Sin embargo, los bosques reales
fueron definidos como un nuevo nivel de
derechos especiales, que no anulaba
completamente los derechos existentes de
uso, acceso, tránsito y propiedad
(Colchester, 2003) de los pobladores
locales que fueron reconocidos, y debido a
su arraigo no permitieron ser ignorados,
generando una serie de derechos
superpuestos, siendo considerados una
creación conjunta de crecimiento natural y
cultivo humano (Harmon, 1991).
Esta concepción de la conservación
se extendió en las colonias, pero no
implicaban el respeto por los derechos y
usos tradicionales, así que para
contrarrestar los excesos impuestos por el
colonialismo fue necesario ejercer control
sobre los recursos naturales.
En 1872 inició un movimiento que
regulaba el destino de los territorios
protegidos a nivel mundial, donde la
concepción de área protegida se vinculaba
a la configuración de parque nacional. En
ese mismo año, el Congreso
estadounidense reserva los paisajes de
Yellowstone en los territorios de
Wyoming y Montana, como parque
público para el disfrute y beneficio del
pueblo, bajo la custodia del Departamento
del Interior de los Estados Unidos,
generando la creación del primer territorio
designado y administrado como un parque
nacional en el mundo, dando inicio al
movimiento moderno mundial de parques
nacionales y áreas protegidas. Con ello, se
justificaba que las áreas silvestres debían
ser dejadas para la recreación, con la
finalidad de satisfacer la necesidad
emocional por lugares naturales, por lo que
al ser considerados silvestres se tenían
como primitivo y natural, es decir, como
un recurso que no se usan sino para ser
conservados intactos.
Estas restricciones aumentaron
progresivamente, y ya para finales de
1900, fue negado el uso a los residentes
locales para el acceso a esas áreas de caza,
a menos que pudiesen presentar una
licencia (Tucker, 1991), por lo que se
afirma que los Estados coloniales
encontraron en la conservación una
afinidad con sus intereses y objetivos
económicos, especialmente cuando se
aseguraba el suministro sostenido de
madera y agua, por lo que al permitir el uso
de la estructura de la protección de los
bosques, también eran controlados sus
súbditos (Grove, 1992). Los pobladores