la definición y papel
de las comunidades culturales en la
formación de la identidad individual y
colectiva en la era digital, la necesidad de
estudiar la regresión económica (retorno a las
prácticas extractivitas) junto con los desafíos
de coexistencia cultural y lingüística, la
búsqueda de la felicidad como un proceso
personal, social y comunitariamente
enraizado, en fin, la relacionalidad como
práctica fundamental.
Notas:
1 Entre el dicho y el hecho hay un gran trecho que recorrer. La realidad “formalmente decretada”
como punto de partida deja por fuera el previo dinamismo de la convivencia humana.
2 Cuando hablamos de comunidad es importante señalar que la concepción de los seres humanos
como personas, en lugar de meros individuos, tiene una relevancia sustancial para la relación entre
interculturalidad y democracia. Esta perspectiva enfatiza la singularidad y la dignidad inherente
de cada individuo, reconociendo sus derechos y responsabilidades dentro de un contexto social y
cultural más amplio. En una sociedad democrática, donde la interculturalidad juega un papel
crucial, ver a los seres humanos como personas fomenta el respeto y la valoración de la diversidad
cultural, promoviendo así un diálogo más profundo y significativo entre diferentes grupos. Esto
puede conducir a una mayor comprensión y cooperación, elementos esenciales para el
fortalecimiento de la democracia. Además, al considerar a los seres humanos no como meros
individuos, sino como personas, se facilita la inclusión de diversas perspectivas y experiencias en
el proceso de toma de decisiones, lo que enriquece el tejido democrático y contribuye a una
gobernanza más representativa y equitativa. La interculturalidad, por lo tanto, se convierte en un
puente para la integración de múltiples identidades y la construcción de una comunidad política
basada en el reconocimiento mutuo y la igualdad de derechos, lo cual es fundamental para una
democracia saludable y vibrante.
Referencias:
Aikman, Sheila (1997). “Interculturality and Intercultural Education: A Challenge for
Democracy.” International Review of Education 43 (1997): 463-479.
Espinosa, J. y Bolívar, T. (2012). Hacedores de ciudades: Dimensiones del hábitat popular
latinoamericano. Quito: Flacso.
Digital: ISSN 2790 5039 – Depósito legal digital: DC2021001122
Impreso: ISSN 23435658 – Depósito legal impreso: PP201202DC4092
Interculturalidad y relacionalidad: una reflexión sobre sus implicaciones en la democracia y la educación. W.
González, pp.: 127-140
Guayana Moderna, N° 15
Enero-Junio, 2025
Venezuela
14
0
Floridi, Luciano (2014). The Fourth Revolution: How the Infosphere is Reshaping Human Reality.
New. Oxford: OUP Oxford.
Schmelkes, Sylvia (2009). “Intercultural Education and Democracy”. Revista Interamericana de
Educación para la Democracia, 2(2), septiembre: 138-143.
https://scholarworks.iu.edu/journals/index.php/ried/article/view/154/249
Sepúlveda Pizarro, Jéssica (2021). «Sustentabilidad e interculturalidad: avanzar hacia un nuevo
modo de habitar la tierra». En Estudios Interculturales desde el Sur: procesos, debates y
propuestas, editado por Mario Samaniego y Manuel Loyola, 165-81. Filosofía. Ariadna
Ediciones. https://books.openedition.org/ariadnaediciones/10987.
Simpson, A. y Dervin, F. (2019). "The Council of Europe Reference Framework of Competences
for Democratic Culture: ideological refractions, othering and obedient politics". Intercultural
Communication Education, 2(3), 102-119. https://doi.org/10.29140/ice.v2n3.168
Trigo, Pedro (2004). La cultura del barrio. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.
http://64.227.108.231/PDF/SIC1988507_292-296.pdf.
Trigo, Pedro (2013). Relaciones humanizadoras. Vol. 12. Ediciones Universidad Alberto Hurtado.
Tuñoque Coronado, M., Nerio de Zeña, M. E., Chávez Marrufo, H. J., & Hernández Fernández,
B. (2021). “La convivencia democrática en un mundo de interculturalidad”. Revista
Metropolitana de Ciencias Aplicadas, 4(1), 136-142.
Autor:
Wilfredo Rafael González Rodríguez: Licenciado en Filosofía (UCAB). Master of Research in
Humanities and Cultural Studies (Birkbeck College, University of London). Doctorando en
Filosofía (fase de Tesis, UCAB). Fue director de la Revista SIC (2010-2014) y Vicerrector
académico de la Universidad Católica del Táchira (2014-2018).