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Revista Guayana Moderna
ISSN: 2443-5658
Revista Guayana Moderna, N° 4, Ciepv, Ucab-Guayana, 2016, pp. 63-87
CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLO.
José María Fernández Arguiñano
RESUMEN
A lo largo de todo el siglo XX, el tema más estudiado por economistas, sociólogos, políticos y
organismos internacionales fue el del desarrollo de los países y sus causas. En los años 90 surge
otra variable sobre un nuevo factor de crecimiento, esta vez desde la perspectiva de la
Cooperación: El Capital Social. Este artículo aborda el concepto desde la perspectiva de diversos
autores y desarrollando elementos claves del mismo. Entre ellos: las 4 áreas que abarca el Capital
Social; su clasificación en 4 tipos y las 2 dimensiones básicas del mismo. Luego nos habla de un
elemento que incide negativamente en el desarrollo del Capital Social: el Populismo. Hace
referencia a una clasificación de la relación entre el Estado y las comunidades en la cual se
conciben 5 tipos, desde los más sumisos hasta los más autónomos y de los cuales recomienda los
3 últimos para favorecer la acumulación de capital social. Dentro de esta clasificación ubica el caso
venezolano con la pretensión de instaurar el Estado Comunal y las reacciones de la sociedad civil
ante esta propuesta. Luego toca el tema del empoderamiento y las condiciones necesarias para
lograrlo. También aborda la pregunta: ¿Quiénes deben asociarse a nivel local? Así como los retos
de la participación, en aras de la eficacia y la eficiencia. Finalmente, cierra proponiendo socializar
el conocimiento pertinente con el propósito de generar en el grupo o en la propia comunidad una
capacidad colectiva para intervenir sobre el proceso de desarrollo de la región, capacidad basada
en la voluntad, pero sobre todo en el conocimiento científico compartido sobre la estructura y
dinámica del proceso mismo que convoca.
Palabras clave: Capital Social, asociatividad, Estado Comunal, desarrollo.
Key words: Social Capital, associativity, Communal State, development.
Correo electrónico:
Recibido: 15-03-16
Aprobado: 20-06-16
jfernandar@gmail.com
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A lo largo de todo el siglo XX, el tema más estudiado por economistas,
sociólogos, políticos y organismos internacionales fue el del desarrollo de los
países y sus causas. En los años 50, Solow y Denison determinaron, mediante
estudios econométricos, que el crecimiento está en función del capital, el trabajo y
la tecnología. En 1960 Theodore Schultz acuña el concepto de Capital humano y
afirma que la Educación no es un gasto sino una inversión que impulsa el
crecimiento económico. En los años 90 surgió otra variable sobre un nuevo factor
de crecimiento, esta vez desde la perspectiva de la Cooperación: El Capital Social.
Según Bernardo Klinsberg (2001) esta teoría se ha ido imponiendo, debido a los
contundentes argumentos esgrimidos por sus descubridores. Este nuevo concepto
está en pleno desarrollo, no totalmente definido en cuanto a sus elementos,
mediciones y consecuencias. Incluso tiene sus detractores con argumentos
convincentes.
Según la página del Banco Mundial, “Capital Social se refiere a las
instituciones, y normas que conforman la cantidad y calidad de las interacciones
sociales de una sociedad. Numerosos estudios demuestran que la cohesión social
es un factor crítico para que las sociedades prosperen”. (www.worldbank.org).
Otras definiciones de Capital Social son: “Cierto recurso intangible que
posibilita o capacita a las personas en determinados beneficios” (Arriagada, 2003,
p. 560).
Coleman (1990): “Los recursos socioestructurales que constituyen un activo
de capital para el individuo y facilitan ciertas acciones de individuos que están
dentro de esa estructura.” (Coleman 1990 c.p Arriagada, 2003, p. 564)
Putnam (1993) “Son los aspectos de las organizaciones sociales, tales
como las redes, las normas y la confianza que facilitan la acción y cooperación
para beneficio mutuo”. (Putnam 1993 c.p Arriagada, 2003, p. 564)
Durston (2002) establece que el “capital social es el contenido de ciertas
relaciones sociales: las que combinan actitudes de confianza con conductas de
reciprocidad y cooperación, que proporciona mayores beneficios para aquellos
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que lo poseen” (Durston, 2002, p. 15). Este autor prefiere dejar los conceptos más
abstractos como normas, cultura e identidad para procesar conceptos más
conductuales y medibles como confianza, reciprocidad y cooperación.
Para Klinsberg (2001) el Capital Social cubre cuatro áreas:
La primera es el clima de confianza existente en una sociedad. Son las
expectativas de confiabilidad de unas personas con respecto a otras. Es la cultura
de la confianza en la palabra dada. Si no hay confianza la gente toma previsiones,
se hacen más onerosas las negociaciones, se elaboran contratos y reglamentos
más exigentes. Si la desconfianza es tal que se duda del respeto a la propiedad de
cada uno, a su seguridad personal se realizarán gastos adicionales para proteger
los bienes personales. También se refiere a la confianza en las instituciones
públicas, en las normas y las leyes. Si estas son cambiadas permanentemente o
interpretadas de forma caprichosa ahuyentarán nuevas inversiones o negocios.
Para los economistas es muy importante el clima de confianza a la hora de elegir
hacer inversiones, de tal forma que existen mediciones de riesgo país y uno de los
indicadores es la confianza en las instituciones y las leyes.
La segunda área de capital social es la asociatividad, entendida como la
capacidad de las organizaciones para cooperar en proyectos comunes y fortalecer
las sinergias entre ellas. Esta asociatividad puede manifestarse tanto a nivel de
vecinos como de pequeñas comunidades, comarcas, regiones, proyectos
comunes entre empresas, alianzas entre clientes y proveedores.
El grado de asociatividad se expresa en una sociedad por la intensidad del
tejido social que se crea entre sus miembros. Cuantos más miembros participan
en asociaciones, la cantidad de organizaciones civiles, las actividades sociales,
religiosas, deportivas, la identidad con un lugar, hacen que una ciudad, una
comarca o región sea más exitosa que otra.
El tercer aspecto del capital social es la conciencia cívica. Este aspecto
representa la responsabilidad del individuo con la sociedad en que vive por
preservar y mantener lo comunitario: preocupación por los aspectos ambientales
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de su entorno, cumplimiento de las normas ciudadanas, pago de todo tipo de
servicios públicos e impuestos, respeto a los derechos del otro.
El cuarto aspecto tiene que ver con la ética: La ética tiene que ver con
valores. Estos son un activo fundamental en las sociedades porque en los
momentos de crisis los principios son los que impulsan las decisiones importantes
en función del desarrollo nacional, el crecimiento compartido, la justicia social, el
juego limpio, la transparencia en el manejo de las cuentas públicas y privadas.
Klinsberg (2001) expone algunos estudios que correlacionan de manera
positiva las variables de confianza y cooperación con crecimiento económico a
mediano y largo plazo; o el grado de asociatividad y rendimiento económico en
hogares pobres se percibe que tienen mayor progreso que los no asociados;
correlaciones significativas entre asociatividad y eficiencia judicial, ausencia de
corrupción; o la influencia del capital social en el rendimiento educativo de los
niños.
El Capital Social se puede acumular y expandir, así como el Capital
Humano, por medio de la Educación. Pero no es tan fácil promover los valores de
confianza, reciprocidad, cooperación en ambientes donde las violaciones a las
normas quedan impunes, donde no funcionan las instituciones, donde existe
anomia social. Además un conjunto de contravalores sociales conspiran contra la
confianza y la cooperación como el buscar acomodo para y la familia antes que
para la sociedad cuando se está en una función pública, el aprovecharse de
situaciones porque se percibe que la ley no se va aplicar, el no pagar impuestos,
falsear los medidores eléctricos, apropiarse de bienes públicos o privados si no
están protegidos.
A diferencia del Capital Humano convencional, que entraña la transmisión
de ciertas aptitudes y conocimientos específicos, el Capital Social exige inculcar
normas y valores compartidos, esto suele conseguirse mediante el hábito, la
experiencia compartida y el ejemplo de liderazgo. Por lo tanto, tenemos que
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estudiar detenidamente una agenda más amplia de cambio cultural, que debe
abordarse mediante la educación, la capacitación y el refuerzo de las normas.
Es tal el abanico de características que se atribuyen al Capital Social que es
necesaria alguna clasificación. Flores y Rello (2001 c.p. Durston 2002) distinguen
cuatro tipos:
1. Capital Social Individual: Es visto como la capacidad de obtener ventajas y
beneficios a partir de una red de relaciones.
2. Capital Social Empresarial: El conjunto de recursos movilizados mediante
una red de relaciones, asociaciones que hacen a la empresa competitiva.
3. Capital Social Comunitario: Capacidad de actuar como colectivo en función
de metas beneficiosas para la comunidad.
4. Capital Social blico: Aquel conformado por las redes de relaciones con
agentes económicos y sociales para hacer más eficaz su tarea.
Atria (2003) por su parte distingue dos dimensiones básicas del capital
social:
1. La capacidad específica de movilización de determinados recursos por
parte de un grupo. Esta dimensión se relaciona con el liderazgo y el
empoderamiento entendido éste, como el proceso de transformación de los
sectores excluidos en actores y la nivelación hacia arriba de los actores
débiles.
2. Disponibilidad de redes de relaciones sociales. Esto involucra niveles de
asociatividad y de formación de redes con capacidad para movilizar
productivamente y en beneficio del conjunto los recursos existentes.
Aumentar el clima de confianza en una comunidad, establecer nexos de
asociatividad y redes, aumentar las conductas cooperativistas supone cambiar
paradigmas; eso sólo lo pueden lograr las propias comunidades por mismas
cuando sientan que tienen que participar y colaborar para resolver los problemas
comunes. Los Organismos del Estado deben generar confianza en sus
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instituciones de forma que los ciudadanos sientan que no existe manipulación en
sus intenciones, que se trata a todos por igual, que se premia el esfuerzo, la
cooperación y no el interés particular de algunos, que se actúa con transparencia y
honestidad.
CAPITAL SOCIAL VS. POPULISMO
El enemigo número uno de los programas de formación de Capital Social es
el Populismo y el Clientelismo. Muchos programas del Estado de ayuda a los
pobres, incluso planes de formación de capital social como formación de
cooperativas, de núcleos de desarrollo endógeno generan más dependencia de la
que existía.
El populismo no es exclusivo de las naciones latinoamericanas. Se
expandió con fuerza en los regímenes fascistas europeos y aparecen muchas
prácticas populistas en las democracias norteamericanas y europeas.
En América Latina existe una cultura clientelar alimentada por agentes
políticos que controlan la información y el acceso a beneficios del Estado, lo cual
conduce a una dependencia de afiliación del ciudadano a una red de corrupción e
impunidad de quienes son cadena de distribución de los bienes del Estado. Como
dice Atria (2003), el clientelismo y el populismo son el aliciente más fuerte para la
perpetuación de la pobreza.
Asimismo Atria (2003) distingue cinco tipos de Capital Social en la relación
entre el Estado y las Comunidades:
1. Clientelismo Autoritario Represivo: Reprime con violencia toda forma de
organización popular que no esté supeditada a los intereses del poder.
2. Clientelismo Pasivo: Paternalista, tecnocrático, burocrático y partidista.
Transforma el capital social en receptividad pasiva y en más dependencia.
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Las ayudas otorgadas a la población más necesitada como una especie de
dádiva generan una pasividad y dependencia total del pueblo que espera
que el Gobierno que le ha prometido los bienes que le faltan, le cumpla, lo
cual le inhabilita para hacer esfuerzos personales para lograr las cosas por
su empeño y trabajo. Para Augusto Franco (2006), el clientelismo no sólo
no crea capital social sino que lo aniquila. Con una política paternalista el
Estado privatiza para sí los espacios públicos propios de las comunidades.
3. Semiclientelismo: Organismo incubador y capacitador: Fomenta la
organización autónoma. Protege la organización en el plano político, social
y económico.
4. Organismo Empoderador y Apoyador: Sigue desarrollando sistemas de
autogestión de organizaciones ya constituidas, que funcionan con cierta
autonomía pero a las que hay que ayudar para fortalecerlas y extender su
radio de acción. En todos los países existen múltiples organizaciones que
cumplen labores de subsidiariedad en la prestación de servicios que el
Estado no cubre. Los Gobiernos si quieren aumentar el capital social de las
comunidades pueden hacerlo a través de las organizaciones
autogestionarias con reconocimiento, apoyos institucionales y financieros.
5. Sinergia: Coproducción entre el Estado y las Organizaciones civiles,
gremiales: Las Organizaciones tienen sus propias estrategias, y acuerdan
beneficios mutuos con el Estado que vayan en función del bienestar del
grupo de influencia y de la comunidad.
En esta tipología aparecen desde las formas más negativas de producción
de Capital Social hasta las más positivas. Se trata entonces de promover las
formas de acumulación de capital social que se enmarquen dentro de por lo
menos la tipología tres hasta la cinco.
¿Hasta dónde llega el control del Estado y cuál debe ser el nivel de libertad
personal y autonomía de las organizaciones sociales? Entre el anarquismo que
promueve la eliminación del Estado hasta el totalitarismo de derecha o izquierda
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que elimina toda organización no sujeta al control del mismo, se mueve el sistema
democrático. Se entiende que en un sistema democrático, el Estado y sus
instituciones son estructuras que deben promover y desarrollar el bien común sin
invadir los espacios de la sociedad civil sino más bien propiciando su desarrollo;
sin penetrar las organizaciones que la sociedad ha creado para diversos fines.
Por ejemplo, en una democracia sin tentación totalitaria, a nadie se le
ocurre que el Estado incida en las decisiones de federaciones deportivas,
religiosas, culturales o creadas para atender casos específicos como la formación
de organizaciones no gubernamentales.
La sociedad democrática crea los partidos con fines electorales para
legitimar permanentemente al Estado y sus representantes. Hay una línea
divisoria entre Estado y sociedad y cada una se rige por leyes de tal forma que la
segunda delega determinadas funciones al primero y lo controla mediante las
instituciones parlamentarias y electorales entre otras. Y el Estado tiene entre sus
funciones la de regular y tener equilibrio en las relaciones sociales , principalmente
mediante la creación de las leyes y la resolución de los conflictos a través del
poder judicial.
Simultáneamente se da una articulación sinérgica entre Estado y sociedad.
ESTADO Y CAPITAL SOCIAL EN VENEZUELA
El siglo XX fue escenario de sistemas totalitarios que, fundamentados en
una ideología para la creación de una nueva sociedad, eliminaron toda
organización social autónoma. Tanto el socialismo soviético, chino, cubano, como
el fascismo italiano, el alemán o el franquismo colocaron las organizaciones
sociales bajo el control del Estado, de tal manera que el gobierno-partido-sociedad
era una misma cosa. De acuerdo con la clasificación de Atria éstos corresponden
al nivel del clientelismo autoritario represivo.
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Los totalitarismos tienen su base ideológica en el populismo o exaltación
del pueblo, la Patria Nueva, la vuelta a los orígenes.
Julio Caro Baroja (1981) realiza un estudio etnográfico del populismo y le
asigna estas características:
1.-“El populista en su programa político, quiere hallar la base en una
identidad primitiva o en un pasado remoto.
2.- Este pasado se caracteriza por unas cuantas notas homogéneas,
acordes y positivas, claro es que no excluyen rasgos anti civilizados
3.- Para ello tiene que ocultar, seleccionar o deformar si es preciso,
la realidad histórica.
4.-Idealiza al pueblo sin fijar demasiado bien sus caracteres, aunque
da como fundamentales las ideas de raza, lengua, y clase social
unida a características anímicas.
5.-Menosprecia los elementos foráneos, caracterizándolos de modo
peyorativo, y atribuye todo mal a influencias exteriores incluso la
civilización.
6.- Pretende actuar revolucionariamente destruyendo las
instituciones que rigen en el momento porque las considera
impuestas por un poder tiránico y advenedizo.
7.-Pretende crear un estado nuevo frente a otro anterior, que es malo
en conjunto”. (p.33).
El mensaje mesiánico de Chávez cuadraba perfectamente con estas
características.
El Peronismo argentino y el Chavismo venezolano se acercan más, por
ahora, a la segunda categoría de Atria de clientelismo pasivo, paternalista,
burocrático y partidista. En efecto, tanto Chávez como Maduro se proponen
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acabar con el Estado Burgués e instaurar el Estado Comunal pero están
limitados en sus actuaciones por la Constitución aprobada en 1999 que
establece taxativamente cómo está constituido el Estado, la forma de
representarlo en sus diferentes instancias a través de la elección directa
universal y secreta y la resistencia de la sociedad por la existencia de capital social
democrático expresada en la valoración de la libertad, el deseo y costumbre de
participar en elecciones, la necesidad de los partidos políticos y de las organizaciones
gremiales y sindicales.
El año 2007 el presidente Chávez propuso la reforma de 69 artículos de
la Constitución para:
“1.- consolidar el autogobierno de las comunidades organizadas.
(Poder Popular)
2.-Garantizar la mayor inclusión social y dignificación del pueblo
trabajador.
3.- Impulsar un modelo productivo socialista antimonopólico y
endógeno (incluyendo todas las formas de propiedad de los medios
de producción)
4.- Estructurar una nueva geometría del poder. (Nueva organización
político-administrativa del territorio nacional)
5.- Renovar las instituciones del Estado e inclusión de las misiones
sociales”. (Nuestra historia republicana. 2º año)
A pesar de que la mayoría de los venezolanos rechazó mediante
referéndum la reforma propuesta, este régimen sigue avanzando en los puntos
esenciales mediante la aprobación e implementación de las leyes comunales y del
Plan de la Patria valiéndose del control que tiene en los órganos del poder público.
La Ley Orgánica de las Comunas, publicada en Gaceta Oficial
extraordinaria 6011 el 21 de diciembre del año 2010 consagra fines, modelo
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socioeconómico, e instituciones públicas totalmente ajenas a nuestra Carta
Magna. A continuación se señalan algunas diferencias esenciales:
1.- La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que
el Estado “tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el
respeto a su dignidad así como la construcción de una sociedad justa y amante de
la paz” (Art. 3). Entre los artículos 19 y 135 desmenuza prolijamente (116
artículos) mo debe entenderse el cumplimiento de estos fines explicando los
derechos humanos individuales. Más de 50 veces se lee en la Constitución “toda
persona”. Los derechos humanos son individuales, inalienables, íntimos,
esenciales al ser.
En la Ley de las Comunas se establece que el interés colectivo está por
encima del individual. El art. 4 párrafo 2 instituye las Cartas Comunales que son
instrumentos donde se establecen las normas elaboradas y aprobadas por los
habitantes de la Comuna en el Parlamento Comunal, con el propósito de contribuir
corresponsablemente en la garantía del orden público, la convivencia y la primacía
del interés colectivo sobre el interés particular”. El art. 18 precisa que la comuna
“regula la vida social y comunitaria y coadyuva con el orden público, la
convivencia, la primacía del interés colectivo sobre el interés particular”. ¿En qué
artículo de la Constitución están establecidos los intereses colectivos que primen
sobre la persona? ¿Quién decide tales derechos? ¿Cómo es posible que el
colectivo regule toda forma de vida social y comunitaria? ¿Acaso cada persona no
va a tener autonomía para hacer vida social, crear asociaciones de los más
diversos intereses sin la anuencia y regulación de una comuna?
2.- En cuanto al modelo socioeconómico de Venezuela. Este está descrito
claramente, no en categorías ideológicas sino en sus elementos esenciales, en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 299: la
finalidad del modelo es el “desarrollo humano integral y una colectividad digna y
provechosa”. Los principios rectores, “la justicia social y libre competencia,
productividad y solidaridad”. Las líneas estratégicas: “el estado promoverá
conjuntamente con la iniciativa privada el desarrollo de la economía nacional”. El
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resultado inmediato, “fuentes de trabajo y alto valor agregado nacional”. El
resultado último, “elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía
económica del país”. El método de lograrlo es “la planificación estratégica,
democrática participativa y de consulta abierta”. Esta dinámica de sinergia entre lo
público y lo privado, lo personal y lo social, la competencia y la solidaridad es
presente en todo el texto constitucional. Promover los dos polos simultáneamente
en un ambiente de diálogo permanente creando equilibrios dinámicos entre
fuerzas que defienden sus intereses pero que consensuan, es avanzar en el
camino del desarrollo.
Sin embargo, el modelo propuesto en la ley de las Comunas se aparta
totalmente del establecido en la Constitución. En primer lugar se incorpora un
concepto ideológico, ambiguo y polisémico, con demasiadas lecturas históricas,
totalmente ajeno al sentir de la Carta Magna: El Socialismo. La finalidad de las
comunas es la construcción del modelo socialista. La ley establece un concepto de
socialismo basado en tópicos históricos: “satisfacción de las necesidades
materiales y recuperación del valor del trabajo como productor de bienes y
servicios”. “Para ello es necesario el desarrollo de la propiedad social de los
medios de producción básicos y estratégicos permitiendo la propiedad individual o
familiar y su uso, goce y disfrute”. Pero ¿qué es la propiedad social sino la
propiedad del Estado? ¿Existe algún ejemplo diferente? Y otra cosa, la
Constitución garantiza el derecho a la propiedad privada no solo individual y
familiar, sino también a disponer de ella según su conveniencia. Todos los países
que fundamentaron su desarrollo en base a estos principios socialistas fracasaron
en la satisfacción de las necesidades y en la producción de bienes y servicios.
3.- En cuanto a lo relacionado con las instituciones del poder público. Según
la Constitución, la soberanía reside en el pueblo quien la ejerce directamente
mediante el ejercicio de sus derechos y deberes e indirectamente a través de los
órganos del poder público que son el Poder Municipal, el Poder Estadal y el Poder
Nacional y este en Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral. La Carta
Magna precisa las competencias de cada institución y sus niveles de autonomía.
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La Ley Comunal crea el “Estado Comunal y las instancias del poder popular
conformadas por los Consejos Comunales, Comunas, Ciudades Comunales,
Federaciones Comunales, Confederaciones Comunales”. Se pretende afirmar que
son expresión de la soberanía popular directa y se le asignan las mismas
competencias que a los poderes establecidos expresamente en la Constitución.
Ninguna de estas instancias aparece en la Carta Magna y sin embargo pretenden
sustituir las funciones y absorber recursos de los municipios y de las
gobernaciones. Su supuesta autonomía como expresión del poder popular directo
es una farsa ya que deben registrarse en el Ministerio de las Comunas quien fijará
los lineamientos, y aprobará los planes y proyectos de estas instituciones. No
necesitan del Consejo Nacional Electoral pues desaparece el voto directo secreto
y universal. Todos los órganos de dirección de los poderes comunales se
decidirán por elección de segundo grado no universal, dirigida por la mano del
Poder Central-Partido.
Pero todavía llega la ley a más: invade todos los espacios de la sociedad
civil. “Están sujetas a la aplicación de esta Ley, las organizaciones comunitarias,
las comunidades organizadas y todas las instancias del Poder Popular
debidamente constituidas, así como las personas naturales y jurídicas, tanto de
derecho público como privado, que se relacionen con las comunas”. (Art. 3)
El plan de la patria expresa en objetivos y metas lo que el Partido socialista
unido de Venezuela (Psuv) pretende lograr con la nueva geometría del poder. Sin
ningún complejo afirma que la “Revolución Bolivariana debe consolidar la
hegemonía y el control de la orientación política, social, ecomica y cultural de la
nación” (2.3). Asimismo propone la conformación de consejos comunales
garantizando incluir en ellos el 70% de la población total para el año 2019 (2.3.1.3)
y afianzar la conformación de comunas socialistas hasta alcanzar las 3000 en
2019. (2.3.1.5.)
Pero entre la conformación de consejos comunales y comunas propone la
“conformación de las salas de batalla social, como herramienta de articulación
entre el pueblo organizado y el Estado” (2.3.1.4). Las salas de batalla social no
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son otra cosa que las salas de batalla chavistas. Convierte al partido en parte del
Estado., desdibujando la línea de separación entre Estado y sociedad y
tergiversando la función de intermediación de los partidos políticos
La Revolución Bolivariana persigue la consolidación de su poder en todos
los ámbitos políticos, económicos y sociales del país. Identifica el poder popular
con la Revolución dirigida por el partido de gobierno. Este, tiene la hegemonía en
todos los órganos del Estado, la hegemonía económica, la hegemonía
comunicacional y persigue la consolidación de la hegemonía y el control de la
sociedad. Para ello promueve las estructuras de control social a través de las
Unidades de batalla chavistas (UBCH), órganos del partido, que articularán las
relaciones entre el pueblo organizado y el Estado.
Desde el Ejecutivo Nacional se está avanzando en este sentido. El 16-09-
2014 el Presidente Nicolás Maduro instaló el Consejo Presidencial de Gobierno
Popular de las Comunas. “El pueblo tiene un presidente comunal que tiene la
obligación de ser receptor de las propuestas que la sociedad organizada va
formulando para tomar grandes decisiones, responsabilidades y acciones que
influirán positivamente en la transformación, la vida política y espiritual de todo un
pueblo (AVN 16-09-2014) El Consejo estará conformado por tres vocerías:
nacional, estadal y comunal. Este organismo nace con el registro de 874 comunas.
Como se ve, se crea una línea de relación unidireccional entre las el
presidente y las comunas de la República tanto en demandas como en
responsabilidades de ejecución en las que no tienen nada que ver los órganos
constitucionales del poder ejecutivo. Incluso en el organigrama planteado
desaparece el poder comunal municipal. Las comunas sustituyen al municipio,
como los consejos comunales anularon las parroquias desde el punto de vista de
representación política generada por elección directa. Y por supuesto, este
desarrollo comunal es planificado, organizado, dirigido y controlado desde el
ministerio de las Comunas a través de su organización burocrática que está
fusionada con la del partido.
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De esta forma se diluye la línea divisoria entre estado y partido, entre
Estado y Sociedad de tal forma que a menudo no se sabe si habla el presidente
de la República o el del PSUV pues utilizan indistintamente los recursos del
Estado (medios de comunicación, infraestructuras) para fines de proselitismo
político.
La ley de Consejos comunales establece tanto el objetivo de los mismos
como la forma de elegir los voceros a través de la elección directa y secreta.
¿Quién elige los voceros comunales, regionales y nacionales? Desaparece la
elección directa de los ciudadanos para pasar a una elección parcial de grado y
el que esto escribe cree que su selección se produce en las Ubch del partido bajo
la orientación y control de los funcionarios del Ministerio de las Comunas como en
efecto ocurre con la aprobación y asignación de recursos a los Consejos
comunales. Las comunas se convierten en instancias burocráticas del ejecutivo
nacional y estadal.
Según la Oficina de las Comunas del Estado Bolívar, en el Estado están
registrados en el año 2013, 2145 consejos comunales, 58 comunas y 78 salas de
batalla.
Con todo lo escrito anteriormente ¿significa que en realidad los consejos
Comunales son organizaciones no autónomas dependientes del gobierno-partido?
No. Ante los déficits de atención por parte de las instituciones gubernamentales a
las necesidades de las urbanizaciones y barrios, los vecinos no tienen otra forma
de defender sus intereses que conformando los consejos Comunales y eligiendo
de forma directa y secreta a sus voceros porque en esta instancia existe la
democracia directa. Los consejos comunales sustituyen a las antiguas
asociaciones de vecinos, tienen una cara visible no partidista y su fuerza está en
la legitimación de las autoridades mediante la elección directa y secreta, en el
poder que les otorga la ley y en la capacidad de respuesta a las necesidades
sentidas por la comunidad.
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Los consejos comunales se han convertido en herramientas para regular las
relaciones internas entre los vecinos, solicitar a las instituciones públicas mejoras
para su comunidad, y para defenderse de otros organismos que pretendan
vulnerar sus derechos sociales. Estas organizaciones vecinales pretenden
responder a las demandas más sentidas de los ciudadanos que en cada
urbanización o barrio son distintas; en unos, se organizan activamente por el
agua, la vialidad, la vivienda en otros por la seguridad y por la protección de los
terrenos con asignación de uso para parques, educación, cultura o deportes. Ante
tantos problemas que agobian a los ciudadanos estos se han visto en la necesidad
de asociarse, de tal manera que los consejos comunales están muy activos tanto
en barrios populares como en urbanizaciones bien constituidas.
La misma hegemonía que la Revolución bolivariana pretende lograr en el
ámbito territorial la persigue en otros espacios como el sindical y el empresarial.
Tanto en uno como en otro ha creado organizaciones paralelas a las existentes y
ha intentado quebrar la autonomía de las Cámaras y sindicatos. La Central
bolivariana socialista de trabajadores (CBST), la Central bolivariana de la
construcción, Empresarios por Venezuela son organizaciones creadas por el Psuv
para articular las políticas del gobierno con los empresarios y trabajadores
eliminando sus propias formaciones. Incluso en el Plan de Guayana Socialista
plantean la eliminación de sindicatos y la sustitución de estos por consejo de
trabajadores bajo el eufemístico pretexto de que son dueños de las empresas.
A pesar de lo debilitado de Fedecámaras y la CTV, tanto el movimiento
empresarial como el sindical están dando una batalla importante por la autonomía
frente a las acciones del gobierno. Corrientes sindicales del Psuv se han
deslindado de la dependencia del gobierno como la Unión Nacional de
trabajadores (UNETE), así como agrupaciones sindicales Frente autónomo para
la defensa del empleo y los sindicatos (Fades) y el Movimiento de sindicatos de
base (Mosbase) cuyo denominador común es la defensa del trabajador, la libertad
sindical y la contratación colectiva con autonomía del Estado y de los partidos. A
pesar de los esfuerzos de agrupaciones de base, el movimiento sindical
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venezolano no está suficientemente cohesionado y unido para crear una central
única nacional con autoridad y autonomía para negociar y articular políticas de su
interés con Fedecámaras y con el gobierno, como ocurre en la mayoría de los
países democráticos del mundo y como lo solicita la Organización Internacional
del Trabajo (OIT).
Contrariamente a lo que pretende el Estado., en este proceso de
desinstitucionalización del país, de falta de credibilidad en los organismos del
Estado, de extendida impunidad y aplicación de la ley y de falta de
representatividad y legitimidad de muchas organizaciones están surgiendo
multitud de asociaciones culturales, musicales, educativas, religiosas,
organizaciones pro-desarrollo, fundaciones que bien valdría la pena investigar
para reconocer el potencial asociativo del país y de las diferentes regiones.
Es importante reconocer el capital democrático acumulado por la sociedad
venezolana en más de 50 años que resurge cuando las instituciones con tradición
democrática como el sindicato Sutiss son amenazadas por el Estado como ocurre
actualmente en la aprobación del contrato colectivo de Sidor en el que ha privado
la defensa del sindicato como institución por encima de la afiliación partidista de
los trabajadores. O la defensa de autonomía organizativa cuando una plancha al
Colegio de Ingenieros en campaña electoral rechaza que otra muestre en su
propaganda que está apoyada por la coalición partidista opositora.
EMPODERAMIENTO Y ASOCIATIVIDAD
Dos estrategias son fundamentales para la producción de Capital Social: El
Empoderamiento y la Asociatividad.
El empoderamiento persigue obtener la capacidad de participar así como de
decidir en los asuntos de la comunidad y en procesos de producción. Para ello se
requiere crear condiciones para que el ciudadano obtenga las herramientas
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básicas de obtención y utilización de información, de aprendizajes prácticos en
alguna profesión u oficio. Supone también crear espacios institucionales para que
puedan participar activamente en las actividades sociales y políticas de la
sociedad y el reconocimiento legal de su organización. Además indica la
apropiación de conocimientos o competencias para proponer, negociar, ejecutar
así como la posibilidad de vías de acceso para obtener recursos del Estado,
interactuar con otras instituciones y conectarse en red con sus similares.
El énfasis del empoderamiento es que el grupo se apropia del poder de
decidir, de ejecutar lo que quiere y que tiene las herramientas adecuadas para
ello. Es la antítesis del paternalismo. El autor de este trabajo tiene la percepción
de que cuando los ingresos por concepto de la venta petrolera disminuyeron a una
situación límite para Venezuela y el Estado a duras penas mantenía los Ministerios
con los mínimos gastos de funcionamiento, surgieron dentro de las comunidades
muchas organizaciones que gestionaban recursos para escuelas y hospitales sin
que se hubiera establecido una política del gobierno al respecto. Los tiempos en
que existe una percepción de país con muchos ingresos, producto de la renta
petrolera no son los más propicios para acumular el capital social autónomo y auto
gestionado.
La otra estrategia es la de la promoción de la asociatividad y la creación de
redes. Esta se expresa en tres ámbitos diferentes.
1. Ámbito de Producción Social: El tema de la agrupación con fines
económicos es de tremenda actualidad, más en Venezuela donde el Gobierno
está impulsando y creando formas de producción “no capitalistas: cooperativas,
empresas de producción social, cogestión obrera, colectivos agrarios. El objetivo
del Gobierno es establecer formas de producción socialistas: los trabajadores
deben ser dueños de los medios de producción, pero el Estado es el que aporta
los recursos, la tecnología y el control de las empresas. La tercerización se hace
no con empresas particulares sino con asociaciones cooperativas. La empresa
matriz es la que asigna los contratos a las cooperativas estableciendo las reglas
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del juego, por lo que la autonomía de éstas queda condicionada. Su existencia
depende de los contratos que reciba del Estado.
En Venezuela existe un movimiento cooperativo autónomo bastante débil
que ha logrado sobrevivir en los cuarenta os de democracia. Tiene algunas
experiencias exitosas como “La Feria de las Hortalizas en Lara” que abastece de
productos agrícolas a buena parte de la población en la región. El autor de esta
ponencia tiene la percepción de que el movimiento cooperativo venezolano, tiene
un carácter voluntarista, de solidaridad social, de ayuda a los pobres, de resolver
informalmente el problema del empleo y no da a estas organizaciones el
verdadero carácter de empresas productivas y competitivas.
La búsqueda de la riqueza y de la productividad no está reñida con la
cooperación o con la solidaridad ellas se complementan mutuamente. La
cooperación es un insumo para mayor productividad que genera solidaridad entre
los trabajadores y la sociedad. Una asociación cooperativa si no es competitiva en
el mercado y no funciona como una empresa, no es sustentable en el tiempo y si
no genera beneficios e incentivos para sus socios tampoco. Por ello, frente a las
economías que sólo buscan la competitividad o aquellas cuyo objetivo es la
equidad sin productividad, emerge el nuevo paradigma de Economías con
productividad y cooperación, sean éstas públicas, privadas o asociativas.
Una característica sobresale de las empresas asociativas. Ellas surgen
desde la más profunda convicción de quienes la integran. En esta sociedad
compleja en la cual las oganizaciones productivas son del Estado o son de unos
empresarios o accionistas, el socio trabajador no renuncia a que su esfuerzo y su
capital sean de él mismo, lo cual le da derecho a participar en la toma de
decisiones en la organización donde trabaja. Por ello las cooperativas tienen ese
carácter autónomo, independiente, de gerencia y administración interna que
incorpora la educación como elemento importante para el crecimiento de su
empresa. Ellas son alérgicas a la dependencia y si nacen con ese estigma están
condenadas al fracaso. En el Movimiento Cooperativo rigen tres principios, quizás
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no escritos pero que sintetizan la filosofía de su existir: 1- Si puedes hacer algo
sólo, no busques a otro. 2- Si algo no lo puedes conseguir por tus propios medios,
asóciate con otros. 3.- Si asociado con otros no puedes conseguir algo, exígelo al
Estado.
2. Asociatividad en Pequeñas y Medianas Empresas. También la
asociatividad es tema de moda como política estratégica entre pequeñas y
medianas empresas como una forma de hacer frente a un mundo más competitivo
y globalizado, promoviendo la integración horizontal y vertical entre productores de
una misma rama, creando asociaciones estratégicas, integrándose en una cadena
de valor, fortaleciendo clusters industriales. En efecto, la nueva Economía
globalizada, demanda de las empresas bienes y servicios de calidad, competitivos
en los precios, mercadeo eficaz a nivel nacional e internacional, gestión flexible e
innovación constante. Las grandes Corporaciones pueden establecer estrategias
individuales, no así las pequeñas y medianas empresas que tienen la necesidad
de asociar sus esfuerzos si no quieren perecer. Para enfrentar exitosamente esta
nueva dinámica competitiva un número creciente de firmas ha adoptado un nuevo
enfoque de gestión basado en la articulación y en la integración con empresas
complementarias. De esta manera las compañías han acelerado su proceso de
aprendizaje, alcanzando nuevas economías de escala concentrando sus
capacidades allí donde tienen más ventajas competitivas.
Se han estructurado diversos tipos de asociatividad interempresarial como
clúster, distritos industriales, redes de empresas, alianzas entre clientes y
proveedores. En los últimos años se ha evidenciado que gran parte de las
ventajas competitivas de las pequeñas compañías no están al interior de ella, sino
en las sinergias que producen mediante vínculos con otras empresas y con el
entorno institucional. Estas agrupaciones pueden actuar como ampliación de sus
economías de escala, como procesos innovativos de aprendizaje y también como
elemento de negociación con clientes y proveedores.
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“Una red de empresas es un mecanismo de cooperación entre productores
donde cada participante mantiene su independencia jurídica y su autonomía
gerencial con afiliación voluntaria para obtener beneficios individuales mediante
una acción conjunta” (López Cerdán y Maeso, 1999). Las redes pueden ser
horizontales cuando venden los mismos productos y son competidores entre sí,
pero se asocian para comprar conjuntamente insumos al por mayor o para
satisfacer la demanda de clientes que individualmente no pueden satisfacer. Son
redes verticales cuando se asocian empresas de distinto nivel en la cadena de
valor que unidas pueden obtener ventajas competitivas. Por cadena productiva se
entiende un sistema conformado por la interacción en armonía entre diversos
participantes en la producción de bienes o servicios desde el insumo primario
hasta su comercio final.
3. Asociatividad y desarrollo local. Se puede hablar de otro tipo de unión a
nivel social y político de una comunidad, región o comarca cuando los ciudadanos
agrupados en asociaciones de diferentes tipos, unen esfuerzos y crean sinergias
para asumir conjuntamente con las autoridades locales las líneas de acción
fundamentales para el desarrollo de su entorno. Sergio Boisier (1999) afirma: “La
asociatividad parece mostrarse como una clave para el desarrollo territorial exitoso
tanto en Europa como en América Latina.” (Actores. Asociatividad y desarrollo
territorial en la sociedad del conocimiento. Enero 2002). O como escribe Augusto
de Franco (2000) todo desarrollo es desarrollo social. El capital social, es propio
de cada región, comarca o localidad. Los patrones de organización y los modos de
control están asociados a la capacidad de los grupos humanos de cooperar,
formar redes, regular sus conflictos, y, en fin, constituir una comunidad con una
identidad propia producto de su historia, de sus condiciones internas y de su
contexto externo. Se crean lazos fuertes en base a valores compartidos, objetivos
comunes que se refieren a la manera como las personas conviven, sus razones,
sus emociones para permanecer juntos y cómo se conducen colectivamente. El
capital social es esencial al desarrollo. Países con alto capital humano pero poco
capital social no han alcanzado los niveles de desarrollo de otros con más lazos
sociales.
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La comunidad debe transformarse en agente endógeno del cambio, en
sujeto activo de su destino y su futuro, debe romper el cordón umbilical con las
pautas y culturas centralistas que han sido tradicionalmente quienes han decidido
cómo, quiénes y hacia dónde dirigir la comunidad local ante la postura pasiva de
los ciudadanos involucrados. Para lograr tal cometido no es suficiente el acervo
asociativo de la localidad sino que se requieren, en esta era del conocimiento,
actores importantes que impulsen un proceso de reflexión y comunicación que
impregne la sociedad
¿Quiénes deben asociarse a nivel local? Los factores de la sociedad civil y
del poder político, es decir, sus actores e instituciones que impulsarán “procesos
de conversaciones sociales profesionalmente estructuradas que permitan el
surgimiento de una sinergia cognitiva, del consenso y sobre todo, del poder, sin
cuya acumulación toda propuesta de cambio no pasa de ser una propuesta de
gabinete.” (Boisier 2004).
Es muy cil hablar de participación en teoría pero, ¿Cómo se implementa
en la práctica? En América Latina se ha intentado en momentos históricos
promover la democracia popular o participativa, pero siempre que ha sido alentada
verticalmente ha estado condenada al fracaso. La participación no es lo opuesto a
la representatividad, aunque sí puede existir ésta sin la primera.
Según Boisier (2004) hay que reconocer en aras de la eficacia y eficiencia:
1.- La imposibilidad práctica de involucrar a poblaciones de gran tamaño en
decisiones de problemas complejos. 2.- La necesidad de crear en muchos casos
la sociedad civil. 3.- La necesidad de elevar el nivel de conocimientos de la
población en temas complejos. Teniendo presentes estas premisas habría que
convocar a las personas o instituciones que tienen poder para compartir el
conocimiento “el bien de capital social más escaso”.(Boisier, 2004).
Una de las tareas para promover el desarrollo local según Boisier, (2004)
es socializar un conocimiento pertinente que tiene el propósito de generar en el
grupo o en la propia comunidad una capacidad colectiva para intervenir sobre el
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proceso de desarrollo de la región, capacidad basada en la voluntad, pero sobre
todo en el conocimiento científico compartido sobre la estructura y dinámica del
proceso mismo que convoca.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
1.- De la misma forma que se desarrolla el talento humano debe
promoverse la capacidad de las personas para generar confianza y para
asociarse en todas las áreas que redunden en crecimiento personal y colectivo y
satisfacción de vida más plena, respetando los intereses individuales, la
democracia y autonomía organizacional.
2.- A pesar del sesgo clientelar y de control por parte del gobierno que
pudieran tener los consejos comunales, es importante la participación de los
ciudadanos en los mismos ya que son organismos de elección directa y responden
a las demandas de la comunidad. Los consejos comunales sustituyen a las
asociaciones de vecinos y tienen un basamento legal democrático para funcionar,
no coliden con las parroquias y debieran estar articuladas con el poder
municipal autónomo.
3.- Se deben fortalecer las cámaras empresariales, organizaciones
gremiales y sindicatos de trabajadores, exigiendo la legitimación de autoridades de
los mismos mediante la elección directa de sus representantes en los lapsos
establecidos en sus estatutos.
4.- Se debe respetar y apoyar toda organización que busque una mayor
integración social en cualquier ámbito que enriquezca el modo de vida de los
ciudadanos, de tal forma que el tejido social comunitario genere mayores niveles
de confianza.
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5.- Se deben promover las redes sociales, los foros, encuentros de
diferentes tipos, los medios de comunicación social, los espacios públicos para el
esparcimiento ya que son herramientas importantes para estrechar las relaciones
entre los ciudadanos.
6.- Debe promoverse la asociatividad entre empresarios, trabajadores,
universidades y organismos locales hasta lograr acuerdos sociales básicos que
redunden en mayor desarrollo local y mejor calidad de vida para los ciudadanos.
7.- Se recomienda una investigación que describa la composición y
características del tejido de organizaciones de Ciudad Guayana.
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