azarosamente de lugar, porque en el
fondo sabemos que la palabra sagrada, la
del soplo misterioso —mantra, oración,
salmodia o rezo—, es ese lugar del que
partimos y al que llegaremos siempre.
“Somos polvo de estrellas tratando de
comprender a las estrellas”, dijo alguna
vez el astrofísico Carl Sagan; y
comprender significa, en ese
pensamiento de Sagan tan extraño que
tendrá que ser descifrado en el futuro por
los viajantes de cosmos, recorrer
profundamente los caminos del tiempo y
el espacio que se unifican con la luz del
entendimiento, esa estrella que nos
habita y que observamos mientras
anotamos en nuestra bitácora las
coordenadas de la ruta a seguir.
Esa condición de inmigrante, entonces,
es la condición avanzada que unifica a la
humanidad toda, más allá de su
diversidad cultural, en su rumbo hacia
las estrellas, y Mouayad nos da su relato
como un ejemplo vivido y por vivir de un
hombre despierto a esa realidad.
Es el autor un buscador de tesoros
ocultos a la vista, de esencias
encontradas en la vera del camino que
solo la sensibilidad de un hombre
despierto pudo apreciar. Leer su
autobiografía es en cierto modo, leer el
mundo. Develarlo en sus mecanismos
ocultos, para que los lectores puedan
llegar a sus propias conclusiones sobre
su participación como elementos de esa
maravillosa pieza de orfebrería.
Mouayad nos da humanamente, como el
filántropo y el maestro que es, la
posibilidad de descubrir y recuperar la
confianza en nuestro destino, pues
cuando todo parecía perdido, ese
personaje en crecimiento encuentra en
sus propias fuerzas estelares y telúricas
que lo habitan, el impulso para trasmutar,
cual alquimista, la pobre realidad
plomiza que le cierra el paso, en el oro de
la experiencia…
Pudiéramos resumir en palabras de uno
de sus hijos, anotadas como colofón del
libro junto a las de otros amigos y
familiares, lo que será el común acuerdo
de todas las personas que establecen una
conversación amistosa con Mouayad,
palabras que son el resultado de una
apreciación ajustada a la verdad de ser un
auténtico ciudadano del mundo:
¿Qué motivó a nuestro padre a escribir
este libro? Tal vez fue la necesidad de
transmitir la llama de su vida como
inmigrante, para que su historia nos
ilumine y sirva de ejemplo y recuerdo.
Representa el mito del héroe que toma
el fuego sagrado en un viaje cargado
de historias y aventuras para luego
pasar el candil encendido a las
generaciones futuras.
Todos dejamos historias que nos
trascienden, pero algunos, con férrea
voluntad, las han dejado grabadas en
piedra o escritas en múltiples formas,
esperando que alguien las descubra y
revele parte del drama humano, como
también muestre el valor de la familia
y los amigos, la honradez, la búsqueda
espiritual, la gratitud, la humildad, la
perseverancia y el inquebrantable
compromiso con los dictados del
corazón (p. 291).
De esas palabras tan certeras que dan
cuenta del padre que es Mouayad, queda
resonando la respuesta a la interrogante
inicial, tal y como lo expresa su hijo al
final de su intervención: “Contar
historias es tan importante como respirar,
ya que sin ellas el mundo se apagaría.
Historias como estas son las que
iluminan y dan vida a la conciencia del
universo” (p. 291).
Que no se detengan entonces las historias
por contar, historias que como esta —la
que trasversaliza como un eje que
cohesiona la Autobiografía de un
inmigrante sirio—, inicia al lector en el
recorrido de una aventura heroica que