las demandas propias de este nivel de estudio,
influyen en su adaptación al nuevo entorno y
en la aparición de síntomas asociados al
estrés. (Cruz.Torres, 2007; Baader, 2014;
Papalia, 2012; Alarcón, 2019)
Desde hace algún tiempo el contexto
universitario no ha sido ajeno a esta
problemática. Estudios realizados con
estudiantes universitarios del Reino Unido y
Egipto reportaron que los principales
problemas psicosomáticos son la fatiga, la
ansiedad y el ánimo depresivo (El Ansari,
Labeed, Moseley, Kotb & El Houfy, 2013; El
Ansari., 2011 citados en Bardales y otros,
2020). En el caso de estudiantes
universitarios de los Estados Unidos, según la
encuesta anual realizada por la Asociación
Americana de Salud Universitaria (ACHA,
2015) con una muestra de 93,034 jóvenes,
hallaron que el 15.8% de los participantes
tenía un diagnóstico de ansiedad, el 13,1%
padecía de depresión y el 7,4% había
presentado ataques de pánico. En la misma
línea, los resultados de la Encuesta Nacional
de Centros de Orientación Universitaria en
Perú señalan que los problemas de salud
mental, tales como la depresión clínica, los
desórdenes de ansiedad y los problemas
psiquiátricos han aumentado en los últimos
cinco años en los jóvenes universitarios
estadounidenses. (Gallagher, 2014, citado en
Chau y Vilela, 2017).
Al revisar estudios realizados en
Venezuela sobre la salud mental de
estudiantes universitarios se encontraron dos,
y aunque no son de fechas recientes, es
interesante conocer sus resultados.
El primer trabajo es una investigación
realizada por González (2012), cuyo
propósito fue evaluar la salud metal y salud
mental positiva de estudiantes de la escuela
de Ciencias Políticas de la ULA. Para medir
la salud mental utilizó el cuestionario GHQ-
28, y con base en este trabajo encontró que
del total de los 270 estudiantes que
participaron en el estudio, el 21,5% pueden
considerarse como casos con alguna
alteración de la salud mental y 78,5% no
presentan problemas de salud mental.
Además, encontró que no había
diferencias significativas por sexo, y en
cuanto a la edad, el porcentaje mayor era en
los estudiantes con edades comprendidas
entre 21 y 25 años (10,4%), mientras que en
los menores de 20 años era de 8,5% y los
mayores de 26 años representaban solo el
2,6%, de los que sufren alguna alteración de
la salud mental. En cuanto al nivel que