El sueño de Francis Bacon
Francis Bacon’s dream
Los editores de revistas científicas tenemos en la figura de sir Francis Bacon (1561-1626) una suerte
de santo patrón de nuestro oficio, un pionero e impulsor que sigue motivando a los académicos de hoy.
A Francis Bacon usualmente se le recuerda por sus aportes al método científico, por su empeño en
dar un giro al pensamiento de su época para que el saber pusiera pies sobre la tierra y ojos sobre las
necesidades de la gente. Que la ciencia fuese “poder” y generase “invenciones provechosas”, como
gustaba decir al filóso inglés.
Para ilustrar y difundir su visión de una ciencia productiva y que impactara en las personas, tuvo la
idea de redactar una novela utópica, La Nueva Atlántida, que fue publicada de manera póstuma en 1626,
y en donde cuenta la historia de una embarcación europea que se pierde en el oceano Pacífico y, casi
llegando a América del Sur, cerca de Perú, se topa con una isla llamada Bensalem. Los navegantes no
dejan de asombrarse con lo que allí encuentran: una sociedad feliz, ordenada, en constante progreso
material y económico, regida por la ciencia, y que cuenta con dispositivos y aparatos maravillosos, nunca
antes vistos, como aviones, neveras, submarinos y audífonos, entre muchas otras invenciones generadas
por los habitantes de esa mágica isla.
El sitio más importante de Bensalem es “La Casa de Salomón”, una especie de universidad o gran
centro de investigación (que a fin de cuentas es lo mismo), y en donde trabajan los llamados “Mercaderes
de la Luz”. Estos personajes se encargan de viajar secretamente por varios países del mundo para conocer
posibles avances científicos, documentarlos, validarlos y replicarlos. Y para ello se valen de
publicaciones periódicas, de revistas, que lleven ese saber encontrado a todos los habitantes de Bensalem.
Este sueño utópico de Francis Bacon, en especial el referido a la difusión científica por medio de
revistas, vino a hacerse realidad próximo a los mismos años de la publicación póstuma de La Nueva
Atlántida. La primera revista científica apareció en Londres, editada por la Real Sociedad, en 1665, y a
partir de ese año no han parado las publicaciones periódicas científicas en el mundo.
360 años después, Guayana Moderna sigue la tradición de la difusión científica y pone su grano de
arena al desarrollo de nuestro país. Así, con esta nueva entrega, la número 15, les presentamos once
valiosos trabajos de un grupo de “mercaderes de la luz” que siguen el sueño de Bacon.
Diego Rojas Ajmad
Gilberto Enrique Resplandor Barreto
Editores de Guayana Moderna