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GUAYANA MODERNA
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Guayana Moderna, N° 13
Enero-Junio, 2024
Venezuela
Ensayos
Fecha de recepción: 25-10-2023
Fecha de aceptación: 15-01-2024
pp.: 81-95
Literatura, Sociedad y educación
en la obra ensayística de Arturo Úslar Pietri
Literature, society and education in the essayistic work of Arturo Úslar Pietri
Camperos García, Karlin Andrés
Universidad Nacional Experimental Sur del Lago “Jesús María Semprúm” / Núcleo La Victoria
Santa Cruz de Mora, Mérida-Venezuela
Correo: camperosk@unesur.edu.ve
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6530-3489
Resumen
La labor intelectual y literaria de Arturo Úslar Pietri trasciende los albores del análisis de la realidad
venezolana del siglo XXI sobre la que escribió persistentemente, con visión premonitoria, interés y
preocupación. Úslar Pietri resaltó, a través de su destacada labor como ensayista, la función que un
intelectual cumplía en múltiples ámbitos de la vida humanística, social y científica. De forma certera, cada
uno de sus ensayos refleja su profundo interés hacia Venezuela. Gran parte de su trabajo como escritor y
crítico tiene como temas centrales la educación, lo literario, lo social en nuestro país. En este artículo, hemos
considerado revisar desde una perspectiva documental, historiográfica y desde los estudios literarios, la
concepción de venezolanidad presente en la obra ensayística de Úslar Pietri y de esta manera, comprender,
de forma panorámica y actualizada, cómo esta concepción modeló su manera de percibir los ámbitos
humanísticos, literarios y económicos de nuestro país al final del siglo XX. En nuestros hallazgos, vemos
cómo Úslar persistentemente mostró sus inconformidades con la representación de la venezolanidad en los
ámbitos culturales y literarios. Sus críticas señalaron de forma precisa los rasgos positivos y negativos del
país y de sus ciudadanos y, con frecuencia, escribió sus críticas sin reservas en los que no pocos autores han
descrito como una mirada pesimista, profética y apocalíptica para el país.
Palabras clave: Úslar Pietri, literatura nacional, cultura.
Abstract
Arturo Úslar Pietri's intellectual and literary work transcends the dawn of the analysis of the Venezuelan
reality of the 21st century about which he, as a premonition, persistently wrote with interest and concern.
Úslar Pietri highlighted the work that an intellectual carried out in multiple areas of humanistic, social,
literary and scientific life, and he clearly stood out in his work as an essayist. Each of his essays reflects his
deep interest in Venezuela. In fact, many of his works as a writer and critic focused on education, culture,
and society as central themes in our country. In this article, we have considered reviewing from a
documentary, historiographic and literary studies perspective, the conception of Venezuelan cultural
features present in Úslar Pietri's essay work and thus, glimpse, from an updated panoramic perspective,
how this conception shaped his way to perceive the humanistic, literary and economic spheres of our
country at the end of the 20th century. In our findings, we see how Úslar persistently showed his
disagreements with the representation of Venezuelans in the cultural and literary fields. His criticisms
pointed out precisely the positive and negative features of the country and its citizens, and he frequently
wrote his unreserved criticisms in what some authors have described as a pessimistic, prophetic and
apocalyptic look at the country.
Keywords: Úslar Pietri, Venezuelan literature, culture.
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1. Introducción. Criterios metodológicos
Arturo Úslar Pietri (1906-2001) ha sido
considerado, en las últimas décadas, un
intelectual de relevancia en Venezuela, por su
labor creativa y emprendedora durante gran
parte del siglo XX. Este trabajo, notable en
diversas esferas intelectuales, le permitió ser
copartícipe de varios acontecimientos de la
historia, la política y la literatura
venezolanas. Su tarea intelectual y literaria
trasciende los albores del análisis de la
realidad venezolana del siglo XXI sobre la
que escribió persistentemente en tono de
augurio y premonición. Con certeza, Úslar
Pietri resaltó, de forma reiterada, la labor que
un intelectual cumplía en múltiples ámbitos
de la vida humanística, social y científica.
Como sabemos, su labor como ensayista fue
destacada y cada uno de sus ensayos,
recopilados durante tantos años en diversas
ediciones compilatorias especiales tales
como Medio Milenio en Venezuela (2008),
refleja un profundo interés hacia su país. De
hecho, gran parte de su obra como escritor y
crítico tiene como tema central la educación,
lo cultural, lo social en nuestro país. En este
artículo, hemos revisado desde una
perspectiva documental, historiográfica y,
asimismo, los estudios literarios, la
concepción de venezolanidad presente en la
obra ensayística de Úslar Pietri. Para
conformar nuestro corpus de investigación,
hemos escogido algunos ensayos en los que
Úslar ha desarrollado estas temáticas, desde
su particular visión, entre los que podemos
referir “El cuento venezolano” (1978), “La
universidad y el país” (1982), “El carácter de
la literatura venezolana” (2008a), “Allí está
el venezolano” (2008b), entre otros ensayos
que han sido citados en nuestro trabajo. De
esta manera, nuestro propósito esencial se
resume en vislumbrar, a partir de una
perspectiva panorámica actualizada, cómo
estas concepciones modelaron su manera de
percibir los ámbitos humanísticos, literarios y
económicos de nuestro país al final del siglo
XX. Es por ello, que como punto de partida,
sería preciso, antes de analizar parte de la
obra ensayística de este escritor venezolano,
revisar brevemente su contexto de vida, sus
raíces como intelectual venezolano y su
esfuerzo constante para narrar desde su
pluma crítica las venturas y desventuras de la
nación venezolana en el último medio
milenio.
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2. Contexto de vida de Arturo Úslar Pietri
Úslar Pietri provenía de una familia de clase
media y aunque suponemos que experimentó
relativas carencias, esta situación no mermó
su voluntad de aprender y desarrollar sus
capacidades intelectuales. Su niñez está
marcada por innumerables recuerdos
familiares, entre los que sobresale la figura de
su abuelo. Úslar Pietri lo recordó
emotivamente con frecuencia y así lo refiere
Tomás Polanco Alcántara en Homenaje. El
valor humano de Arturo Úslar Pietri (1984).
Allí, Úslar refiere el recuerdo infantil de su
abuelo un día cualquiera en los que
acostumbraba leer el periódico sentado “a la
sombra de un amplio corredor” (Polanco
Alcántara, 1984, p.20). De esta manera, Úslar
relata: “entro del brazo de mi madre y digo
‘la bendición gran-papá’. Baja el periódico y
la noble cabeza inclinada se queda
contemplándome. Todavía cierro los ojos y
veo la barba rubia, los ojos azules, el vigoroso
ademán” (1984, p.20).
De forma particular, hubo también otros
aspectos que causaron una impresión a
Arturo Úslar Pietri durante su infancia. Uno
de estos aspectos era la imagen que tenía del
general Juan Vicente Gómez quien, como
sabemos, fungió como dictador en Venezuela
hasta su muerte en diciembre de 1935. Úslar
conoció a Gómez un día en Maracay, en el
momento en que Úslar se dirigía a la escuela.
En cierto modo, Úslar parecía admirar la
“modestia” con la que mez paseaba por las
calles de Maracay, sin pretensión alguna,
como aquel que quiere pasar inadvertido
entre la gente.
Durante su adolescencia, Úslar Pietri se
muestra como aquel estudiante con sed
insaciable de conocer. Sin embargo, la
precaria situación económica y cultural del
país limita sus aspiraciones. En un contexto
adverso, el joven Úslar logra vencer los
obstáculos y en 1929, después de recibir su
Doctorado en Ciencias Políticas en la
Universidad Central de Venezuela, viaja a
París como Agregado Civil en representación
de Venezuela. Este viaje deja una impresión
en el escritor según lo refiere en su libro
Polanco Alcántara. En su libro, Polanco
Alcántara refiere cómo Úslar destaca que su
experiencia en Francia se convirtió en una de
las más importantes de su vida ya que era la
primera vez que salía al extranjero. Úslar veía
a Venezuela como un país “atrasado,
marginal y pueblerino” (Polanco Alcántara,
1984, p. 21) donde no había editoriales ni
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vida intelectual. París se mostraba como una
ciudad que ofrecía todas las posibilidades
literarias: “era el país del surrealismo”. Así,
Úslar reconocía el gran cambio que
experimentó en su viaje ya que conoció
personalidades muy valiosas en el ámbito
cultural, entre ellos dos latinoamericanos que
fueron sus amigos fraternales de toda una
vida: Miguel Ángel Asturias y Alejo
Carpentier. Úslar rememora: “Era la época
del tango en París, del jazz y comenzaba a
entrar la música cubana. ¡Fueron tantas las
cosas importantes que me pasaron! (…) a los
veintitrés descubrí un mundo universal en
todos sus aspectos” (1984, p.21).
Este recuento ofrecido por Úslar y evocado
en el libro de Polanco Alcántara da una visión
clara sobre aspectos muy personales del
joven intelectual. En pocas palabras, Úslar
nos muestra la imagen que tenía de Venezuela
y, quizás accidentalmente, compara los
aspectos culturales s resaltantes que
escinden las diferencias entre Venezuela y
Francia en 1929.
Como hemos señalado, Úslar desempeñó
numerosos roles intelectuales a lo largo de su
vida. Domingo Miliani lo llama “el
renovador del cuento venezolano” (Miliani,
1969). Esto se debe a la innovación que,
según la perspectiva de Miliani, Úslar logra
con respecto a los demás patrones
tradicionales de la cuentística venezolana. En
estas importantes consideraciones de Miliani
nos detendremos más adelante ya que lo
consideramos cardinal en nuestra exposición.
Asimismo, Úslar se convierte en el pilar
innovador de la docencia universitaria. Úslar
fue, probablemente, uno de los primeros
docentes que enfocó la realidad económica
de Venezuela, y a su vez, implementó una
modernización sobre los estudios de
economía venezolana. Antes de ocurrir esta
modernización, se aplicaban métodos de
estudio de economías extranjeras que no se
ajustaban a la realidad de Venezuela a finales
de los años cuarenta del siglo XX.
Úslar innovó en otros campos tanto políticos
como sociales. Su actitud política, afín al
gobierno de López Contreras y Medina
Angarita, lo llevó al destierro durante el
golpe del 18 de octubre de 1945. Úslar
establece, entonces, su residencia en los
Estados Unidos de América, en donde enseña
literatura hispanoamericana en la
Universidad de Columbia. Su labor como
docente en Estados Unidos y el tiempo libre
que tenía para recordar a su patria, dieron
como fruto una recopilación sobre sus
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apreciaciones de la literatura hispana y
venezolana.
En lo que a su actuación política se refiere,
Úslar ocupó un gran mero de cargos en el
poder público. Mientras estaba a cargo del
Ministerio de Hacienda, bajo el gobierno de
Medina Angarita, fue llevado a cabo el
movimiento del 18 de octubre de 1945.
Después de tres meses en la cárcel, fue al
exilio y residió en Nueva York. En 1950,
Úslar regresa al país y se dedica a los
negocios y a proseguir con su labor de
escritor.
Úslar vuelve a ser encarcelado en 1958, con
motivo del derrocamiento del general Marcos
Pérez Jiménez. Después ocupa diversos
puestos políticos, y hasta llega a postularse
como candidato a la presidencia de Venezuela
en 1963.
En cuanto al aspecto personal, Úslar fue
considerado un hombre sensible, con un
profundo discernimiento sobre la realidad
humana. Tomás Polanco Alcántara, en el
libro ya citado, recuerda una anécdota que
ilustra cabalmente este aspecto y tendría que
ver con el entrañable amigo de Úslar, Miguel
Ángel Asturias. Cuando Asturias agonizaba
en Madrid, pidió hablar con Úslar. De esta
manera, cuenta Polanco Alcántara su
anécdota:
Había que buscarlo [a Úslar]. Por fin
logramos localizarlo en Londres, pero
cuando Úslar llega a Madrid, ya
Asturias estaba en su etapa final. Me
quedó la lección de ese gran hombre de
las letras hispanas, que antes de irse de
este mundo, sólo quería hablar con su
amigo Arturo Úslar (…) (1984, p.21).
3. El carácter de la literatura venezolana
Desde mediados del siglo XX, Úslar
desempeñó de forma alternativa diversos
roles de importancia en la vida intelectual de
la nación. Inclusive, llegó a desempeñarse
como director del diario venezolano El
Nacional, del que fue columnista por
cincuenta años y mantuvo durante más de tres
décadas su espacio televisivo Valores
humanos (1953-1985), dedicado al ámbito
cultural y formativo venezolano. Sin duda, la
crítica y el ensayo han sido los géneros en los
que su ingenio ha resaltado con mayor
preponderancia. Su trabajo crítico ha sido
cuantioso y productivo ya que Úslar ha
analizado profundamente desde el problema
educativo de la realidad venezolana hasta la
corrupción administrativa que ha llevado al
estancamiento y empobrecimiento de la
nación durante décadas en pleno siglo XX.
Asimismo, Úslar incursionó tanto en la
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crítica literaria como en la labor de escribir
textos narrativos. Con persistencia, su crítica
se muestra poco optimista con respecto al
devenir de la literatura venezolana. Lo
“rígido” de su crítica literaria se fundamenta
en su visión particular de que no ha existido,
al menos desde 1850 hasta finales del siglo
XX, un estilo literario que sea capaz de
definir la literatura venezolana en misma.
Úslar se preguntó insistentemente sobre la
existencia de la literatura nacional y no pudo
hacer conclusiones definitivas sobre si existía
en Venezuela una literatura propia que diera
muestras de rasgos definidos que la pudiesen
distinguir de las literaturas de otras naciones.
A finales del siglo XX, Úslar Pietri, al
comenzar su ensayo titulado “El cuento
venezolano” (1978), refiere a los primeros
cuentistas del mundo occidental. Así, Úslar
Pietri destaca la obra de Edgar A. Poe y
Nathaniel Hawthorne como principales
exponentes de este género literario durante el
siglo XIX. El “efecto de impresión” (“The
poetic principle”) de Poe se convierte en una
de las principales características que Úslar
Pietri resalta en el proceso de creación
literaria, y de forma más específica, es ésta
una de las características que este escritor
percibe en los trabajos de estos dos
cuentistas. Para Úslar Pietri, como para Poe,
“el cuento no tiene otro objeto que provocar
un efecto, una emoción” (1978, p. 280) desde
la primera frase. En “El cuento venezolano”
(1978), Úslar Pietri fija la aparición de este
género en el año 1896 y define la producción
anterior como “hojarasca rumorosa y
muerta”. Urbaneja Achelpohl y Díaz
Rodríguez irrumpen como pioneros de este
género en Venezuela ya que se esforzaron en
resaltar siempre lo criollo, lo nacional y lo
estéticamente moderno. Asimismo, Úslar
destaca desde su precisión característica que
algunos de los primeros cuentistas
venezolanos llegaron posteriormente a
convertirse en novelistas, de lo que se deduce
que éstos utilizaron sus cuentos como
ensayos de escritura, como pareciera ser el
caso de Rómulo Gallegos, entre otros,
quienes no se destacaron de tal manera en su
obra cuentística como en sus novelas.
En la época modernista, Úslar enfatiza la
contribución de dos cuentistas venezolanos a
la literatura nacional: Leoncio Martínez y
José Rafael Pocaterra, siendo este último uno
de los mejores cuentistas venezolanos según
su opinión. Dice Úslar Pietri en relación a la
cuentística de J. R. Pocaterra:
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(…) a primera vista, es un realista
directo (…) su realismo es el estado
final de una compleja elaboración
artística. La frase misma, siempre tan
precisa, está a veces tan hinchada de
color y de armonía, como en los más
señalados preciosistas (1978, p.285).
Como partidario del realismo, es decir; de
la representación de lo real en las creaciones
artísticas, Úslar Pietri hace, grosso modo,
mención de los cuentistas que a través del
tiempo se destacaron en la creación artística
de la narrativa en Venezuela y,
particularmente, en Occidente, entre ellos es
notoria su mención a James Joyce. En el
ámbito venezolano, Úslar reconoce la
importancia de escritores como Julio
Garmendia, Guillermo Meneses e inclusive
menciona su propio trabajo literario,
específicamente Barrabás y otros relatos
(1928), al cual califica de pionero,
conjuntamente con el libro de cuentos
Canícula (1925) de Carlos Eduardo Frías, en
el arte de representar la realidad de una
manera “poética” (Úslar, 1978). De este
modo, Úslar Pietri resalta la labor de estos
cuentistas, quienes a través del tiempo y de su
escritura, han contribuido a la expansión de
la cultura y la actividad literaria en
Venezuela. Las particularidades de lo real y
lo mágico en la creación literaria evoca en
Úslar Pietri una necesidad de exploración
estilística en cuanto a su postura crítica de
escritor contemporáneo. La admiración de
Úslar Pietri por Joyce se vislumbra desde la
multiplicidad de posibilidades representadas
en el discurso joyceano. Joyce ensaya
creativamente a partir de la precisión de un
orfebre la postulación de la historia personal
y colectiva ya sea como un sueño o una
pesadilla en un continente europeo devastado
por las guerras de la primera mitad del siglo
XX.
Úslar cree y escribe sobre lo que considera la
inexistencia de una literatura venezolana en
los albores del siglo XX. Sin embargo, es
necesario contraponer la visión de que esta
aparente inexistencia de la literatura
venezolana ha sido refutada por distintos
críticos desde el siglo pasado. Ha habido gran
cantidad de buenas producciones literarias en
los últimos ciento cincuenta años, y esto nos
haría presumir que existe una literatura
nacional que debe reconocerse. Es
importante recalcar que Úslar nunca ha
negado la existencia de buenos escritores
venezolanos y en su ensayo “El carácter de la
literatura venezolana” (2008a) menciona a
algunos de ellos, como por ejemplo Salvador
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Garmendia y Jacinto Fombona Pachano. Sin
embargo, Úslar argumentaba que no hubo un
movimiento literario con originalidad y
estabilidad propias de ser considerado el
patrón dominante de la literatura nacional.
El criollismo, por ejemplo, careció, según
Úslar, de apoyo colectivo y, por lo tanto, no
tuvo gran influencia en el proceso de
búsqueda de una literatura autóctona. No
obstante, el movimiento criollista ofreció,
innegablemente, un posible modelo de
literatura nacional.
La carencia de un modelo de literatura
propiamente venezolana trajo como
consecuencia, según Úslar, una falta esencial
de originalidad en las producciones literarias.
En este sentido, la mayor parte de la literatura
del siglo XIX estuvo orientada hacia la
constante imitación de tendencias literarias
extranjeras. Entre estas referencias a patrones
literarios extranjeros sobresalía el uso del
lenguaje artístico, es decir, la estructura de la
prosa era cuidadosamente escrita con el único
propósito de buscar la belleza del lenguaje
empleado. En “El carácter de la literatura
venezolana” (2008a), Úslar resalta que:
Ha habido en Venezuela un gusto muy
pronunciado por lo florido, por el
ingenio de la expresión, por la belleza
de las formas, independientemente del
contenido que ha traído la curiosa
designación de estilista para destacar a
los que se acercan a ese ideal formal
(Úslar Pietri, 2008a, p. 445).
En el enfoque crítico de Úslar, la literatura del
siglo XIX presentaba, asimismo, una estricta
formalidad. El lenguaje empleado sólo era
comprendido por los más ilustrados,
negándole así, según su perspectiva, el
acceso a la literatura a la mayoría de los
venezolanos. Úslar reflexiona sobre este
tema y destaca lo improbable que resulta, a
partir de su visión crítica, plantearse la
existencia de una literatura venezolana sin
que haya una integración completa entre los
habitantes del país y la literatura. Por estas
razones, Úslar emitió críticas contundentes a
la literatura estilística del siglo XIX: “Es un
gusto por las formas más elaboradas,
preciosas y gratas al oído, que, en no pocas
ocasiones, por culpa del exceso ha llegado
hasta el defecto y el amaneramiento” (2008a,
p. 444).
Como se puede observar, existe un rechazo
por parte de Úslar a la exageración en el
lenguaje literario ya que considera que se
trataría de una imitación banal y vulgar del
movimiento neoclásico que existió después
de la segunda parte del milenio pasado. Aun
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cuando no exista exageración en el lenguaje
empleado, se puede observar claramente que
es un tipo de literatura que se identifica con
los estratos sociales y culturales superiores,
convirtiéndose de esta manera en una
literatura clasificadora, que se identificaba,
predominantemente y según la visión de este
autor, con la burguesía. En este sentido, Úslar
ha comentado que Andrés Bello, baluarte
intelectual del milenio que acaba de concluir,
era un culto conocedor del castellano y lo
escribía con mucha gracia y delicadeza. Sin
embargo, según Úslar, Andrés Bello no
escribía para los sectores sociales más bajos.
Aun cuando Bello escribió “Silva a la
agricultura de la zona tórrida” (1826) es de
pensarse que no utiliza un lenguaje familiar
al campesino, sino que al contrario, es un
poema lleno de modismos. Este tipo de
escritos neoclásicos buscaban la belleza de la
prosa, y por lo tanto; los sentimientos y las
emociones eran de expresión secundaria e
irrelevante. Así, puede presumirse que este
estilo literario buscaría solo la belleza de la
forma y, según Úslar, no puede reflejar el
sentir venezolano, ni se corresponde con un
patrón que defina la identidad de la literatura
nacional. Era una literatura fría y sin alma
propia, que, sin embargo, tenía belleza en la
apariencia.
Úslar refería que, ciertamente, lo
fundamental para que se propicie el
surgimiento de una literatura venezolana que
realmente se identifique como tal, tiene su
esencia en la necesidad de relacionar
estrechamente a los venezolanos con sus
expresiones artísticas y literarias. Sin
embargo, Úslar reconoce, a finales del siglo
XX, que vincular íntimamente a los
venezolanos con su literatura no ha sido (ni
será en un futuro próximo) un trabajo fácil.
Esto se debe a la cruel e ineludible realidad
en la que las letras han sido persistentemente
un asunto secundario para la mayoría de la
población. Además, las instituciones que
promueven este tipo de ideal son cada vez
menos y cuentan con recursos limitados para
la difusión de las letras y el arte.
Desde la perspectiva de Úslar, el
costumbrismo y el criollismo son las
aproximaciones más cercanas al desarrollo de
una literatura venezolana, al menos, en el
siglo XIX ya que se enfocan en la descripción
y narración de las costumbres propias de
Venezuela, y resaltan el lenguaje típico
venezolano de las épocas que refieren. Sin
embargo, debido a los constantes cambios
políticos ocurridos durante el siglo XIX y la
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primera parte del siglo XX, estas tendencias
literarias no llegaron a su desarrollo porque
fueron rápidamente opacadas por las
transformaciones sociales y así, desaparecen,
dejando atrás un antecedente de lo que fue un
estilo literario que realzó la identidad del
venezolano. Como ya hemos señalado, la
indiferencia generalizada hacia las letras ha
hecho imposible una nueva forma de
relacionarse con la literatura nacional y con
los textos literarios de forma general. Por esta
razón, Úslar nos advirtió hace décadas: “Una
literatura venezolana no puede existir sino en
la medida que es propia de un país llamado
Venezuela, al que expresa y representa y al
que se dirige como principal auditor” (2008a,
p.446).
Cabe destacar, asimismo, que la labor de
crítico literario desarrollada por Úslar no se
limita únicamente a cuestionar las anteriores
tendencias literarias en Venezuela. Tampoco
se limita sólo a describir infructuosas
tendencias literarias que no pudieron
desarrollarse cabalmente más por el desdén
colectivo que por cualquier otra razón. El
trabajo crítico de Úslar tiene una función, si
bien muy controversial, también innovadora
y esta función igualmente se puede percibir
en su obra literaria. Úslar, en forma
particular, sigue sus propias críticas a la
literatura para escribir su narrativa. En este
sentido, este escritor busca y ensaya lo que
considera la mejor perspectiva del realismo y
lo combina con lo que, a su parecer, sería un
toque de originalidad. Por esta razón,
Domingo Miliani lo considera “el renovador
del cuento venezolano” (1969): “Con Úslar
Pietri, el cuento venezolano adquiere un
timbre poético apto de sugerir y se desviste
de sus lastres moralizantes, politizadores o
exageradamente descriptivos, vicios que lo
habían tornado moroso, doctrinario y
excesivamente pictórico” (Miliani, 1969, p.
62). Asimismo, Miliani descubre la fórmula
para la innovación ya que sugiere que en la
narrativa de Úslar: “La sinfonía modernista
es suplantada por el juego del sueño y la
realidad. Los personajes comienzan a ser
vistos por dentro, para desentrañarles su
conflicto existencial pero antes fueron
desnudados de su vestuario típico” (p.64).
La labor crítica de Úslar rebasa lo ensayístico
y se torna práctica en su propia narrativa.
Úslar intentó promover cambios que lleven la
literatura hacia un camino definido y en el
que se le asegure un reconocimiento. Es
acertado recordar las palabras de Úslar en lo
referido a la existencia de una literatura
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Guayana Moderna, N° 13
Enero-Junio, 2024
Venezuela
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venezolana: “la literatura venezolana no
había (en el pasado) reflejado al país, ni se
había ocupado de él. Es decir había tenido un
discurso ajeno al país, un discurso
neorromántico, un discurso costumbrista
(…)” (Úslar citado por Miliani, p. 72). En
este sentido, Úslar propone una solución para
la situación de la literatura venezolana: “(…)
teníamos que buscar al venezolano (…) por
eso escribo yo Lanzas coloradas.” (Úslar
citado por Miliani, p. 65). Úslar presenta
Lanzas coloradas como una tentativa de
mostrar al venezolano en la lucha por sus
ideales. En el caso de la literatura, la lucha no
es física, pero es muy dura. Esta lucha refleja
la voluntad de búsqueda de una literatura
propia que muestre nuestros cambios y
transformaciones a través del último siglo.
4. Crítica a la sociedad y al sistema
educativo en Venezuela
En el ensayo “Allí está el venezolano”
(2008b), Úslar considera que existe un tipo
definido de venezolano que reúne rasgos
completamente distintos a los de otros
latinoamericanos. Estos rasgos distintivos del
venezolano son el producto de la experiencia
existencial y esto estaría directamente
relacionado con la ubicación geográfica de
Venezuela, las formas cómo ha sido ocupado
el territorio y las actividades cotidianas
realizadas por los venezolanos. Venezuela,
debido a su ubicación privilegiada hacia el
Mar Caribe, estuvo expuesta desde hace
siglos a la penetración de extranjeros en su
territorio. Estos extranjeros llegaron, según la
perspectiva de Úslar, con diversos fines,
siendo la explotación de las riquezas del país
el más común de ellos. Así, durante el
periodo colonial, la economía se ba
principalmente en la explotación minera y en
cualquier otra actividad que tuviese que ver
con la explotación de las riquezas. En “Allí
está el venezolano”, Úslar aborda, asimismo,
temáticas como el mestizaje y la movilidad
social de la época colonial. Sin embargo, el
tema de la viveza criolla, tema igualmente
desarrollado en su ensayo “El mal de la
viveza” (2008c), acapara la atención del
autor. La viveza es, para Úslar, uno de los
rasgos característicos (negativos) del
venezolano y radica esencialmente en la
aplicación de la astucia popular como medio
para lograr los fines ciudadanos y cotidianos.
Según Úslar, estos rasgos culturales, aunque
negativos, tendrían una raíz esencial en la
mezcla de razas o “mestizaje” como lo
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denomina este autor, lo que en nuestros días
sería una afirmación que alentaría
controversiales debates que por ahora no
tomaremos en cuenta para no desviarnos de
nuestro tema esencial.
En todo caso, no todas estas apreciaciones
involucrarían rasgos culturales negativos ya
que, según este autor, los orígenes africanos
e indígenas prevalecerían y son influyentes
en los rasgos culturales venezolanos. De
hecho, Úslar superpone la influencia cultural
negra sobre la indígena durante la época
colonial. Entre los rasgos africanos más
resaltantes se encuentran la rebeldía a la
opresión. Según Úslar, durante la época
colonial, la rebeldía de la raza negra fue
notable y, de forma particular, sería la fuerza
propulsora de cambios políticos y sociales
vistos muchos años después. A partir de esta
rebeldía, se halló la fuerza necesaria para
emprender, en ocasiones, la guerra como vía
de liberación y de ascenso social. En este
sentido, a raíz de estos ascensos facilitados
por la situación convulsionada que la guerra
propiciaba, se hizo común un sentido de
“igualitarismo”, que daba la posibilidad a
cualquier persona de escalar socialmente,
dependiendo de las oportunidades que se le
presentaran.
Muchos años después de la guerra federal
venezolana, específicamente a principios del
siglo XX, con el comienzo de la explotación
petrolera, se crea, según la visión de Úslar, un
sentido de riqueza cil e ilimitada en los
venezolanos y esto queda plasmada en
ensayos como “Sembrar el petróleo. Vigencia
de una consigna” (2008d). Además, la forma
en que se administraron los recursos
derivados de la actividad petrolera por los
distintos gobiernos que ocuparon el poder se
convirtió en factor contribuyente para que los
venezolanos asumieran un sentido
paternalista estatal, y era el Estado el
encargado de proveerle todos los recursos y
asistencias que necesitara cada ciudadano.
En su ensayo “La universidad y el país”
(1982), Úslar advierte la problemática que la
universidad venezolana afronta, desde su
perspectiva, en lo que se refiere a su
organización institucional. Úslar describe y
profundiza sobre los factores negativos que
merman progresivamente el desarrollo de las
universidades hacia finales del siglo XX y
explica cómo estos factores han tenido que
ver con fallas de tipos organizacionales y
funcionales en cada universidad. Úslar hace
énfasis en las fallas funcionales del sistema
educativo universitario durante la última
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parte del siglo pasado y critica la forma cómo
se ha implementado la asignación del
presupuesto universitario. El bajo
rendimiento estudiantil, la tardía aparición de
las universidades en la vida nacional y los
orígenes de la autonomía universitaria en
Venezuela son algunos de los aspectos en los
que Úslar centra su atención en este ensayo.
Sin embargo, es posible dar cabida a la
reflexión de que algunas consideraciones
hechas por Úslar en sus ensayos pueden
asumirse como generalizadas y de un
pesimismo exacerbado que, ciertamente, se
vislumbraban desesperanzadoras en la época
en que aparecieron. Es cierto que no se podría
negar las imperfecciones del sistema
educativo venezolano, y por supuesto, la
universidad, como institución perteneciente a
este sistema, tiene asuntos funcionales que
deben ser cabalmente atendidos. Sin
embargo, la universidad, a través de las
décadas, se presenta como una institución
validada socialmente para impartir formación
científica y humanística especializada. El
gasto público generado por las universidades
públicas se corresponde y en algunos casos,
particularmente en nuestros tiempos, es
insuficiente a los mostrados por otros países
de nuestro continente. La universidad
venezolana está, sin duda, resistiendo los
embates presupuestarios y genéricos que
merman de forma muy negativa su completa
funcionalidad y que buscan someterla y
censurarla. En estos aspectos podemos
discrepar con Úslar, aunque reconocemos
que sus escritos analizan la problemática
educativa del siglo XX y, solo hasta finales
de ese siglo, ya que Úslar fallece a principios
de este nuevo siglo y no fue posible para este
escritor conocer lo que deparó el futuro
cercano a su país.
5. Consideraciones finales
De forma certera, Úslar persistentemente
mostró sus inconformidades con la forma
cómo se representaba la venezolanidad en los
ámbitos culturales y literarios. Sus críticas
alcanzaron a ver y señalar de forma precisa
los rasgos positivos y negativos del país y de
sus ciudadanos y, con frecuencia, escribió sus
críticas sin reservas en los que no pocos
autores han descrito como una mirada
pesimista, profética y apocalíptica para el
país (cfr. Rodríguez, 2020). En sus análisis
políticos y culturales, Úslar identificó los dos
grandes problemas que impedían el
desarrollo próspero de la nación venezolana:
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el populismo, traducido en lo que denominó
el mesianismo, y el autoritarismo. Sin
embargo, tal y como señala Carlos Romero
en su artículo “Arturo Úslar Pietri: La
imposibilidad de la política” (2006), Úslar
formaría parte de una élite de pensadores
latinoamericanos que “no supo comprender a
cabalidad nuestros fenómenos más
importantes, tales como el estatismo, el
populismo, el antioccidentalismo, el
antimodernismo y que quiso colocar en
práctica la idea platónica del filósofo
político” (Romero, 2006, p. 53). En cierto
modo, Úslar ostentó un mensaje crítico desde
una óptica de un pensador de primer mundo
que espera cambios inmediatos, o a mediano
plazo, en un país que considera atrasado y
con fallas ideológicas, sociales y económicas
importantes. Su mayor decepción, si
estuviera físicamente presente, habría sido el
constatar el deterioro de las condiciones
actuales del país en diversos ámbitos. Sin
embargo, su legado ensayístico y literario
perdurará y hemos podido observar
críticamente la realización, quizás de forma
parcial, de sus “profecías” menos
alentadoras. Estas profecías han sido
anunciadas desde hace décadas en nuestro
país y, evidentemente, buscaban evitar la
crisis política, económica, social y cultural
conocida por todos en la actualidad.
Referencias:
Miliani, D. (1969). El renovador del cuento venezolano. Caracas: Monte Ávila Editores.
Polanco Alcántara, T. (1984). Homenaje/ El valor humano de Úslar Pietri. Caracas:
Academia Nacional de Historia.
Rodríguez, M. (2020). La fatalista “profecía” sobre Venezuela que hizo un joven hace más
de 80 años”. Diario BBC News Mundo. 11 de julio.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-53082364
Romero Méndez, C. A. (2006). “Arturo Úslar Pietri: la imposibilidad de la política”.
Politeia, 29, (37), 37-56. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=170018238002.
Úslar Pietri, A. (2008a). “El carácter de la literatura venezolana”. Medio milenio de
Venezuela. Maracay, Venezuela: Editorial Cec, S.A., pp. 435-458.
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Úslar Pietri, A. (2008b). “Allí está el venezolano”. Medio milenio de Venezuela. Maracay,
Venezuela: Editorial Cec, S.A., pp. 309-320.
Úslar Pietri, A. (2008c). “El mal de la viveza”. Medio milenio de Venezuela. Maracay,
Venezuela: Editorial Cec, S.A., pp. 329-336.
Úslar Pietri, A. (2008d). “Sembrar el petróleo (vigencia de una consigna)”. Medio milenio
de Venezuela. Maracay, Venezuela: Editorial Cec, S.A., pp. 371-378.
Úslar Pietri, A. (2008e). “El petróleo en Venezuela”. Medio milenio de Venezuela. Maracay,
Venezuela: Editorial Cec, S.A., pp. 379-398.
Úslar Pietri, A. (1992). “El mestizaje y el nuevo mundo”. Identidad cultural y literatura.
Compilador José Carlos Rovira. Alicante: Ediciones Gráficas Estilo, S.A, pp. 224-234.
Úslar Pietri, A. (1990). Cuarenta ensayos. Compilación y prólogo de Efraín Subero.
Caracas: Monte Ávila Editores.
Úslar Pietri, A. (1982). “La universidad y el país”. Educar para Venezuela. Caracas-Madrid:
Editorial Lisbona, pp. 69-88.
Úslar Pietri, A. (1982). “¿Tiene porvenir la juventud venezolana?”. Educar para Venezuela.
Caracas-Madrid: Editorial Lisbona, pp. 19-42.
Úslar Pietri A. (1978). "El cuento venezolano". Letras y hombres de Venezuela. 4ªed.
Madrid-Caracas: EDIME, pp. 280-288.
Autor:
Karlin Andrés Camperos García: Doctor en Letras por la Universidad de Los Andes (2021).
Magíster Scientiae en Literatura Iberoamericana (ULA, 2007). Licenciado en Educación Mención
Lenguas Modernas (ULA, 2003). Licenciado en Idiomas Modernos (ULA, 2001). Profesor
Asociado de la Universidad Nacional Experimental “Jesús María Semprúm” en el área de lenguas
instrumentales.