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ISSN: 2343-5658
Prácticas Agrícolas Y Saberes Ancestrales En Comunidades Rurales
Agricultural Practices and Ancestral Knowledge In Rural Communities
Fecha recepción: 03-10-2022 Autor: Jhen Ochoa
Fecha Aprobación: 07-11-2022 Escuela Primaria Bolivariana “Andrés Bello”
El Mamón, estado Apure
Jhen4256@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-8649-2645
Resumen
El objetivo general del presente ensayo está orientado a analizar saberes ancestrales y prácticas
agrícolas en comunidades rurales, que corresponde con la revisión de una sucesión de fuentes
bibliográficas que permitieron sustentar una serie de ideas sobre puntos de interés del tema,
resaltándose aspectos que parten de la concepción sobre el valor que representan los saberes
ancestrales de las comunidades indígenas en el fomento de sus prácticas agrícolas, que han sido
transmitidos de generación en generación en el transcurrir de los años. Estos saberes y prácticas se
han mantenido a lo largo del tiempo principalmente por medio de la transmisión oral en las
comunidades rurales, de donde se reflexiona que estos saberes sean visualizados de manera
diferente, buscando en su esencia el cuidado del planeta para generaciones futuras, ya que la misma
va a permitir la disminución de las practicas depredadoras que se le están aplicando al campo y
que viene a repercutir en todo el planeta.
Descriptores: Prácticas agrícolas, saberes ancestrales, comunidades rurales.
Abstract
The general objective of this essay is aimed at analyzing ancestral knowledge and agricultural
practices in rural communities, which corresponds to the review of a series of bibliographic sources
that allowed supporting a series of ideas on points of interest of the subject, highlighting aspects
that start from the conception about the value represented by the ancestral knowledge of
indigenous communities in the promotion of their agricultural practices, which have been
transmitted from generation to generation over the years. This knowledge and practices have been
maintained over time mainly through oral transmission in rural communities, from which it is
reflected that this knowledge is visualized in a different way, seeking in its essence the care of the
planet for future generations, since that it will allow the reduction of predatory practices that are
being applied to the field and that it will have repercussions throughout the planet.
Descriptors: agricultural practices, ancestral knowledge, rural communities.
Introducción
Los sistemas agrícolas tradicionales son legados ancestrales que merecen ser identificados,
valorados y conservados, no solo por la producción de alimentos y por su contribución a la
conservación de los recursos vegetales y genéticos para la agricultura y la alimentación, sino
porque constituyen sistemas establecidos con valores de comunidades vivas que evidencian su
capacidad de adaptación al entorno, para cubrir sus necesidades con un manejo eficiente y
sostenible, fortaleciendo su identidad y sentido de pertenencia, entrelazando tradición y cultura
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con conocimiento, tecnología e ingenio de forma tan admirable que pueden ser usados para mejorar
el uso de los agroecosistemas modernos. En tal sentido, se puede decir que las prácticas culturales
son construcciones colectivas que incluyen formas de expresión y participación que son parte de
la cultura popular. Estas se energizan de la retroalimentación entre los sujetos del conocimiento,
se reforman y se resignifican dentro de un contexto marcado por relaciones de poder.
El hábito es el detonante que hace que los sujetos produzcan sus prácticas. Para los
miembros de las comunidades originarias se trataba del espíritu de convivencia, la movilización y
la precisa relación entre hombre naturaleza-cosmos. Otra de las características que poseen estas
prácticas es que se han trasmitido oralmente de generación en generación lo que constituye una
marca propia de la cultura popular tradicional.
En referencia a estas ideas, Castillo y Venegas (2016) hacen los siguientes planteamientos:
Los saberes ancestrales u originarios están referidos al conocimiento singular,
tradicional y local que existe dentro de las condiciones específicas de mujeres y
hombres que habitan en las comunidades indígenas de Latinoamérica. Este
conocimiento es construido y reconstruido en sus acciones, las actividades
cotidianas expresadas en cuentos, canciones, danzas, mitos, creencias, rituales,
lenguaje local, prácticas agrícolas, las cuales pueden ser compartidas vía oral, por
modelado específico de los adultos y por medio de la cultura (p.26).
De estas ideas se comprende el valor que tienen los saberes ancestrales como fuente de
conocimiento que recoge una serie de elementos que se entrelazan con lo mítico, con el acervo
cultural y que reflejan formas y prácticas enraizadas en las creencias de los pueblos originarios,
que son trasmitidos de generación a generación con un alto valor social, moral y cultural, además
de estar permeados de un alto componente histórico. Ahora bien, Siempre que los elementos
provengan de la historia cultural de un grupo humano dado, por pequeño y singular que sea,
estamos en presencia de cultura popular tradicional; en ella se hayan vestigios de grandes procesos
de mezcla y resistencias culturales al cambio.
Esta construcción de saberes como parte de un proceso histórico está atravesada por
conflictos, contradicciones, violencia y, condicionada por realidades sociales concretas y
determinadas, en este caso el modo de concebir la enseñanza y el aprendizaje vinculados a lo
sobrenatural, la naturaleza y lo humano.
De allí, se considera que a partir de una mirada antropocéntrica en Venezuela, los saberes
ancestrales de los pueblos indígenas desde un contexto local, regional y nacional, han tenido una
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muy pobre ya que en el pasado estos saberes fueron olvidados y despreciados como algo inservible,
solo los saberes universales son considerados fundamentales en el ámbito educativo y de
preservación del planeta, de esta manera es imperante la necesidad de un modelo educativo
emergente que permitan a los pueblos indígenas fortalecer su identidad cultural, expresarse
libremente en su idioma originario, valorar sus vestimentas, cosmovisiones, costumbres y
tradiciones, medicina tradicional, alimentos tradicionales y naturales y muchos otros valores
culturales que han sido olvidados por efecto de la colonización extranjera.
Es por ello, que se hace necesario referir lo expuesto en la Declaración Universal de la
Unesco sobre la Diversidad Cultural (2001) se establece que:
Los saberes tradicionales y ancestrales son un patrimonio cuyo valor no se
circunscribe únicamente a las comunidades originarias, sino que dichos saberes
constituyen un importante recurso para toda la humanidad, en tanto enriquecen el
conocimiento mutuo por medio del diálogo, y permiten conservar el amplio espectro
de la diversidad cultural existente en un territorio dado. (s.p)
Desde una perspectiva más pedagógica los saberes ancestrales deben hacerse notar en los
individuos, es sorprendente notar como para algunas personas, en este caso niños, se entusiasman
en la siembra de plantas o en el reciclaje, representando un medio de recreación fundamental para
el aprendizaje dentro de las escuelas. Aunque de manera simple, se puede señalar que, la formación
que debe tener el individuo sobre el ambiente o la naturaleza, va más allá de un conocimiento
teórico de saber o no saber una cosa; hablamos de un aspecto que explica la diferencia entre la
perspectiva de una persona con respecto a otra. Depende de cómo esté el corazón, así van a ser los
pensamientos y la capacidad para discernir y entender.
Así como sea la capacidad para discernir y entender, así será la manera de estudiar,
gestionar, planificar y utilizar los recursos naturales y el territorio. No se puede resumir el
ambiente, como algo netamente teórico o como solo un buen hábito, debe enmarcarse en que desde
el interior del individuo, se refleje la convicción de que lo que realizo en mi entorno, me lo estoy
haciendo también a mismo, no dejarlo como un asunto de teoría aprendida sino de verdad
internalizada, sin descartar los conocimientos universales, sino valorando por igual ambos saberes
en el ámbito rural de las comunidades, en esta línea de reflexión, desde la vertiente ambiental y no
solo desde ella, podríamos mencionar los reclamos de cambio en la lógica del desarrollo, cada vez
más urgentes. De igual manera, las ideas abordadas tienen su sustento axiológico en la medida que
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su ámbito de acción permita identificar, jerarquizar y valorar las necesidades del sistema,
intrínsecas y extrínsecas, propias de su actuación en el quehacer social, por lo cual, la búsqueda de
estas nuevas formas de vida implica mejorar las condiciones de vida y la preservación del planeta,
dicho, en otros términos, los saberes ancestrales deben circunscribirse en la preservación del
planeta para las vidas futuras.
Ahora bien, en diferentes espacios rurales se aprecia el misticismo en sus habitantes, los
cuales conservan los saberes ancestrales que sirven de modo de vida y que se transmiten de
generación en generación, también es notoria la presencia de los libros vivientes, quienes son
personas que generalmente poseen un conocimiento empírico que trasciende la sabiduría científica
y aporta información valiosa para el desarrollo de la gestión del conocimiento. Sin embargo, es de
destacar que todo este conocimiento está encapsulado en las comunidades sin el reconocimiento y
mérito que merece tan loable labor.
Se reconoce la importancia de los saberes ancestrales en el escenario de la producción
agrícola de las comunidades rurales, marcado por un proceso de aprendizaje generacional, lo cual
guarda sinergia con lo expuesto por Suárez (2018), que señala: …los saberes ancestrales
indígenas están enrizados en cultura que define a cada uno de los pueblos, es parte de su cultura
milenaria de ser unos pueblos originarios en cada región del país…” (p. 6), lo que evidencia que
esos saberes forman parte de la idiosincrasia de los pueblos, son un legado generacional y su
principal aporte es tributar al desarrollo de estos pueblos con una visión de productividad
endógena, desde adentro, con sus recursos y potencialidades.
Bajo este panorama se presenta esta construcción teórica que está orientada por el objetivo
de analizar los saberes ancestrales y prácticas agrícolas en comunidades rurales, lo cual surge como
una premisa en la que se busca la revalorización de lo que se ha transmitido de generación en
generación en los pueblos originarios para su desarrollo y cómo en el momento actual, esos saberes
se hacen presente permitiendo su reconocimiento en el desarrollo de prácticas agrícolas que
resultan favorables en las comunidades rurales.
Saberes Ancestrales.
A través del tiempo los saberes ancestrales, que emplean los campesinos para el manejo de
sus sistemas de cultivo son complejos. Implican habilidades y experiencias acumuladas a lo largo
de generaciones, de las cuales pueden extraerse enseñanzas que contribuyen a establecer pautas de
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manejo en sus prácticas agrícolas. En el contexto de la complejidad de la agricultura campesina,
sus actores poseen un amplio repertorio de saberes, destacando el ancestral, que se orienta al
manejo de los sistemas de producción, cuyo fin es asegurarles su reproducción física y social.
También estos saberes se ven reflejados en su capacidad de minimizar riesgos con una producción
enmarcada en la preservación del planeta. En atención a esta definición de saberes ancestrales se
presentan las ideas de Suarez (2018), que señala:
…saberes ancestrales representan el conjunto de experiencias y prácticas cotidianas
de personas y comunidades que han existido por miles de años, continúan existiendo
y se transforman continuamente. Entonces se parte de que todas las culturas
conllevan historia, creencias y maneras de hacer las cosas; en especial, las culturas
conllevan significados. Como seres humanos se experimentan los eventos más
íntimos de cada vida en el contexto de una o más culturas (p. 40).
Se denominan saberes ancestrales a todo aquel mulo de saberes que poseen algunos de
los habitantes de los pueblos y comunidades, y que han sido transmitidos de generación en
generación en el transcurrir de los años. Estos saberes y prácticas se han mantenido a lo largo del
tiempo principalmente por medio de la transmisión oral en las comunidades rurales, y también por
medio de prácticas y costumbres que han sido transmitidas de padres a hijos en el marco de las
dinámicas de la convivencia comunitaria que caracterizan a estos pueblos, los saberes forman parte
de sus culturas, de su historia, donde se entrelaza el pasado aprendido, el presente en construcción
y el futuro que se espera.
No es sencillo comprender, poner en práctica o reconocer y dar valor a los saberes
ancestrales, pues primero se debe realizar un cambio de pensamiento por decirlo de algún modo,
para comprender que los saberes ancestrales son la expresión de una cosmovisión, profunda y
compleja, que dista mucho de la concepción del mundo que tenían los pueblos originarios;
comprender que la comprensión de estos saberes no puede darse cabalmente a través de un proceso
de descripción y análisis, pues la verdadera compresión de los saberes ancestrales surgen desde la
vivencia de esa cosmovisión, en la que la intuición y el sentir se entrelazan con el pensamiento
para generar el conocimiento del mundo.
En atención a estas ideas, se puede decir que cada comunidad tiene sus propias costumbres,
prácticas y pensamientos que configuran la particularidad de sus diversas identidades y es un
elemento principal que cruza las cosmovisiones de los pueblos indígenas originarios y, por tanto,
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de los saberes ancestrales, es el aspecto espiritual, permeado en cada componente de la vida diaria
y que tiene sentido trascendente a la misma. La espiritualidad parece sobresalir como parte
primordial que forma parte de la identidad colectiva de los pueblos indígenas, determinando su
vínculo con la naturaleza, Siendo estos pilares centrales de los saberes ancestrales, quizás, los que
debiesen despertar mayor interés en la población, dado que constituyen elementos que podrían dar
respuestas a algunas de las necesidades globales que se presentan en la actualidad.
Tener presente estos conocimientos y saberes nos sirve para la revisión de diversas fuentes
bibliográficas respecto a qué se considera saberes ancestrales en el tiempo actual, en atención a la
realidad y al desarrollo que se pretende alcanzar, lo cual hace que se tome en cuenta como una de
las más precisas la de Restrepo (2006), que destaca:
Pueden definirse como un conjunto o acumulación de conocimientos prácticos y
creencias, obtenidos y desarrollados a través de la observación y experimentación
de las poblaciones o sociedades autóctonas con los elementos y condiciones
específicos de su hábitat o entorno, para garantizar la supervivencia y satisfacer las
necesidades de su comunidad (p. 71).
En atención a lo expuesto, se puede decir que estos conocimientos versan sobre la
naturaleza y sus procesos, sobre las relaciones entre sus componentes (animales, plantas y
ecosistemas) y los seres humanos, y sobre las relaciones de estos entre (relaciones sociales,
espirituales y políticas).
Prácticas Agrícolas
La experiencia campesina sobre la dimensión agrícola y la apropiación del agroecosistema
por parte de las unidades familiares campesinos y sus formas de manejo, sabiduría, racionalidad y
sus significados prácticos son fundamentales para las comunidades rurales. Aunque hoy se
reconoce que el campesino posee amplios conocimientos sobre entomología, botánica, suelos,
agronomía, con tecnologías y prácticas agrícolas más sensibles al entorno natural y social, el
desarrollo convencional ignora el conocimiento campesino, sus estudios presentan una limitante,
donde prácticamente abordan al sujeto separándolo de sus connotaciones ecológicas e ignoran las
relaciones que el “universo campesino, en este sentido Andriulo (2007) destaca:
Las prácticas agrícolas son aquellas propias del sector de la sociedad dedicado a la
agricultura como actividad económica, es decir, al aprovechamiento de los suelos
para la siembra, cuido y recolección de frutos, granos y/o vegetales para su posterior
consumo y venta a otros sectores. Por ejemplo: arado, siembra, riego. Este tipo de
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prácticas son características de un sector primario, es decir, de producción de bienes.
Pueden darse de múltiples maneras, tanto de modo artesanal como tecnológico, y se
extienden usualmente en el tiempo, conforme a las etapas estacionarias de la
siembra y el cultivo (p.23).
Las ideas expuestas permiten comprender que las prácticas agrícolas están vinculadas a la
producción del suelo, la generación de productos básicos y derivados de la siembra, actividad que
por su naturaleza está vinculada a las comunidades rurales, quienes históricamente han heredado
saberes para la producción agrícola, lo cual ha venido desde las culturas primitivas como saberes
que se han transmitido de generación en generación, de allí la importancia de reconocer que esos
saberes ancestrales de los pueblos indígenas han incidido en la producción agrícola, contribuyendo
con el desarrollo y manutención de sus descendientes.
En este mismo orden de ideas, en la Cumbre de la Tierra (1992), en su agenda 21, sobre
las prácticas agrícolas se refirió lo siguiente:
Las prácticas agrícolas, de cómo el ser humano ha influido sobre su entorno natural
y el paisaje desde sus orígenes. La cultura, las técnicas agrícolas tradicionales y el
carácter de cada pueblo han quedado marcados de este modo en el paisaje rural que
se ha ido creando durante siglos. Pero a veces la huella dejada en el medio ha sido
profunda, dando lugar a su modificación o destrucción y a la sobreexplotación de
los recursos que este ofrece. (s.p)
En este sentido resulta interesante plantearse aunar la cultura tradicional con la técnica
moderna. Cuando se habla de aunar las prácticas tradicionales en el medio rural para lograr la
sostenibilidad, no se trata de ninguna vuelta al pasado. Las técnicas tradicionales pueden hoy ser
analizadas a la luz de los actuales conocimientos científicos y ser mejoradas con los avances
técnicos modernos. Durante la evolución de la agricultura se fueron desarrollando técnicas
perfectamente adaptadas a los suelos, clima, cultura y tradiciones de cada zona, cnicas que en
muchos casos siguen siendo válidas. En este sentido, la agricultura ecológica desempeña un papel
primordial por su adecuación a las condiciones ecológicas y por producir alimentos de la máxima
calidad. La agricultura ecológica recupera la cultura agrícola y campesina, manteniendo su
identidad y su valorización por parte de los agricultores y del resto de la sociedad, al respetar y
aprovechar en muchas ocasiones los conocimientos anteriores.
Así, se mantienen y recuperan las variedades y razas autóctonas, apropiadas a las
condiciones de cada zona. Se estudian y adaptan los ciclos de cultivo determinados por el clima y
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el suelo de cada lugar. Se aprovechan las nuevas herramientas, pero haciendo un buen uso de ellas,
sin desestabilizar el sistema y logrando mantener un medio rural vivo. Además, la cultura
tradicional es mucho más que un compendio de técnicas más o menos ancestrales: es la integración
del saber hacer en la tierra con las necesidades y recursos de la zona, el perfecto conocimiento de
las particularidades locales y la cuidadosa selección de las interacciones entre animales y
vegetales, tanto domésticos como silvestres, las personas y el medio. Es, en definitiva, la cultura
popular acumulada generación tras generación, cultura que, como cualquier otra, tiene un
importante valor en sí misma.
Comunidades Rurales
Según Aguilar y Monge (2000), hace una definición de las comunidades rurales como ese
conglomerado de actores de diversas edades que están vinculados a la vida campesina, es decir, a
la producción del campo, al fomento de las actividades de aprovechamiento del suelo, de la
práctica de la agricultura, ganadería y actividades conexas. La integración entre ellos debe
funcionar constantemente, ya que la prosperidad de un lugar depende de la relación que se
establezca entre las personas. Debe existir un trabajo en conjunto para que se logren las metas
propuestas. Una comunidad rural es al que se desarrolla en el campo y alejado de los cascos
urbanos, las comunidades rurales viven de la agricultura o la ganadería, por lo general, se trata de
regiones donde la industria no está desarrollada, por otra parte, la población de las comunidades
rurales es escasa.
En esta línea de pensamiento Pérez (2001), en su trabajo Hacia una nueva visión de lo
rural, señala que ese nuevo enfoque parte de una visión amplia donde la idea es el impulso de
actividades que se vinculan a la agricultura, la ganadería, la artesanía, la pesca y que así van
surgiendo otras estructuras de desarrollo económico y social como las pequeñas y medianas
empresas derivadas de estas actividades económicas, el turismo de sectores rurales con potencial
turístico, que pueden ser provechados como actividad económica, social y cultural, favoreciendo
nuevas oportunidades de empleo, desarrollo y por ende elevar la calidad de vida de los habitantes
de esas localidades.
En tal sentido, en la nueva concepción rural, la población ocupa un lugar privilegiado al
tomar consciencia de que sus actividades productivas no pueden quedar relegados, exclusivamente
a la producción agrícola sino que deben aprovechar todas las potencialidades que existen en el
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contexto donde habitan, con el propósito de favorecer el aprovechamiento de estas potencialidades
locales, dependiendo de la manera en que una agrupación organizada de personas perciben como
una unidad social, gestiona los recursos humanos, económicos, culturales y naturales existentes en
el territorio en el que vive.
Se reconoce la relevancia que presentan los saberes ancestrales en el desarrollo de las
prácticas agrícolas en los escenarios rurales, favoreciendo su desarrollo, donde destacan prácticas
que se vinculan a la producción del campo como las tradiciones, rituales, ideas, costumbres y
representaciones, con base desde los saberes ancestrales, nuestros antepasados tenían
inconscientemente una visión futurista de la vida, siendo contribuyentes a la preservación del
planeta de manera empírica.
Reflexiones Finales
La necesidad de conservación y cuidado del planeta y por ende del ambiente, aunado al
incesante avance científico y tecnológico, han contribuido a que se vuelva la mirada a los saberes
ancestrales. Varias razones han dado cuenta de que el respeto a la naturaleza y el saber convivir
con ella son un apremio de estos tiempos, pero un modo de vida en épocas distantes. Los pueblos
originarios vivían y continúan haciéndolo convencidos de la relación sagrada del hombre con la
tierra, y desde entonces son salvaguardadas de territorios mega diversos que han sido protegidos
gracias a esos conocimientos. Pero de allí surge una contradicción que no va de la mano con el
principio del desarrollo, es decir, en el caso de la potenciación de saberes ancestrales va en
contradicción de los avances y desarrollo del poblacional.
Los saberes ancestrales desde esta perspectiva son visualizados de manera diferente,
buscando en su esencia el cuidado del planeta para generaciones futuras, ya que la misma va a
permitir la disminución de las prácticas depredadoras que se le están aplicando al campo y que
viene a repercutir en todo el planeta, trayendo como beneficio, entre los cuales podemos mencionar
mejores cultivos, es decir, alimentos más sanos por la disminución del uso de agroquímicos y
fertilizantes, por otra parte la trasmisión de este conocimiento entre generaciones va a permitir,
primero, dar valor a las culturas pasadas, segundo que ese conocimiento perdure en el tiempo,
tercero el aporte que viene a dar a la humanidad en la preservación del planeta desde las prácticas
agrícolas, entre otros, es preciso señalar situaciones de interés científico que permitan permear el
objeto de estudio a fin de generar constructos teóricos relacionados con las competencias del ser
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humano.
En síntesis, el saber de las comunidades rurales presenta una gran comunión con la
conservación de la naturaleza, como organización cultural en constante interacción con sus
contextos ambientales, han preservado una amplia gama de procesos y prácticas cotidianas de vida
desde las cuales se forman y se reconocen sus miembros. Esta permanencia de los saberes forjados
en antiquísimas generaciones constituye las verdaderas esencias que orientan la supervivencia con
el ambiente tomando en consideración los saberes salvaguardados por los pobladores originarios
que están enraizados en la crianza y preservación de la biodiversidad de sus agroecosistemas y,
que han sido traspasados de generación en generación, dejando ver su legado y aporte para el
desarrollo de sus habitantes.
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