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Revista Guayana Moderna
ISSN: 2443-5658
RESEÑAS
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EDUCACIÓN IGNACIANA Y CAMBIO SOCIAL.
Reseña del libro:
Montero, J. (2003). Educación ignaciana y cambio social.
Sao Paulo, Brasil: Ediciones Loyola.
María Teresa Sánchez
Doctora en Educación, mención Andragogía
(Universidad Interamericana de Educación a Distancia de Panamá (Uniedpa)
Dirección de Extensión Social Universitaria
Universidad Católica Andrés Bello Extensión Guayana (Ucab - Guayana)
marisanc@ucab.edu.ve
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El Padre Montero S.J. nos presenta una perspectiva Ignaciana de cómo
trabajar desde los centros educativos y propiciar el cambio social que se requiere.
En el transcurso de su escrito hace un análisis de la Pedagogía Ignaciana (PI)
como respuesta a las necesidades de desarrollar una Educación inspiradora y
transcendente, que no se queda en el encerramiento de la Escuela, sino al
contrario, donde la institución es el medio para alcanzar el cambio basado en un
docente proactivo, interesado en involucrarse en ese cambio social que los
tiempos nos reclaman.
El libro nos interpela y confronta para que más que una salida busquemos
nosotros mismos nuestra manera de convertir en acción sus planteamientos sin
que nos pida que lo hagamos textualmente. Nos invita a que seamos actores de
ese cambio en las sociedades, con esperanza de un futuro mejor en la medida
que formemos a nuestros muchachos en las escuelas con mayor solidaridad,
sensibilidad humana con su otredad, así como a desarrollarnos a la medida de
nuestro contexto.
Montero estructura su libro en 5 capítulos
I. Introducción: Presenta al lector su perspectiva de la Educación para
cambiar la sociedad en un marco de esperanza constructiva y propositiva.
II. La Espiritualidad Ignaciana como Propuesta para el Cambio de la
Sociedad Secular: Contiene un resumido marco filosófico, plantea su visión de la
PI ante “la modernidad, la respuesta para la Postmodernidad, la secularidad del
neoconservadurismos y la trampa secularizante del consumismo”
III. La Pedagogía Ignaciana para Lograr el Cambio Personal y Social en
una Sociedad Secular: Resalta la visión de Ignacio en cuanto a que si el hombre, a
través de los ejercicios espirituales, reflexiona de su objetivo y fundamento, se
plantea cambiarse a mismo basado en ese ejercicio introspectivo y se plantea
acciones para su mejora, para su crecimiento, en esa medida aportará al cambio
social de su contexto como parte integrante del mismo, no como espectador.
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Este capítulo tiene un sub capítulo especialmente dirigido a las cuatro
estrategias de la Pedagogía de Ignacio para el cambio que según su visión son:
cambiar la imagen de Dios, cambiar la imagen de Cristo, cambiar la imagen del
mundo, cambiar la imagen de uno mismo.
Presenta además una serie de recursos pedagógicos que ofrece Ignacio de
Loyola para alcanzar ese cambio, para promoverlo. Nos invita a incorporar la
disertación de la realidad del alumno para que a partir de ella promueva un
cambio. “aplicando todos los sentidos” (p.57)
De manera breve nos invita a utilizar las nuevas tendencias de análisis y
conocimiento de las particularidades de los hemisferios cerebrales para el
aprendizaje individual. Del mismo modo invita al docente a facilitar entornos de
aprendizaje atractivos donde el estudiante tenga la posibilidad cierta de interactuar
con el conocimiento a través de su propio hacer participante, interactuando con
ese saber para apropiarse de él, socializando el conocimiento, escuchando
vivencias en diversas perspectivas y al mismo tiempo complementarias, así se
logrará un aprendizaje más profundo.
IV. La Educación Social en la Pedagogía Ignaciana: “Para San Ignacio el
cambio de la sociedad empieza por el cambio de cada persona. Son personas las
que realizarán el cambio si ellas previamente cambiaron”. (p.73) Este capítulo es
sumamente valioso para concretar el cómo y por qué del trabajo del ser humano
desde una visión ignaciana. En definitiva “hombres y mujeres para los demás”.
Presenta estrategias de educación para la justicia donde se destaca:
análisis crítico de la realidad, educación en valores, la vida de la institución, el
currículo y los programas, la pedagogía social, pedagogía diferencial, pedagogía
crítica, la educación popular y la educación holística.
Hace énfasis especial en la Educación en DDHH y Democracia
puntualizando “el fundamento de los derechos humanos es la dignidad de la
persona, es decir, el reconocimiento de que la condición humana tiene por
mismo un valor intrínseco.” (p127) Esto lo relaciona con que “… estamos ante un
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hecho ineludible en todo proceso educativo.” (p.128). Todo esto se puede
visualizar como una invitación al docente a propiciar experiencias en el estudiante,
una mirada crítica y propositiva a la realidad de la vida. Invita a que el maestro
fortalezca esa mirada del contexto con el alumno para transformar esa realidad en
beneficio del colectivo donde ellos son también parte integrante. Se puede inferir
en su discurso que no solo el joven o el niño se fortalecen en esta formación
reflexiva de los DDHH y la Democracia, sino también el docente que le acompaña
en su conocer, pensar, reflexionar y actuar. Siempre para transformar y para
transcender. En este curso de ideas, nos incluye el tema de Educación Política.
De igual manera, nos pasea teóricamente y nos propone elementos
pedagógicos en la Educación para la Ética… aprender haciendo / reflexionando /
participando / interpelando / interpelándose.
V. Cambio Cultural y Cambio Social. En este nos pasea por
conceptualizaciones de la cultura y qué entendemos por cambio cultural y nos
presenta su perspectiva que textualmente reproduzco
el cambio social lleva consigo “alteración” apreciable, es decir, de fuerza
suficiente como para que el factor o los factores desencadenantes conviertan a la
sociedad en otra. Supone que hay un antes y un después, con la “sucesión
temporal de diferencias”, de tal manera que persiste la identidad, que perdura
parte identificadora de la sociedad en la cual se produce el cambio… (pág.178)
Y cierra con un párrafo que a su vez es para el lector un volver a reflexionar
sobre su papel de educador ignaciano para o en el cambio social: “La
espiritualidad y la pedagogía ignaciana han demostrado a través de los siglos su
esencial flexibilidad y capacidad de adaptación, su firme decisión de inculturación
y su poder para promover cambios culturales y sociales.” (p.183)
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VISIÓN GENERAL DE LA TEORÍA DE VALORES
BÁSICOS DE SCHWARTZ.
Reseña en español del artículo en inglés:
Schwartz, S. H. (2012). An overview of the Schwartz
theory of basic values. Online Readings in Psychology and
Culture, 2(1). doi: 10.9707/2307-0919.1116
Verónica Ramos Lemoine
Licenciada en Ciencias Políticas y Administrativas,
Universidad Central de Venezuela (UCV)
Centro de Investigaciones para la Educación, la Productividad y la Vida (Ciepv)
de la Universidad Católica Andrés Bello Extensión Guayana (Ucab - Guayana)
vramosle@ucab.edu.ve
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Shalom Schwartz hace una revisión de su teoría de valores básicos en la
cual explica el papel y la importancia de los valores. Sostiene que los procesos de
la dinámica de la estructura de los valores pueden señalar el camino hacia una
teoría unificadora de las motivaciones humanas.
Schwartz afirma que los valores son un componente importante y central de
las personas y su personalidad y explica que los valores son algo distinto a
creencias, actitudes, normas y rasgos, pero que están relacionados con estos y
que, de hecho, son motivadores críticos de actitudes y comportamientos. Define
valores como conceptos socialmente deseables utilizados para representar las
metas necesarias para manejar los requerimientos de la existencia humana;
requerimientos relativos a necesidades biológicas, a necesidades de coordinación
de la interacción social y a las de sobrevivencia y bienestar de los grupos en una
sociedad.
El autor explica que las personas persiguen valores y en busca de ellos
realizan acciones, pero que se pueden notar disonancias y/o inconsistencias entre
estas acciones y los valores profesados o declarados. Esto se debe a que las
personas pueden, y de hecho lo hacen, perseguir valores encontrados o en
conflicto. Schwartz plantea una estructura circular que retrata el patrón de
relaciones de conflicto y congruencia entre valores que se muestran en la Figura
1. Estas relaciones de conflicto y congruencia son los principios que organizan la
estructura de valores.
El autor aclara que estas inconsistencias entre determinadas acciones y
valores declarados, no se dan en un mismo acto, sino en distintas actuaciones,
en distintos momentos, lugares y situaciones. Esto se explica debido a que lo que
afecta al comportamiento y las actitudes es la prioridad entre valores y no la
importancia que se le da a alguno de estos. Las personas evalúan cada situación,
en cada momento, en función de sus particularidades y en función de un sistema
de ordenación de valores que guía cada toma de decisiones.
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Figura 1. Modelo teorético de relaciones entre diez tipos de valores
motivacionales.
Nota: Traducción propia de Figura 1 del modelo Schwartz (Schwartz, 2012, p. 9).
En la estructura propuesta por Schwartz (Figura 1), los valores forman un
continuo de motivaciones relacionadas y cuanto más cercanos están los valores
más cercana su motivación subyacente.
Adicionalmente a los principios de congruencia y conflicto entre valores
implicados en una decisión, existen otros principios que también explican el
funcionamiento de la estructura circular de valores de Schwartz y que se ilustran
en la figura 2.
Figura 2. Dinámicas que sostienen la estructura universal de valores.
Nota: Traducción propia de Figura 2 de Schwartz (Schwartz, 2012, p.13).
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Uno de los principales hallazgos de Schwartz es que esta estructura circular
de valores está presente en todas las culturas estudiadas alrededor del mundo,
pero además, también existe una prioridad de valores compartida por todas estas
culturas (universal). A grandes rasgos, el orden de estas prioridades universales
es el siguiente: en primer lugar se encuentran los valores de benevolencia, luego
los de universalismo y autodirección, y en los últimos lugares, por su menor
importancia, se encuentran los valores de poder y estimulación. Schwartz señala
que la existencia de prioridades universales se debe a nuestra naturaleza común
como seres humanos, y explica que la función sica de los valores es motivar y
controlar el comportamiento de grupos en una sociedad, por lo que los valores
que choquen con la naturaleza humana probablemente serán considerados menos
importantes y serán desalentados por los agentes socializadores y de control
social. Los valores sirven de guías internas para los individuos, ahorrándole al
grupo la necesidad de control constante, y son evocados por los individuos para
solicitar comportamientos y justificar su exigencia a otros.
En cuanto a las diferencias y relaciones de los valores con otros conceptos,
Schwartz sostiene que los valores son principios guía en la vida, mientras que las
actitudes son evaluaciones de objetos en términos de bueno o malo, deseable o
no. Los valores están detrás de las actitudes; son las bases de esas evaluaciones.
La evaluación será positiva si se cree que el objeto evaluado promueve o protege
metas valoradas por el individuo. Las creencias son ideas sobre cuán verdadera
es la forma particular en la cual las cosas se relacionan, y varían en cuan seguro
se está de ellas. Las normas son reglas que dicen a los miembros cómo deben
comportarse. Los valores afectan la aceptación o rechazo de éstas. Se puede
estar de acuerdo o no con que las personas actúen de determinada forma. Los
rasgos son tendencias a mostrar patrones consistentes de pensamientos,
sentimientos y acciones a través del tiempo y las situaciones; varían en la
frecuencia e intensidad con la cual la gente los exhibe y describen cómo son las
personas en lugar de a qué confieren importancia. Las personas creen que sus
valores son deseables y pueden considerar sus rasgos como positivos o
negativos.